SURFING

viernes, 25 de diciembre de 2020

   Sin prisa, con tenacidad y perseverancia, lentamente cabalgamos la tercera ola. No tememos al mar y su inmensidad. No nos asusta lo grande ni lo diminuto, somos inmortales. Siempre son los demás quienes fracasan o sufren. La muerte no nos hace palidecer ¿Acaso si mueres importa, si ya nada sientes? Y si vives ¿No venciste ya a la parca? Hoy es hoy, mañana está por venir y quizás nada sea como predicen los augures del miedo. Virólogos, epidemiólogos, intensivistas, internistas, todos confabulados para crearnos la mala conciencia de que somos responsables de lo que está por llegar. No tenemos costumbre de renunciar a nuestros placeres. Aquello que llamamos tradición es intocable, inamovible. Que renuncien los demás si quieren. Nos limitamos a fingir bajo la máscara que somos sumisos a la regla marcada desde los gobiernos. Pero sabemos que estamos a salvo, nosotros somos inmunes. El mal está fuera, nuestras casas son santuarios salubres. 

   Un día fuimos débiles y nos encerramos en nuestros hogares, sólo alcanzábamos a asomarnos a los balcones para ver como los demás hacían lo mismo. Cantábamos y aplaudíamos para infundirnos valor ante el horror. La muerte circulaba por el aire infesto. Entonces llegamos a temer por nuestro futuro, pero el dolor analgesia los sentidos. Nada es eterno, ni siquiera el miedo. 

   Ahora cogemos la tabla de surf y esperamos pacientes a que venga la gran ola, montamos en ella y cabalgamos como jinetes poseídos por su fuerza. Desde su cresta contemplamos la espuma que va dejando el mar en las rompientes. Seguros de nosotros mismos, con nuestro traje de neopreno negro la muerte nos huye, nos confunde con el jinete del Apocalipsis que porta la guadaña. Somos temerarios, no temerosos. Aguerridos guerreros ante el drama. Nada nos detendrá ni evitará que esperemos impasibles a que llegue la madre de las olas. La que nos sumerja en el vórtice de agua, la que nos haga perder el sentido y cuando estemos ya ausentes, nos permita ver el infinito bajo su manto de espuma. Quizá entonces tan cerca de Dios, creamos que conseguimos el sueño del rider.  Cuando despertemos, aquel tubo en nuestra garganta, es posible que nos parezca el nudo de la emoción y los que nos miran tras las pantallas y los trajes azules, creamos que son otros surfistas admirados de nuestra hazaña sobre la gran ola.


¡A SUS ÓRDENES MI GENERAL!

martes, 8 de diciembre de 2020

   Yo entiendo poco de militares, no hice la mili (como Abascal) y la música militar nunca me supo levantar (como a Brassens), quizá por esto no acabo de comprender como se permiten hablar de esta manera los generales. Ellos, cargados su pecho de medallas y condecoraciones (siempre me ha llamado la atención la de colorines que adorna la pechera de estos héroes). Los galones, las charreteras y las estrellas me impresionan. Cuantos méritos acumulados en su persona, cuantas hazañas a lo largo de esas carreras fulgurantes. Está claro que muchos de los que se permiten hablar de fusilamientos, es posible que fueran militares cuando los fusilados eran rojos. No digo que tuvieran que participar en algún pelotón, pero a buen seguro pensarán que aquellas muertes fueron justas por tratarse de simples maleantes y desalmados. Es necesario despersonalizar al enemigo y denominarle con algún apelativo que de por sí, ya sugiera su maldad, o sin más, la pruebe. Con ello es más fácil decidir aquellos que deben morir, porque pertenecen a alguno de estos abominables subgrupos de humanos. Lo realmente difícil es ver 26 millones de villanos. ¿Qué les pasa por la cabeza? ¿La vejez causó el daño o el mal venía de fábrica? Puede ser simplemente un exceso verbal provocado por la rabia, pero sin la maldad que sugiere. Quizá el hecho de que un gobierno ilegítimo de social comunistas, libertinos y filoetarrras con el preconcebido plan de acabar con la unidad de la patria con la participación de los sucios independentistas, haga arder en su interior el espíritu nacional y estalle por un momento en una frase descontextualizada. No importa que ese gobierno haya sido elegido por millones de compatriotas, que lo hayan legitimado en las urnas en más de una ocasión. Es probable que el concepto de democracia les resulte tan repelente como el Gobierno. Sin duda la elección del “irreptible” dictador les parece mucho más ordenada y su España monocolor (gris) mucho más atractiva. También es posible que así sea porque vivieron la dictadura con entusiasmo. 

    No es que no pensara que había fascistas en las filas de un Régimen Fascista, eso sería demasiado ingénuo. También estoy seguro que hombres con tantos méritos sobre su uniforme como ellos, enrojecen de vergüenza ante estos comentarios. No asustan las bravatas y las cartas al Rey de estos condecorados ancianos, seguramente el Rey tiene otros quebraderos de cabeza en este momento como para alentar un golpe de estado como algunos pudieran proponer. Me incomodan mucho más los silencios cómplices, el escudarse en la privacidad de los chats para no argumentar en su contra. Por no hablar de los medios que los justifican basándose en sus mismas premisas, me producen nauseas. Aún recuerdo algunos de los casos más mediáticos: el de Casandra por un chiste malo sobre Carrero Blanco, o los titiriteros encarcelados por enaltecimiento del terrorismo, posteriormente archivada su causa o Valtónic con una condena de más de tres años por injurias a la corona y enaltecimiento del terrorismo por las letras de sus canciones(Deberían llamarlo el Laoconte de la Casa Real). Los mismos que hicieron escarnio de ellos ahora mantienen una equidistancia  ignominiosa con los generales. 
    Defendamos la libertad de expresión, pero está bien que sepamos manifestar sin miedo la disconformidad con infamias de cualquier origen. Condenar lo obsceno y vergonzoso nos hace más sabios y resta valor y fuerza a los cretinos.


SER O LOSER ...

sábado, 14 de noviembre de 2020

    Trump sentado desolado en su despacho oval, o quizás cabizbajo y pensativo sentado en el retrete. El príncipe destronado, el rey depuesto, el campeón de los ganadores siendo un perdedor. Esa es la imagen que me sugiere el silencio de este maleducado hablador, de este fanfarrón. 

   Lo imagino pensando: 

   “Ser o loser, ¿cual ha sido el problema? por qué el infortunio ha venido a truncar mi carrera llena de éxitos. Debo afrontar la realidad o enfrentarme a los terribles demonios que pretenden desalojarme de este trono que me pertenece por derecho. 

   Acaso debo dejarme arrebatar el cetro, morir al fin, o luchar por volver a vivir las mieles del poder. Soñar es ganar y debo sobreponerme a esta pesadilla. Vivir es soñar. Soñar es renacer. Como el ave Fénix remontaré el vuelo y volveré para aplastar a mis enemigos. 

   ¿Pero debo entonces reconocer mi fracaso? ¡Nunca! El silencio de mi sepulcro no será otra cosa que un grito de rabia. Mi mortaja se niega a ver en esta Casa Blanca otro huésped que no sea mi persona. No hundiré una daga en mi pecho, no daré ese placer a los que mintieron y no entendieron mi mensaje. Soy un triunfador, el emperador de los que aman América, mi América. 

“¿Quién, si esto no fuese, aguantaría la lentitud de los tribunales,
la insolencia de los empleados,
las tropelías que recibe pacífico
el mérito de los hombres más indignos,
las angustias de un mal pagado amor,
las injurias y quebrantos de la edad,
la violencia de los tiranos,
el desprecio de los soberbios?
Cuando el que esto sufre,
pudiera procurar su quietud con sólo un puñal.”

                                                                                                  Hamlet: III acto, escena 1.

                                                                                               

   La parca no hará de mi un cobarde, muchos de los míos corren ahora como conejos a esconderse, twitter me ha traicionado, pero sigo teniendo 180 puñales para tuitear. Que se preparen para ver salir de este edificio al luchador que nunca fue derrotado en el ring de la vida, al hombre que nunca perdió la calma. Yo soy el gladiador invicto. Mi venganza se servirá con el frio de la muerte para todos ellos. 

 “Pero… ¡la hermosa Melania! Graciosa niña,
espero que mis defectos no serán olvidados en tus oraciones.”


   Es posible que más que la derrota le ha lacerado el alma (o el ego),  no ser reelegido, como lo fueron la mayoría de los presidentes americanos. Eso significa (a pesar de los muchos votos) reconocer que encendió el combustible suficiente como para hacer estallar su imagen. Y quizá por un instante se vio como un perdedor. 

   Desde lejos su fracaso nos parecía algo evidente. Su honorabilidad se había perdido hacía tiempo, sus racistas, machistas y rancios comentarios, sus desafortunados por no decir maleducados comportamientos y sus peligrosas políticas, nos hacían pensar que esto tenía que pasar. Pero en realidad, no ha faltado tanto para estar otra vez, todos equivocados, como la anterior ocasión con Hillary (como con el virus). ¿Qué tendrá este perdedor que ilusiona a muchos? ¿Tan enfermo está el mundo?

HORTICULTURA

viernes, 30 de octubre de 2020

   

   “Yo tengo mi buena cantidad de defectos; soy pasional, pero en mi jardín hace décadas que no cultivo el odio porque aprendí una dura lección que me impuso la vida; que el odio termina estupidizando , nos hace perder objetividad frente a las cosas” 

Pepe Mújica.

    Este hombre es para mí un referente moral y su despedida me duele como si lo conociera y se hubiera ido un amigo. 

   Cada cuál puede cultivar su huerto con lo que quiera. Puede plantar el odio y acabar idiota. Cada cual tiene posibilidad de abonar con estiércol y regar con mentiras la pequeña parcela de su mundo. Las semillas que depositamos en la tierra nos devolverán su fruto. Quien planta miedo que no espere compasión. El que desee sembrar violencia recibirá las pedradas de la vida, no se puede disparar con balas y recibir flores (salvo las de la sepultura). Somos libres de repartir el dolor que emana del egoísmo, pero cuando nos devuelvan el cambio no esperemos gratitud. 

   En este tiempo tormentoso quiero plantar en mi huerto hierbabuena, para que nazca la solidaridad de sus brotes y perfume de menta mis días. Salvia para dar valor al desesperado. Me hare infusiones de tomillo para vencer mi cobardía. Valeriana que me deje dormir con la conciencia tranquila. No faltará en mi jardín la saponaria que lave la suciedad que corrompe, regaré con agua abundante los establos de Augías y añadiré lavanda para que no se posen las polillas. La camomila blanca y amarilla me hará más fácil la digestión después de cada telediario, con jengibre evitaré la náusea y la Tila calmará mis nervios. Con caléndula y Aloe curaré las heridas. En el solsticio de verano, por San Juan, recogeré las flores del hipérico, nada como su aceite cicatriza los golpes de la vida (como bálsamo de Fierabrás). No faltará en mi huerto el romero ni el orégano, porque su olor me devuelve a la tierra mojada. Vahos con eucalipto y un té caliente para cuidar mis pulmones, de la Covid y de las palabras rasposas que asoman a mi garganta. 

   Cada cual que haga lo que quiera, pero yo pienso plantar mi huerto, aquí en Benifaraig. Lo regaré con mimo de la acequia de Moncada, aunque las aguas bajen turbias. No sembraré las semillas del odio porque no quiero acabar estupidizado mirando como el mundo se rompe en pedazos con los brazos cruzados.


AQUÍ Y AHORA

domingo, 18 de octubre de 2020

   Queramos o no, tenemos las circunstancias que tenemos y son tan cambiantes, tan impredecibles que no podemos pedir que nadie nos diga cómo vamos a planificar el futuro más cercano. Pero sean las que sean estas circunstancias, estamos. 

   Vivimos un momento inquietante, porque ante nosotros se abre un abismo. Una realidad que no es en absoluto optimista, a la crisis sanitaria se ha unido una crisis social que tiene visos de ser duradera. De la crisis de liderazgo político prefiero ni hablar. Nos esperan tiempos complicados, mucha gente va a estar en situaciones de vulnerabilidad que no hubiéramos creído ni por asomo hace unos años, incluso hace unos meses. 

   Como sanitarios en la primera ola fuimos aplaudidos como héroes. Por desgracia entonces nos enfrentamos a una pandemia sin información y sin medios y muchos de los trabajadores sanitarios pagaron un precio alto. Ha habido demasiados muertos. Pero precisamente por esto, porque nosotros representamos los que de momento seguimos a flote, debemos replantearnos nuestra suerte y nuestro lugar. Aquí y ahora. No necesitamos aplausos para hacer nuestro trabajo, necesitamos respeto, confianza en nosotros y por nuestra parte disposición a aportar nuestro esfuerzo en acabar con esta pesadilla. Si las circunstancias son adversas, si los dirigentes son incompetentes, si los medios son limitados, si existe un miedo natural a resultar dañado, lo que no podemos es tirar la toalla. No únicamente por los demás, sino sobre todo por nosotros mismos. Hacer bien lo que hacemos es nuestra obligación, pero además el cambio de actitud debe ser hacer bien lo que sabemos, pero disfrutando de ello. Motivarnos para buscar la felicidad en nuestro trabajo. La emoción es contagiosa como el virus, las neuronas espejo imitan lo que vemos (bostezamos cuando vemos bostezar, imitamos patrones de conducta y belleza…). Se trata de que nuestro hábito sea buscar esa felicidad y hacerlo también a través del trabajo. Es posible ilusionarse, cambiar el chip de que todo va mal, por el de voy a mejorar lo que pueda. En ese objetivo no están sólo los pacientes, estaremos también nosotros. El burnout es una crisis entre las expectativas creadas y la realidad. La realidad es la que es, pero nosotros estamos aquí y ahora para que la nueva expectativa sea mejorar nuestra forma de mirar al mundo. Si actuamos no como héroes, si no como supervivientes decididos a que este horror desaparezca, no sólo evitaremos caer en la depresión, si no que haremos más feliz nuestro entorno y con ello nos resultará más fácil seguir sintiéndonos más humanos. 

 

         Matt Simons - Catch & Release.   

EL CREDO DE DON TANCREDO

viernes, 9 de octubre de 2020

   Y decían de Rajoy… Isabel ha superado con creces al maestro. 

   Dontancredismo.  RAE

De don Tancredo, personaje del toreo cómico que esperaba inmóvil como una estatua la salida del toro, e -ismo.

  1. m. Esp. Actitud imperturbable de quien parece no darse cuenta la amenaza de un peligro grande. 

   Creo en un solo dios todopoderoso, creador del cielo y de la tierra, de lo visible y lo invisible, incluido el coronavirus. Creo en un solo señor Casado, hijo único de Aznar. Nacido del padre antes de la democracia. Dios de dios, luz de luz. Engendrado en la universidad de Harvardaravaca y creado en Faes, de la misma naturaleza que el padre, por quien todo fue hecho. Que por nosotros los hombres y mujeres y por nuestra salvación bajó del cielo. Por obra del espíritu santo del TSJ se encarnó en Isabel, la virgen devota y se hizo hombre. Por causa del Ministro Illa, Simón el traidor y todos nosotros fue crucificado en tiempo de Pedro Sánchez. Padeció y fue sepultado y resucitó al tercer año, devolvió a Franco al Valle de los Caídos como mandan las Escrituras. Subió al Olimpo y está sentado en el sillón a la derecha de padre, en Endesa. De nuevo vendrá para salvar a los vivos y los muertos en la pandemia y su reino no tendrá fin. Creo en la Justicia ciega, infalible, independiente,  que absolverá  a los políticos pecadores con su divina sabiduría.

   Espero la vida futura con abrazos, bajo el imperio de la Razón y el buen juicio. Amén.

      Cuanto más conozco a la gente, más quiero a mi perro 

      El fundamento de cada estado es la educación de sus jóvenes 

     La sabiduría sirve de freno a la juventud, de consuelo a los viejos, de riqueza a los pobres y de adorno a los ricos.

     Gente mucha, personas pocas 

Diógenes el cínico

          

      Desatino tras desatino, vamos hacia nuestro destino. 

Mío y de mis circunstancias.


NO ES TAN DIFICIL DE ENTENDER SUSANITA..

jueves, 1 de octubre de 2020


    Querida Isabel, después de más de 30.000 muertos, 8.500 en Madrid y unas tasas de infección que causan sonrojo cuando se comparan con las europeas. Estamos de nuevo por encima de los 100 muertos diarios, cualquier excusa suena a pretexto para eludir la responsabilidad. Ya no nos vale el consuelo de que nos pilló por sorpresa, que no sabíamos a que nos enfrentábamos. La cifras de Madrid son escandalosas y demuestran una gestión pésima, unida a unas características particulares de la Comunidad, sin duda, pero una pésima previsión. Con ello, no podemos dejar de ver que en muchas otras ciudades y territorios las cifras sobrepasan con mucho la que nos correspondería, si hubiésemos hecho el trabajo que hicieron en otros países de nuestro entorno. 
 
   Dejemos ya de marear la perdiz con estrategias políticas. Las ideologías, los credos, la suerte, la buena intención, la propaganda y los eslóganes no van a frenar el contagio. Estoy harto de ver como la salud de todos se juega con fichas del monopoli a ver quien consigue más puntos para las próximas elecciones. Me parece ofensivo que estemos en un esperpento de dimes y diretes, buscando acusar al otro como responsable. Sólo la opinión de los profesionales debería ser tomada en cuenta para acabar con los despropósitos de cada día, no digo que no la puedan matizar los políticos para adaptarla, pero que la gestión se haga sólo basada en criterios de interés político, es abominable cuando está en juego la vida de tanta gente. La economía no se va a salvar en medio de una epidemia. Nadie va a visitar Madrid con la que allí está cayendo y eso vale para el resto de territorios. Acabamos con la epidemia, al menos la controlamos o vamos directos al desastre. Necesitamos altura de mira de los responsables políticos, unidad en el propósito, dejar de confundir a los ciudadanos, respeto por ellos. Da la sensación que no va a haber entendimiento porque no se quiere, la estrategia es la confrontación, caiga quien caiga. 
 
   Yo creo que voy a dejar el tema Covid hasta el próximo año, estoy harto y no entiendo nada. 
 
 
    Un reconocimiento a Quino, por la impagable cultura de Mafalda.  RIP 
 

MEMENTO

lunes, 21 de septiembre de 2020

   En las tardes de solaz me siento a pensar cómo será el recuerdo de estos penosos momentos pasados unos años. Tal vez la pátina del tiempo ayude a suavizar sus aristas y desdibuje su dolor. Quizá cuando todo haya pasado venga un tiempo mejor, entonces ese dolor será apenas un rictus de tristeza. Recordaremos este año como un traspiés y a pesar de la caída, una oportunidad que nos permitió levantarnos con el orgullo del esfuerzo. No penetrará en nosotros el puñal del fracaso porque habremos iluminado la oscuridad con nuestra propia luz. Seremos hombres y mujeres renovados, cargados de la fuerza que da la superación. 

   En esos periodos de ensoñación me veo sonriendo al mundo, mofándome del destino que quiso hundirnos en el pozo de la desesperación y le dimos esquinazo. Trocamos su macabra intención en éxito. Fuimos triunfadores frente al funesto hado. Burlamos a la muerte, no todos, pero si los suficientes para sentirnos ganadores. Ese tiempo venidero asoma como un amanecer que anuncia un luminoso día. 

   Si durante ese tránsito por el futuro, vuelvo un instante al presente, me digo a mi mismo que no tardará en llegar la victoria. A veces incluso calculo cuánto tardará en hacerse realidad aquel sueño y no percibo su lejanía. Olvido por un instante los desastres que nos acompañan. Hablo para mis adentros, maldigo a Trump y sus fanáticos, escupo a la violencia y la intolerancia, niego las estrategias de enfrentamiento sin diálogo. Cierro los ojos para alejarme de aquellos pensamientos indecentes y de aquellos indecentes personajes para borrar sus nombres, sólo Trump, como un diablo maldito persiste en mi mente huidiza. Todas las guerras políticas de ahora, semejan simples escaramuzas sin mala intención, veo sin maldad el manejo de la crisis y sus errores (los del Dr. Simón y los del Gobierno) incluso hasta lo de Ayuso acabo reduciéndolo a un simple error de cálculo y no a su simpleza. 

   Cuando ese nuevo Tiempo llegue beberemos ambrosía en la copa que Ganímedes nos ofrecerá en el Olimpo. Seremos dioses. Hablaremos el lenguaje de los que fueron tocados por la Gloria. Nada podrá ya vencernos, seremos indestructibles, nuestro poder estará en nuestro coraje, en nuestra resolución para enfrentarnos a cualquier problema sabiendo que vamos a ganar. No habrá un después temeroso ni humillante, sólo el honor que obtienen los vencedores. Miraremos con misericordia los errores cometidos, comprenderemos las flaquezas que mostramos como hombres y mujeres, seremos benevolentes con muestras miserias. No veremos en nosotros más que la majestad y esplendor de los que se revolvieron contra la adversidad y la vencieron. 

   A veces mientras sueño con el final de esta tragedia y entreveo la derrota del virus, noto un frio que hiela un segundo mi espalda, un silencio que ensordece mis pensamientos durante un instante. Me digo a mi mismo que pasó un ángel, pero me atraviesa la duda. 

¿Y si finalmente no ganamos la batalla? 

¡No, hermanos! ¡Esa no es una opción posible! 

Si perdemos, entonces este aciago momento no será más que el anticipo del dolor más terrible, el comienzo del Fin de los Tiempos.

         Silvio Rodriguez. Ángel para un final.   

VENCEDORES, VENCIDOS, CONVENCIDOS

viernes, 4 de septiembre de 2020

   De nuevo en la encrucijada. En manos de la voluntad, los aciertos, los errores y los intereses de nuestros políticos. La estrategia prima sobre la necesidad. Ante un panorama desolador, nos encontramos una vez más con la desunión. Las alternativas son la crisis o la miseria y visto el comportamiento de nuestros amados líderes me veo más en la segunda de las alternativas. Siento ser pesimista pero no me da el ánimo para más, pese a estar en las vacaciones que casi daba por perdidas a mediados de agosto. Ahora en el borde del precipicio miro al horizonte y no distingo el futuro. Hemos subido de nuevo tan alto que las nubes tapan el suelo.  

   ¿Cómo apelar al interés común si no existe? Cada cual tiene el suyo. Lo que era evidente en la primera oleada, que teníamos que salir todos juntos, ya nadie lo menciona. No habrá vencedores ni vencidos. Habrá muertos y vivos, ricos, pobres y miserables como siempre, pero cuántos, dependerá de cómo lo hagamos. No existen fórmulas mágicas, nadie las sabe, ni gobierno, ni oposición, ni Madrid, Barcelona, Euskadi, Andalucía o Valencia. Todos hemos fracasado estrepitosamente y ya no podemos alegar que no lo esperábamos. Estamos en medio del desastre. El Espíritu de la Transición que tanto llenó la boca a los políticos brilla ahora por su ausencia, ni el más mínimo atisbo de ser invocado como solución. 

   Los políticos no son más que el reflejo de sus sociedades, somos quienes los eligen, para nuestra propia vergüenza. Por esto mi tristeza. También nosotros estamos fallando. No hay un convencimiento de que somos parte del problema y de la solución. Demasiados de nosotros ignoran el riesgo real de lo que nos ha venido. No hablo sólo de los negacionistas. Siempre hay individuos que utilizan como estrategia el defender lo indefendible, porque quieren marcar la diferencia y sacar provecho de ello. No por convencimiento, los perturbados son una minoría. Detrás de negacionistas, teóricos de la conspiración, supremacistas, fascistas o machistas trasnochados hay más interesados que imbéciles. Muchos de ellos no son más que buscadores de admiradores, creadores de falsos mitos, influencers baratos que buscan el protagonismo. El problema es, que su populismo, su llamada a la emoción y a los instintos, se aglutinan desnortados y desheredados de la sociedad, que cada vez son más. 

   En la entrada de los Reales Alcázares de Sevilla hay una inscripción en cúfico que dice: “No hay vencedor sino Alá”. Puedes llamarlo Alá, Dios, Amor, Humanidad, Civismo o como quieras. No habrá vencedores, todos seremos derrotados si no nos convencemos que somos la solución y esa solución pasa por arrimar el hombro todos a una. El virus produce insuficiencia respiratoria, pero no debería atacar a la solidaridad, la empatía, el compromiso que tenemos como Sociedad de salir juntos de esta fatalidad. Si no somos capaces de hacerlo nos esperan tiempos difíciles.

         Sting - Fragile.   

TOMA EL DINERO Y CORRE

martes, 11 de agosto de 2020

    Hubo una vez un personaje que era guardia de seguridad en una empresa de trasportes blindados. Su misión era salvaguardar el dinero y depositarlo en los bancos. Parecía un hombre íntegro (supongo), lo imagino campechano, con su intrigante mirada, acostumbrado a los chascarrillos de la gente, pero se sentía importante. Un buen día aprovechando su posición y la confianza de sus compañeros, se pone al volante del furgón que custodia y se lleva las sacas de dinero. Huye a Brasil con 298 millones de pesetas y cuando la policía lo detiene, ha cambiado su apariencia y se ha puesto peluquín. Vivió a lo grande, gastó el dinero del que sólo se recuperaron 175 millones de pesetas. Su imagen entre lo cómico y lo esperpéntico se popularizó. Todos conocían al Dioni. Fue, puede decirse, un representante más de la tan admitida como autóctona picaresca española. Muchos pensaron que había tenido incluso gracia su aventura. Un Lazarillo estrábico movido por el deseo de disfrutar del dinero y sus ventajas. 

   Es posible que la Historia esté llena de estos personajes que lejos de infundir odio, mueven a la compasión o incluso a la envidia. No sé si la picaresca es un género literario o una cualidad intrínseca de nuestro carácter. Yo no creo que nuestra idiosincrasia nos haga necesariamente tan mezquinos y patéticos a la vez. En el esperpento nos vemos deformados por el espejo cóncavo, pero es nuestra mirada la que nos deforma, no la realidad. 

   Ahora un personaje importante, un individuo que trasciende su propia persona para representar una institución. El máximo representante de la imagen de nuestro país, aprovechando su posición y su inmunidad, nos involucra en un sainete propio del mejor Woody Allen. Unos hechos tan vergonzosos que sonrojan a propios y extraños. Estamos tan perplejos y sobrepasados que los calificativos se quedan cortos y si te pasas en ellos te acusan de injurias a la Corona. Valle Inclán quizá escribió sus Esperpentos tomando como reflejo estas Realidades tan disparatadas y si no cómicas (porque no tienen gracia) si grotescas y ridículas. 

   El Lazarillo actuaba movido por el hambre y la necesidad, El Dioni quizá por el anhelo a ese ideal impuesto por nuestra sociedad de que ser importante consiste en tener dinero. Pero ¿Qué mueve a una persona que tiene la vida resuelta, que sabe que ocupa ya un lugar en la Historia, que no necesita más dinero para satisfacer incluso sus caprichos? ¿La avaricia? Ese afán desmedido por tener más teniendo tanto no me cabe en la cabeza, menos si al final la consecuencia es el deterioro de lo que teóricamente proteges. Seguramente también la sensación de impunidad, la inviolabilidad, la falta de creer en un principio básico de las democracias, que todo ciudadano es igual ante la Ley. 

   El Quijote de Cervantes en su locura nos hizo parecer idealistas, luchadores, honestos. Este episodio nos degrada. No me inspira pena la figura del monarca, sólo rabia, porque nos dibuja en el mundo como un pueblo inculto y sinvergüenza. 

   Debemos limpiar nuestra imagen con democracia y trasparencia. Que cada cual pague por sus culpas. El delito del Dioni llevó a la bancarrota a la empresa. Ahora con el Covid no necesitamos más ayuda para el desastre.


FAST

sábado, 1 de agosto de 2020

   Corre, camina deprisa, vive rápido. El tiempo no se detiene y su paso es tan veloz que apenas lo percibimos. Parece que fue ayer y todo ha cambiado tanto. Miro atrás y veo mujeres y hombres que fueron niños y no dejo de sorprenderme que sea verdad que yo estuve allí cuando nacieron. No puedo entender como ha pasado tanto tiempo sin apenas dejar sabor, ni siquiera dolor, sólo un silencio inmenso donde resuenan algunos ecos de la memoria. En ese vasto prado del recuerdo algunas flores rojas como amapolas rompen la monotonía. Entre esos espacios oscuros pequeñas linternas anuncian lo que fue y se convirtió en una estrella fugaz. 

   Vivimos en una vorágine, todo ocurre sin sucesión de continuidad. Los días corren rápido y escapan sin advertir que la semana cuando empieza, es ya un cadáver que precede a la siguiente. Trascurren los años dejando únicamente pequeños pedazos de vida en la memoria. Todo lo que guardamos en ella, es el pequeño tesoro de este largo trayecto que nos empeñamos atravesar a toda velocidad. La vida es una niña atolondrada, cambia constantemente de dirección y nos lleva a la deriva manejados por vientos y corrientes. Vamos agarrados a una tabla que creemos que es nuestro bote salvavidas pero los rápidos del rio nos llevan sin remedio hacia la cascada. Necesitamos hacer tantas cosas a lo largo de la jornada que el tiempo se vuelve un torbellino de trabajos, obligaciones, actos imprescindibles pero innecesarios. 

   Alcanzar la felicidad no es una carrera de velocidad, es un paseo, con desvíos por el camino equivocado y aguaceros imprevistos, pero con paradas al borde del camino para disfrutar del agua fresca. Tenemos que aprender de nuevo a ser felices por encima de las imposiciones del tiempo, a pesar de la esclavitud que nos confiere la vida. Romper cada día el lazo que nos ata a lo cotidiano y huir al espacio de los placeres simples. No empeñarse en alcanzar sueños pasados o que otros soñaron por nosotros, asirnos a lo tangible. Un buen vino, una agradable conversación, una buena comida, un viaje, una canción o un verso pueden ser un Paraíso. Dejarse emocionar por lo cercano, no esperar en vano que el mundo nos regale imposibles. Hacer de lo posible nuestro sueño y soñar que lo que tenemos vale la pena. Desear mantener nuestros amigos, mantener fresco nuestros amores, viva nuestra memoria, fuerte nuestro intelecto. Es necesario concederse el privilegio de ser libres por encima de ser importantes. Aprender las lecciones de lo pasado, porque el futuro nos sorprenderá en cualquier momento y no podremos pedirle a la vida que espere a que podamos prestarle atención. 

   Tempus fugit. Carpe Diem 

 

   Si tienes mucha prisa puede que lo más recomendable sea que te sientes y esperes a que se te pase. 

  Todos los años hacemos un montón de cosas necesarias y urgentes, que podrían esperar el año siguiente. 

Gaspar Cervera 

Un sabio de los que pueblan nuestro anónimo Universo

 


IN ILLO TEMPORE

sábado, 11 de julio de 2020

   La inviolabilidad del Rey me trae a la memoria la infalibilidad del Papa, conceptos que parecen sacados de un incunable pero que permanecen inamovibles en nuestro tiempo por increíble o inaudito que parezca. Estamos inmersos en el infinito mundo del IN. Me siento rodeado de esta partícula minúscula que todo lo ocupaba (no hablo del COVID). Infatigable, inasequible, inamovible, inabarcable, cada nueva idea que acude a mi mente viene precedida de su inmaterial presencia. 

   Una justicia insobornable, inapelable, independiente, incisiva, inclemente, incognoscible, tan ínclita y tan incontrovertible que resulta a veces increíble, incoherente e injusta. 

   La política insustituible pero insufrible. Incólume a veces, indecente otras. Incendiaria las más, infatigable al diálogo las menos. Adornada de insolentes, de inveterados vicios, con insolventes dispuestos a solucionar insolubles problemas. Con discursos inclusivos pero inanes, repletos de invectivas e inmoderados gestos, de incongruentes o inconmensurables falsedades. Incontinentes verbales, algunos intrigantes, intransigentes e inmaduros y aunque pocos, muy relevantes ineptos. 

   Veo patrias indivisibles con fronteras infranqueables. 

   Inmigrantes inmersos en los mares. 

   Independencias indemorables con inductores invisibles. 

   Individuos indignos, indolentes y con un indisimulado egoísmo, que se sienten indiscutibles pese a los indicios de incompetencia demostrada. 

   Retos inalcanzables por comportamientos insolidarios. 

   Información e intoxicación que sustituyen a la inteligencia. 

   Innecesarias mentiras, injurias, inconfesables intereses. 

   Y la inefable infección que nos infesta, infravalorada en sus inicios e infausta en sus resultados. 

  Esperemos ser capaces de inocular sentido común a nuestros insensatos inviolables, para que abandonen inicuos regios intereses. 

   Pongámonos “in itinere” “in memoriam” de nuestros muertos.


         Could you be loved. Bob Marley   
 

LO QUE EL VIRUS SE LLEVÓ

domingo, 21 de junio de 2020

        La pandemia definitivamente nos ha cambiado. La mínima expresión de vida (si es que se le puede llamar así) que el virus representa, ha supuesto un huracán, un sunami que se ha llevado por delante muchas de nuestras costumbres más propias. 
   Caminamos ahora cabizbajos y embozados, triste el semblante, ocultos tras la mascarilla protectora. Hablamos de FFP2 y FFP3, EPIs, PCR, test serológicos, … hemos hecho un cursillo acelerado de virología y epidemiología, y en cada rincón encuentras un experto capaz de sacar los colores a Fernando Simón.  La distancia social, concepto otrora ofensivo, es ahora Ley escrita con fuego en los mandamientos de la pandemia. Hemos perdido nuestra idiosincrasia, nos definíamos como una sociedad cuya característica distintiva era la proximidad. Éramos tocones, besucones, invasores naturales del espacio personal del otro. A mucha honra nos teníamos por Mediterráneos, especie al parecer ramificada del Homo Sapiens común y mejorada en cuanto a sociabilidad. 
El viento del coronavirus ha barrido esta y otras virtudes que nos diferenciaban del resto de los mortales. Antes bebíamos ruidosamente en las barras de los bares, gritábamos a pleno pulmón en las terrazas de madrugada, golpeábamos los omoplatos de nuestros amigos para saludarlos (como los gorilas cuando defienden su territorio) y de repente nos hemos visto cantando con guitarras el “Resistiré” como si fuéramos el coro de una iglesia, aplaudiendo en manada a los sanitarios desde los balcones. Inventamos excusas para romper el confinamiento y salimos a hurtadillas para tomarnos unas cervezas, casi con vergüenza por si nos ven. 
         ¿Dónde irán los besos que ahora no damos? Todos aquellos que repartíamos con generosidad a diestro y siniestro, aquellos abrazos por un simple encuentro, por unos días sin vernos, … Todos esos símbolos de nuestra amigable forma de relacionarnos se han diluido en el caldo viral. Ahora nos vemos y ensayamos un simulacro de lo que era, amagamos con hacer y nos retraemos a la timidez del miedo, saludando a nuestros amigos con el codo. ¿Qué nos pasa? ¿Va a ser siempre así o habrá que reivindicar de nuevo la libertad del contacto íntimo? Aquello que se dice con un beso y un abrazo no existe forma de expresarlo con palabras. Palabras, que son ahora huérfanas del gesto, amortiguadas por la máscara, escondidas tras la tela y la contención.  El virus se nos llevó el alma y nos ha dejado el nuevo mundo de los abrazos rotos, de los arcos de los abrazos plastificados que nos saben a gloria. Hemos perdido nuestra esencia y permanecemos resignados, obedientes al mandato de los sabios que nos dicen cómo comportarnos en la nueva realidad, normalidad la llaman. 
         Y nadie conoce el final de esta condena a ser esclavos de las formas contenidas. Invocamos a Dios y la ciencia para que nos ayude a encontrar la vacuna, el único remedio que parece que pueda devolvernos el amor más allá de las miradas y las palabras. 
El virus se llevó todo eso y nos ha dejado una crisis política y económica a la que ni Dios ni la ciencia pueden encontrar vacuna. Veo con tristeza un futuro aciago, la pobreza de unos y la miseria moral de otros que siguen pensando en su propia ganancia. No quiero ser equidistante en esta idea. No puede utilizarse esta desgracia como un arma. Puede criticarse lo que se consideré, exigir responsabilidades, pero no formar un frente común en la solución de esta catástrofe, es mezquino. La actitud del PP oficial, que estoy seguro no pueden compartir toda la gente de derechas, unidos a los que quieren las instituciones para anularlas (hablo de Vox), no puede llevar más que a la destrucción. Este guerracivilismo constante, esta política de tierra quemada, sin concesiones ni educación, no está a la altura de las circunstancias. Hay suficientes muertos en todas partes como para no hurgar en ninguna herida, tratar de sanar las que se pueda y evitar que sucedan de nuevo. Lamentablemente el escenario que veo por delante, con mascarilla o sin ella, con besos, abrazos o con miradas de soslayo, tiene mal agüero. Estamos en la cuenta atrás de algo peor que un nuevo brote, la falta de líderes que nos lleven lejos del abismo. Y el miedo es más atroz cuando miro hacia fuera y veo que esas políticas neofascistas ya se impusieron en otros lugares. 
¡Que Dios y la vacuna contra la imbecilidad nos ayuden!



         ¡Ay, voz secreta del amor oscuro!   

F. García Lorca  y Miguel Poveda

BLANCO SOBRE NEGRO

sábado, 6 de junio de 2020

    Utilizamos a menudo la expresión de negro sobre blanco, cuando se quiere insistir en la claridad de los argumentos. Algo que debe quedar patente. Y es evidente que estos días, al ver las imágenes del policía blanco sobre el cuello negro de George Floyd, tenemos claro que algo anda mal. Esa violencia innecesaria y brutal, deja patente que existe una enfermedad no tratada que viene de lejos en la Sociedad. El racismo en América no es un tema nuevo, es reincidente y aparece de cuando en cuando acompañando estos miserables comportamientos. Pero no es excluyente de EEUU. 

   Abolimos la esclavitud hace siglos, pero queda un poso que no se ha borrado en nuestra conciencia colectiva. Persiste el sentimiento de inferioridad imaginaria de los negros en las sociedades blancas. Los negros son más pobres, tienen menos oportunidades, menor acceso a la formación, más marginalidad. No de forma individual, ya sabemos que hay negros que son ídolos, personas influyentes, líderes, pero siguen siendo una exigua minoría que es utilizada como excusa para ocultar la verdadera realidad, que es la exclusión de la población de color, también la mestiza, la indígena… Una pandemia cuya única vacuna es la educación. 

   No vemos el racismo en actitudes como el olvido absoluto del mal endémico de África, el hambre y la enfermedad. No vemos racismo en la desatención en el mar de los migrantes, en su mayoría negros. No creemos que haya racismo en las condiciones laborales que sufren en nuestro país los colectivos de negros, moros y sudamericanos, que acuden a trabajar y que lejos de quitarnos trabajo, ocupan aquellos que la población local no realizaría en esas condiciones. El número de personas de color que mueren en Brasil con la epidemia del COVID-19 es más del doble, el número de presos en cárceles americanas, el número de ejecutados, … 

   En nuestro imaginario colectivo el color blanco forma parte de lo inmaculado, lo puro. El negro sigue representando la suciedad, el lado oscuro de la vida. Como dice Mohamed Ali, tuvo que llegar Tarzán, un hombre blanco, para convertirse en el Rey de la Jungla en medio de millones de hombre negros que vivieron allí cientos de miles de años antes. El video viral de su entrevista deja negro sobre blanco la triste realidad de nuestro sentimiento racial.



LA CHICA QUE SOÑABA CON UNA CAJA DE CERILLAS Y UN BIDÓN DE GASOLINA

viernes, 29 de mayo de 2020


Ya he tirado la toalla. Pensar que el Parlamento, la Cámara de representación de los españoles es un lugar de diálogo, es una utopía. No es sólo que no hay una intención de buscar salida a los problemas que nos acucian gravemente. Es que la pandemia ha encrespado más si cabe, los ánimos ya caldeados. A los insultos que desgraciadamente cada vez se hacían más habituales en un lugar que yo tenía por respetable y donde los modos eran tan importantes como los contenidos. Ahora se vacía de contenidos y se han perdido los modales. Palabras como miserable, mentiroso, villano, felón y un largo etcétera forman parte del diario de sesiones, que debe semejar más al de un patio de colegio que al de un Parlamento. La calificación de terrorista al padre de un diputado, que se ganó esa calificación por una Dictadura que sentenció de muerte a miles de ciudadanos, me parece obsceno. Como cuando Ortega Smith llamó torturadoras a las mujeres (las 13 Rosas) asesinadas por Franco. Cayetana Alvarez de Toledo no puede acudir al Congreso con cerillas y un bidón de gasolina. Como en el aeropuerto, a la entrada de nuestro Parlamento debería “cachearse” a sus señorías. No se puede entrar con bengalas, palos, navajas y petardos al lugar del Diálogo. Tampoco me gustan los malos modales de chulería, "no cierre al salir". 

No les pagan para eso. 
Lo que más lamento, es que todos estos calificativos que sus señorías atribuyen a sus compañeros de escaño, no son el fruto de un calentón momentáneo que personas ilustres pueden sufrir en una acalorada discusión. Creo que son claramente premeditados, que se llevan escritos y pensados previamente; para acaparar titulares, para tomar posiciones, para hacerse notar dentro de una estrategia política de arrebatar votos a los grupos competidores. Hacer política se ha convertido, no en el arte de buscar soluciones a los asuntos públicos, sino en actuar con el propósito de aumentar el recuento de escaños en las siguientes elecciones en un estado preelectoral permanente. 
En la RAE, Política se define como el arte, doctrina u opinión referente al gobierno de los Estados, pero también como cortesía y buen modo de portarse. Ni lo uno, ni lo otro. No se pretende gobernar, si no evitar el gobierno de la oposición. Respecto a los modos, no merece más comentarios. Esta sobreactuación permanente que busca crear “opinión” o entrar en el debate público, no para abordar asuntos de Estado, sino para denostar al contrario con descalificaciones absolutas, con infamias, injurias, insultos… es lamentable.
Si en este momento, en que el país va a salir en un estado de pobreza importante y nos puede sacar  del primer mundo del que pensábamos que nadie nos podía mover. Si ahora que se necesita una gestión eficaz, una acción de todos para reconducir la situación de miles de compatriotas que van a quedar en la cuneta social. Si en este preciso momento, el patriotismo sólo se va a medir con el trozo de tela de la bandera que uno exhiba como santo y seña de españolidad. Si sus señorías creen, que el pueblo al que representan se va a conformar con sus aceradas respuestas, sus réplicas incisivas, sus chascarrillos ocurrentes o las obscenas acometidas al rival. Si eso va a ser así, me bajo de este carro que sólo lleva al abismo.
El patriotismo se debe demostrar ahora con solidaridad, con cooperación, con empatía, con educación, con gestión eficiente, con aportar soluciones, con no romper el diálogo con bravatas, con inteligencia. Si seguimos en esta estrategia que ahora tenemos, lo único que nos queda por oír en el Parlamento es: “Eso salimos y me lo dices en la calle” y ya tendremos el arsenal completo del lenguaje tabernario.


CIVITA, CIVITATIS

viernes, 15 de mayo de 2020

   Ha pasado el tiempo del confinamiento, de la obligación impuesta. Recuperamos la libertad robada por las circunstancias. Si era necesario o no, lo sabremos en los siguientes meses donde la responsabilidad recaerá individualmente, en cada uno y en sus actos. Hasta ahora, encerrados nos hemos comportado como individuos que buscaban ser sociales. Éramos nosotros pero queríamos ser todos, los muertos nos recordaban nuestra vulnerabilidad (memento mori). Todo individuo se sentía partícipe de la Sociedad, interaccionaba con propuestas, iniciativas… El virus nos había unido, estábamos en guerra contra él, todos juntos. La desescalada va poniendo en evidencia que no hemos dejado de ser individuos. Que cada cual tiene sus prioridades y entre ellas la primera es uno mismo. No creo que se pueda aplicar la misma regla a todos, pero las imágenes nos hablan de comportamientos incívicos, de covidiotas repartidos por doquier. Una sociedad no se mide por su comportamiento ante el miedo, se mide justamente por la conducta ante la libertad. La libertad significa no hacer lo que uno quiere, si no hacer lo que uno debe de forma no impuesta. Kant aludía a la ley moral como una cualidad innata, ineludible y universal, con un imperativo categórico esencial:

   "Obra sólo según una máxima tal, que puedas querer al mismo tiempo que se torne en ley universal."

   Sería algo así como, no hagas lo que no quisieras que te hicieran a ti. Lejos de esclavizarnos, la ley moral nos hace libres. Si nos dejamos llevar por nuestros intereses, seguimos el principio de causalidad de la Naturaleza, nos comportamos como lo haría cualquier otro ser vivo. Cuando seguimos la ley moral nos convertimos en seres con libre albedrío, en individuos con Razón.

   Ese es el cambio fundamental, dejar de ser individuos y ser ciudadanos. Civitas, civitatis (de esa raíz derivan: città, citizens, citizenship, city, ciudad, ciudadano, ciudadanía) individuos que se dan para sí unas reglas, leyes colectivas que deciden cumplir para garantizar la convivencia. Confiere derechos y obligaciones. El problema, es que a diferencia de Kant, creo que no es una cualidad innata del individuo, se adquiere y la hace posible la educación. No la formación universitaria, los doctorados, los masters… la EDUCACION, la que deben impartir los padres, los maestros (ahora y siempre perseguidos por construir mentes libres), la que se adquiere y te enseña la vida. Si no construimos una sociedad basada en la educación, que es empatía, solidaridad, justicia, si no pensamos como ciudadanos, como compatriotas (la política ha ensuciado el término), no saldremos adelante.

   No soy optimista. Además de comportamientos aislados, pero numerosos de conciudadanos que no acaban de ver el peligro real de la situación, están los políticos. Me da la impresión que en este campo la batalla está perdida. Si en una situación de riesgo real para los ciudadanos que representan, no tienen la capacidad de unirse en el fin común de levantar el país, con la que nos va a caer. Si la estrategia va a ser únicamente la de la campaña electoral permanente para desgastar al enemigo, entonces vamos directos al caos.

   El escenario político es tan decepcionante, tan patético, que tengo miedo.

   Si fueran una mano de póker, devolvería todas las cartas.

Remamos. Kany Garcia y Natalia Lafourcade


ÀNGELS

miércoles, 13 de mayo de 2020

   No volia escriure. Esta vesprada he plorat prou com per a no necessitar buidar més el cor, però hi ha tant perquè plorar que estic ací enfront del teclat. M'he adonat amb eixa angoixa, que ningú dels que allí estàvem i dels que no han pogut estar, que no faltava ningú. Mª. Ángeles ha convocat amb la seua absència a tota la família. Ni els majors que se n'anaren davant han deixat de fer-se presents. A ells els plorarem d'altra manera, els acomiadarem desitjant-los un bon viatge i agraint-los el seu esforç per construir-nos. A Mª. Ángeles no la volíem deixar anar perquè ens pareixia massa prompte, lluitàvem impotents contra l'evidència i ho féiem enmig d'esta surrealista distància imposada.

   I malgrat no poder abraçar-se i besar-se, vos he sentit molt a prop.

   Tantes vegades que hem estat junts, tantes vegades que hem pensat que teníem una gran família i mai no ho havia vist tant clar com hui. El dolor ens fa patir, però també ens fa grans, ens fa créixer, fa que els ulls pugen vorer amb claredat els detalls que la quotidianitat ens amaga.

   En sent més Estudiant que mai i ara sé, que mentre un de nosaltres estiga present, ningú mai faltarà.

La Oreja de Van Gogh - Mi Pequeño Gran Valiente


LA GLOBALIZACIÓN DEL MAL

miércoles, 22 de abril de 2020

     Desde hace años hablamos de la globalización y de las ventajas de este mundo que nos ha tocado vivir donde todo está al alcance de la mano, o de un click. La universalización de la información. Todos conocemos lo que ocurre en cualquier parte del mundo, aunque no sepamos que pasa en casa del vecino. A pesar de que el 90% de la información está, si no manipulada, al menos sesgada, nos creemos informados. Por no hablar de las mentiras. Los fake news se han convertido en actualidad, su tradición viene de lejos. Ni Cesar pasó el Rubicón con un ejército numeroso, el bulo le sirvió para asustar a sus contrarios, ni que Catilina deseaba incendiar Roma cuando fue acusado por Cicerón y acabó muerto por ello. Ahora no se divulgan en los mentideros del mercado público, son el arma de los Big Data. Se pueden destruir reputaciones, aupar caudillos y manipular votos, tienen un sinfín de aplicaciones. 

     Todo está en internet, si no lo sabes, consultas en Wikipedia y pasas por ser el más informado de los mortales. Hemos llenado de información las redes, pero seguimos buscando la que nos conviene y además la encontramos. Si eres de izquierdas puedes encontrar las opiniones de izquierdas que te gustaría haber dado en primera persona y que compartes plenamente. Si eres fascista, ya no tienes por qué esconderte, otros dan la cara por ti, desarrollan tu argumentario públicamente. Si eres homófobo, pederasta, maltratador, puedes encontrar en las redes la justificación a tus actitudes, porque allí está todo. Creamos infinidad de amigos que nos dan sus like y nos unimos a plataformas y opiniones para odiar también de manera masiva a aquellos que no nos gustan.

   Hemos creado supraestructuras nacionales, la OMS, Naciones Unidas, Europa… Todas ellas con una filosofía encomiable, dispuestas a romper fronteras, a fomentar la Hermandad de los Pueblos. Nadie quiere estar sólo en el mundo, ahora el mundo es Global, pero si el planeta está en peligro se necesitan 25 cumbres del Clima para llegar a la más absoluta NADA. No hay compromisos, solamente intenciones, cifras de objetivos que no se alcanzan porque no se tiene voluntad verdadera, sólo fingido buenismo. Europa y la FAO ven como llegan inmigrantes por pura hambre y miseria, pero no emprenden acciones que solucionen los problemas en origen, ni en destino. Sólo palabras grandilocuentes, mensajes de planes futuros que nunca llegan. Cada país, cada Gobierno y casi diría cada ciudadano (salvando honrosas excepciones que no hacen sino confirmar la regla) mira hacia su ombligo, analiza cuanto le cuesta acabar con aquello y vuelve la cabeza porque le entra vértigo. Los países piensan en sus mercados, en sus economías, los gobernantes en sus votos, los ciudadanos en su posición social. Globalizarse está bien, pero sin cambiar lo mío, yo hago lo que puedo, dice nuestra blanqueada conciencia.

   Lo único que hemos sido capaces de compartir ha sido el virus. Esa globalización, moviéndonos arriba y abajo, de este a oeste ha permitido que nos prestemos desinteresadamente la infección. Esta pandemia nos ha unido, todos con mascarilla, un Mundo Nuevo con la adecuada distancia social. Todos reunidos frente al televisor para ver nuestras estadísticas y la de los vecinos. Todos encerrados y atemorizados. La concepción global, con todos los instrumentos de información podría haber servido para advertir a otros del riesgo, para dar la voz de alarma, pero nos pilló mirando el ombligo. Era muy difícil de ver hasta que no estuvo encima. Desde nuestro encierro compartimos con nuestros compatriotas el anhelo de que esto acabe, la tristeza de tanta muerte, la rabia de encontrarnos en esta situación inmerecida, el agradecimiento a la gente que lucha por nosotros (se supone que los gobernantes también luchan por el mismo objetivo, pero nadie les aplaude, si acaso se les hace escarnio público, como si fueran los únicos responsables). Vemos una oposición ensañada en que caiga el Gobierno por su mala gestión, sin aportar más que gasolina para que siga el incendio.

   Ahora hacemos bandera común de esta lucha, todo parece enfocado a un renacimiento solidario. Hacemos héroes a los que hacen su trabajo, como lo hacían antes y no los aplaudíamos, como seguirán haciéndolo después. Creo que es una ilusión pasajera fruto del miedo, cada cual sigue pendiente de su ombligo. Si trasciendes las fronteras a esos espacios de Hermandad ficticios, los que se encuentran mejor no ven claro que tengan que abandonar sus privilegios para ayudar a los que consideran que lo que tienen es fruto de su mala gestión. 

   Vamos a pagar caro esta catástrofe. Estoy seguro que saldremos, pero no mejores, sólo más pobres. La pobreza no puede ser generosa, es egoísta porque sufre. No habrá héroes después, sólo vencidos. Trato de mantener la débil llama de la Esperanza, algún día el Mundo cambiará y sólo una crisis puede hacerlo, pero no todos los días lo creo.

   Cantemos a gritos el Resistiré, aplaudamos con ganas y apretemos los puños. Seremos fuertes y llegará la calma, pero la tan ansiada Justicia Universal, la Solidaridad entre los Pueblos Hermanos seguirá siendo un bonito sueño de la Humanidad.


Wicked game - Daisy Gray

UN AMIGO INVISIBLE

sábado, 11 de abril de 2020

   Este amigo vino de visita, como a veces lo hacen los amigos invisibles, sin llamar ni quedar conmigo. No digo que fue del todo inesperado. Ya sabía que había estado visitando a otros. Lo que no esperaba es que viniera con maletas, como a quedarse. No estaba preparado. Este virus vino vestido de gripe pasajera, pero está siendo una tortura. No hay enemigo pequeño, ya lo sabía. Pero no acabo de creerme este inesperado resultado.

   Dicen que está remitiendo y lo creo, pero ¿cuántos muertos son pocos muertos? Ha sido tan brutal, que las estadísticas las vemos distorsionadas. Una sociedad queriendo llegar al pico de la epidemia, a la meseta, conformándose con un retorno paulatino a la normalidad. Contemplando con horror las cifras ¿Qué será la normalidad después del COVID19? ¿Es verdad que estamos cambiando? Estos días de confinamiento, con tanto tiempo para pensar, para aburrirse, aplaudir, escribir wasaps, citarse en zoom e intercambiar información de la epidemia, ¿nos habrá cambiado el modo de ver el mundo?

   En las noticias ahora han desaparecido los escándalos, parece como que el mundo se hubiera reformado, pero con tanto dolor sólo quieren dejar de hurgar en la herida. Seguramente siguen pasando los mismos despropósitos que abrían antes los telediarios. Esta sinrazón que nos trastorna hace que en las noticias busquen la bondad de las pequeñas cosas, de los gestos solidarios, de las iniciativas generosas. No dudo que lo sucedido nos dará tiempo para pensar. Apreciaremos nuestros tesoros: la salud, la familia, los amigos, el tiempo, el trabajo, … ¿Cuánto tiempo nos durará en nuestra memoria el mensaje recibido? No es la primera pandemia que vive el mundo. Las hubo antes de la Peste Negra, que nos queda tan lejos que sólo parece un sueño propio de la Edad Media. En el siglo XIX las epidemias de cólera, en 1918 la mal llamada gripe española (se originó en Estados Unidos) mató entre 20-40 millones de personas (eso dice la Wikipedia). Y pese a todo esto, nuestro recuerdo está precisamente en la Wikipedia. ¿Cambió el mundo a mejor con esos desastres? La Historia ha acabado por repetirse tantas veces que hace dudar de ello. Nos preparábamos para defendernos de la Guerra. Se armaba el mundo para evitarla,  mientras para mantener la atención en ella se emitían en directo cada uno de los conflictos alimentados por los mercenarios. El rearme nuclear y la Guerra de las Galaxias como horizonte y un simple virus, un microbio invisible, una simple cadena de ARN con envoltura (una de las formas más simples de vida) nos pone en jaque. A nosotros, la especie que se impuso en la Creación, que desafió al propio Creador, que reta al Mundo desestabilizando el ecosistema.

   Nosotros no imaginábamos que podíamos ser desafiados por un ser insignificante, lo de David y Goliat no era más que un cuento de la Biblia. Ahora el miedo nos atenaza y escuchamos las trompetas del Apocalipsis, nos replegamos en nosotros mismos y prometemos ser mejores, hacemos buenos propósitos para reconducir esta sociedad descarriada.

   Solo con imaginar los efectos futuros de esta crisis siento escalofríos. Me doy cuenta de lo necesario de una redistribución de la riqueza. Veo el ejemplo de EEUU (primera potencia mundial) dónde hombres y mujeres no pueden acudir al hospital porque no tienen dinero con que pagarlo y siento verdadera rabia. Ninguna sociedad puede dejar tirados a los suyos. Nosotros nos miramos el ombligo por nuestra Sanidad, pero tras la crisis no se necesitarán hospitales, se necesitará trabajo, ayuda para salir del pozo a miles de familias que agotaron sus recursos en esta pandemia.

   Me pregunto si nos quedará memoria para acordarnos de que, si no salimos juntos, no nos haremos inmunes a las pandemias futuras. ¿A qué estaremos dispuestos a renunciar para equilibrar la balanza?

   Entre tanto pasa la tormenta, tratemos de defender la alegría para volver a Ser en un mundo nuevo, hagamos crecer la esperanza de renacer puros, reguemos la bondad que poseemos para que sea el motor del cambio.

   Hagamos caso a los poetas, no confiemos en la política.

DEFENDER LA ALEGRIA 
Defender la alegría como una trinchera
Defenderla del escándalo y la rutina
De la miseria y los miserables
De las ausencias transitorias
Y las definitivas
Defender la alegría como un principio
Defenderla del pasmo y las pesadillas
De los neutrales y de los neutrones
De las dulces infamias
Y los graves diagnósticos
Defender la alegría como una bandera
Defenderla del rayo y la melancolía
De los ingenuos y de los canallas
De la retórica y los paros cardiacos
De las endemias y las academias
Defender la alegría como un destino
Defenderla del fuego y de los bomberos
De los suicidas y los homicidas
De las vacaciones y del agobio
De la obligación de estar alegres
Defender la alegría como una certeza
Defenderla del óxido y la roña
De la famosa pátina del tiempo
Del relente y del oportunismo
De los proxenetas de la risa
Defender la alegría como un derecho
Defenderla de dios y del invierno
De las mayúsculas y de la muerte
De los apellidos y las lástimas
Del azar y también de la alegría

                         MARIO BENEDETTI



Iyeoka.Symply Falling

YO, TÚ, ÉL/ELLA, NOSOTROS...

viernes, 27 de marzo de 2020

   Yo reconozco que me equivoqué, yo era de los que pensaba que este virus era como una mala gripe. Nunca imaginé esta pandemia, que ha sido capaz de desmontar la rutina del mundo entero. En mi ignorancia, la del ciudadano de a pie (y de algunos prohombres del mundo), suponía que aquello que venía de China, no alteraría esta existencia confortable que creímos indestructible. Instalado en la seguridad de vivir en el primer mundo (sólo gracias al mérito de haber nacido en él) veía las nubes negras como el anuncio de una tormenta. Incluso imaginaba confabulaciones dirigidas al control social a través del miedo. Pero este sunami ha sido el peor de los sueños. Yo que no soy especialmente miedoso por naturaleza, tengo miedo de las consecuencias de esta crisis social y económica. No por mí, por ti también.

   Tú, que vivías instalado como yo en este oasis del mundo, a salvo de los maleficios, aparentemente protegido por el llamado estado del bienestar social, sentimos temblar bajo nuestros pies la estructura de la sociedad. Tú y yo, ya no creemos que los males siempre afectan al otro, al maricón con el Sida, al negro con el Ébola, al pobre con la crisis financiera que sucedió al colapso de Lehman Brothers. Todas esas epidemias han dejado de ser maldiciones de un Dios severo ante los pecados del prójimo. Ahora tenemos miedo porque la pandemia no es de ricos ni pobres, de hombres o mujeres, de Occidente u Oriente. El virus es democrático y nos lo repartimos por igual tú y yo, y el vecino, ese desconocido que va por la calle y es tan víctima como portador. Sólo los viejos temen más, pero también tenemos padres y abuelos, por eso el virus se ha instalado en la vida de todos. El miedo nos ha unido, no sé si nos hará más fuertes, pero nos ha unido, con una mezcla de sentimiento que es la solidaridad y el egoísmo, como es siempre la solidaridad, egoísta. Ayudo al otro porque es necesario para mi futuro, para mi seguridad. Tú abres ventanas, aplaudes a los médicos que no siempre han sido héroes, a veces han sido privilegiados a tus ojos. Porque ahora necesitamos al médico, a la enfermera, al policía, al camionero, al tendero, hasta el agricultor se convierte en un pequeño héroe a tus ojos y los míos. Todos esos que cada día levantan el país son admirados. Los futbolistas, las estrellas mediáticas tratan de liderar iniciativas solidarias para no apagar su protagonismo, que se ve ahora como excesivo.

   Él/Ella que cuando los oyes hablar dicen que ya lo veían venir, que esto ya lo sabían, que no saben cómo no se dieron cuenta antes tal o cual. Que son todos unos ineptos, que estamos manejados por inútiles. Tú y yo que repetimos esas aseveraciones también, por rabia, por impotencia, por miedo. Algunos desde la política, desde la calle, desde el despacho creen saber manejar mejor la situación, pero la verdad, sin disculpar la responsabilidad de cada cual, nos pilló a todos el toro. El virus nos pasó por encima por esa confianza de ser la especie elegida, la sociedad modelo, la reserva de Occidente, la élite de la sociedad. Ellos, tú y yo, que vivíamos instalados en el confort, viviendo contra el planeta, gastando y consumiendo por encima de nuestras necesidades, ahora vemos la simplicidad de la vida en el encierro de la cuarentena.

   Nosotros que gracias al virus ahora despertamos del sueño, que volvemos a una realidad de tonos grises, tenemos que salir de este combate fortalecidos. Quizá aprendamos, quizá no. Existe el ánimo de reverdecer como sociedad, tenemos el propósito de enmienda, el dolor de los pecados, sólo nos queda que la epidemia deje además de memoria inmunológica, memoria social. Que no se pierdan todos los buenos propósitos en la palabrería acostumbrada de quién sólo suplica por su vida, pero que pasado el peligro volverá a su cotidiana trivialidad. Sólo falta que todos estos políticos que desde una trinchera o la de enfrente, que ahora dicen desvelarse por nuestra salud apliquen las medidas solidarias que ahora anuncian y se inicie una revolución verdadera. Que la sociedad en su conjunto entienda que la vida es más simple, que se compone de abrazos, besos, amigos, familia, parques, verde, mar, cielo. No precisa móviles de última generación, de coches de lujo, de relojes exclusivos. Que es necesario que a más de nosotros pueda llegar lo que és básico, que lo que llamamos Derechos Fundamentales (salud, educación, vivienda…) sean de verdad el fundamento de la sociedad.

   Honestamente no creo que el virus sea tan poderoso, al final puede que sólo sea una gripe social y pasado el catarro, enterrados y olvidados los muertos volvamos a nuestros cementerios.

   Espero equivocarme, como al principio de la epidemia.

Toni Zenet. Fuiste tú.

MÁS DE UN MILLÓN DE BESOS

domingo, 15 de marzo de 2020

   Llevaba contabilizados más de un millón de besos a mi chica, todos ellos llenos de bacterias y virus, de esos que los niños toman a raudales en las guarderías. Es más, llevo cinco o seis meses con mocos por este sano intercambio microbiano que nos va curtiendo a ambos con la inmunidad. Dicen que para los niños es bueno que tengan mascotas, que las toquen y que adquieran del medio experiencia inmunitaria. Creo yo, que los abuelos también serviremos para ese digno propósito. Al menos esa era la excusa que me ponía para no refrenar mi instinto besuqueador con la niña. Esa pulsión que surge tras el primer atisbo de sonrisa al llegar a casa o que ya resulta imposible de parar si pronuncia las palabras mágicas: “abu” o cualquiera que dé a entender que no sólo eres reconocido sino amado. Entonces estalla un reflejo que parte del mismo centro del hipotálamo y dejas todo aquello que portas en las manos, olvidas todo el bagaje más o menos desagradable del día y la tomas como un regalo ofrecido por la vida en pago a no se que buena acción que haya podido cometer. Ni el bálsamo de Fierabrás cura tan bien las heridas del tiempo, las cicatrices de la vida. Supongo que cada cual se agarra a un palo ante la zozobra. Emma Naia se llama mi bote salvavidas.

   En estas estábamos cuando viene a visitarnos de forma intempestiva el Covid-19. El rey coronado de los virus mutantes, producto del intercambio inmunitario con los animales (zoonosis lo llaman, que suena más bien a espectáculo de circo). Conquista el protagonismo de nuestro mundo, abre y cierra telediarios haciendo olvidar las veleidades que nos acunan cada día y los cronificados problemas del planeta. Incluso tras ese ataque de pánico inicial, se abren puertas a la solidaridad, a la gratitud con el otro, porque ahora el otro importa. Es a la vez víctima y apestado, lo repelemos pero lo necesitamos. Porque está claro que no podemos salir solos de este reto, acabamos entendiendo el sentido de sociedad, de conjunto. No está mal para un bichito tan pequeño. Él sólo ha creado planes de contingencia, ha abierto líneas de investigación para crear una vacuna o un remedio de forma exprés. No está bien que muramos por esta inconveniente pandemia. Nos dejará sin duda memoria inmunológica a los supervivientes, no es tan evidente que deje memoria social, ni siquiera es seguro que el virus nos movilice tanto cuando llegue a África. 

   A lo que iba, que después de todo este lio, tras la emergencia nacional, con el miedo planeando sobre nuestras cabezas, nos hemos prohibido los besos. No hay duda, es la estrategia más inteligente y eficaz. Al fin y al cabo el amor no necesita las manos, sólo el corazón y los ojos. Pero tengo un problema, me cuesta reprimir el animal besador que habita en mí. Si pronuncian la palabra ”abu” actúa como un reflejo medular sin proceso cortical, es un abracadabra mágico. Sin duda mi contaje de besos está claramente en una tendencia recesiva. Cuando las cifras de contagios y muertes estén en descenso pienso remontar mi cuenta pendiente. Recuperaré los besos evitados.

   Besos y abrazos (virtuales)

   Fuerza a todos, hemos podido con enemigos más difíciles.



Lana del Rey. Cuando estábamos en guerra, seguimos bailando


ENTRE EL OLVIDO Y LA DESMEMORIA

domingo, 1 de marzo de 2020

   Entre el olvido y la desmemoria, existe un vacío inmenso. Habitan allí las tinieblas del alma, allí se esconde el lado oscuro del Hombre. La intemperie arrasa con su viento helado las briznas de piedad que empezaban a brotar entre la tierra árida. No existe lugar más tenebroso que las simas del olvido, donde se esconden los demonios que otrora parecieron ángeles. Es un camposanto de voluntades que fueron primero ideales, luego conceptos y acabaron abandonadas por la pereza. No hay lugar más triste que el que se halla sepultado por el olvido, enterrado bajo la arena traída por el viento de la desmemoria. La verdad oculta a los ojos ciegos y los oídos sordos por mentiras de autocompasión.

 Allí habitamos helados de frio, mirando con recelo el pasado que se nos aparece como un fantasma temible. No podemos ni queremos recordar que fuimos Hombres, que tuvimos ideales solidarios, que vivimos los sabrosos momentos de la ilusión. El manto negro del desengaño o del miedo nos encerró en la prisión del olvido. Nos tiene sujetas las manos y ya ni siquiera nos rebelamos. Sucumbimos a la tenacidad de la desmemoria que cada día nos roba un pedazo del pasado. Corrimos tanto perseguidos por el miedo, que hemos dejado atrás nuestros sueños y abandonados al resto de los caminantes. Ahora nos encontramos solos en este paraíso perdido, mirando a todos lados sin poder ver más que nuestro confortable presente, temiendo siempre que nos asalte la duda, que nos muestren la realidad de nuestra miseria futura.

   En África la muerte campa a sus anchas, las guerras, el hambre, la malaria, el dengue y la atrocidad de los bárbaros convierte a los hombres, mujeres y niños en víctimas. Congo, Nigeria, Chad, tantos nombres marcados por la siniestra mano de la muerte y la desesperanza. Oriente Medio y Asia se arrastran tras Occidente, suspirando por alcanzarlo y deja un rastro de cadáveres y esclavos que ven como se desvanece el sueño que vive casi a su lado. Los pueblos de América, los que conquistamos para llevarles la Fe de Cristo, los que pretendimos ayudar a formar parte de nuestra Historia y Destino, se debaten entre regímenes corruptos y revoluciones que siempre dejan la herida de la miseria. Aquí y allí, incluso entre los remansos aparentes de las democracias pertenecientes a los “dueños del primer mundo” hay pobres que expiran entre la opulencia.

   Todo esto parece que ocurre en otros mundos, en el nuestro sólo el coronavirus importa, es el único Armagedón que nos preocupa. Salimos corriendo a refugiarnos de los infectados, nos cubrimos el rostro con mascarillas, cerramos las puertas y nos encerramos para no formar parte de los apestados. No sabemos que por mucho que corramos, no podremos huir de la parca que nos espera en nuestro idílico y seguro mundo de desmemoriados. Aunque tratemos de olvidar que la muerte y la miseria infecta el mundo no borraremos su mancha. Sólo puede salvarnos el recuerdo y la memoria de los Hombres, es lo único que quedará de nosotros cuando nuestro polvo vuele liberado de la materia.


TERNURA

sábado, 25 de enero de 2020

   Tal como vivimos, metidos en la zozobra de nuestro Tiempo. Agobiados por el desasosiego y la aflicción que probablemente han acompañado a todos los Tiempos, pero que consideramos como exclusivos. Ante la congoja permanente que nos embarga al escuchar las noticias de los telediarios, los tertulianos políticos, los líderes de opinión,... ya no bastan los dones otorgados al Hombre por el Dios de los creyentes: Fe, Esperanza y Caridad.

   En este Mundo descreído, alejado de la Teología y dominado por la nueva religión que es el Mercado, se necesitan nuevas herramientas que la Gracia no administra. Las Virtudes que la Iglesia recomienda para el Bien son: Prudencia, Justicia, Fortaleza y Templanza, pero todas ellas son cada vez más inalcanzables. Ser prudente no garantiza obrar con justicia ¿Quién fue más prudente el que guardó su dinero en las preferentes de Bankia o Rato que supo guardarlo para que tras el juicio no haya dejado de ser más rico? La justicia lejos de ser ciega, es más bien sorda a los gritos de los desgraciados. ¿Quién es más justo, el que acepta Leyes que atentan contra la Equidad que es la Justicia Natural, o el que se rebela contra ella? La Justicia da a cada cual lo que merece, dicen de ella, nada que ver con la dama de la venda y la balanza que venden los Códigos.

   Fortaleza en el ánimo y Templanza ante la adversidad convierten al Hombre en resiliente. ¿Cuánto papel se ha escrito, cuánto coaching de pacotilla para afrontar la verdad de la vida? Si aceptamos que estamos en tránsito, que nuestra estela en el mundo es tan sólo el recuerdo y el amor de quienes nos conocieron, aceptaremos el infortunio sin abandonar la obligación de ser felices.

   Propongo una virtud que resume a las anteriores, la Ternura.

  Ternura no es mirar a los demás con amor (no soy capaz de mirar a los desalmados con buenos sentimientos), es mirarse a sí mismo con amor. Es quererse, entender que somos el mayor bien.

   ¿Acaso eso no se confunde con el Egoísmo? No, ese inmoderado amor a uno mismo es excluyente, no ve al resto. En la ternura, esa mirada hacia dentro no puede olvidarse el respeto al Otro. Atentar contra los demás es faltar contra uno mismo, contra la propia integridad moral. Con los afines, con los amigos, con los seres amados parece fácil, pero la Ternura consiste en que con esa misma mirada veamos al diferente o al ajeno.

   La Ternura nos hace humanos, es proteger lo indefenso y protegerse a sí mismo. Los niños nos inspiran el sentimiento con facilidad. La proximidad de un niño hace aflorar nuestra ternura. No se entiende quien atenta contra la Infancia. Miremos pues el mundo como a un niño y a nosotros mismos con esa misma tierna mirada.

   Sin renunciar a sacar los colmillos frente a los infames, los que con su vileza son capaces de pervertir la Ternura.

   Es la entrada 200 del blog de estos 10 años. Quiero celebrarlo con una poesía de mi hijo Robert, por si se me acaba la inspiración.

Regalo de despedida

Si sobre mí cae
la muerte prosaica.
Si han de despegar mi pellejo
de la autopista con espátula.
Si el cuerpo se me pudre
de repente caminando.
Si un día como otro…
Si el azar quiebra con su mano
infantil deletérea este
pequeño horizonte de juventud:
llegar a ser
viejo escribiendo.
Bueno, si eso pasa…
antes de nada, quiero
mandar mis condolencias
a sus familiares y amigos.
Estarán tristes. Normal.
Era un buen tipo.
Tampoco es la gran tragedia.
Se fue compensado,
quiero decir,
le sobran los besos en los cerrados
párpados para cruzar a nado.
A lo que voy, si eso pasara…
una sola cosa pido
como regalo de despedida:
déjenme verla crecer
del otro lado.

                                    Robert Gironés.
                                Naia