ORA PRO NOBIS

domingo, 29 de agosto de 2021

   Me cansa presenciar el aburrido ir y venir del mundo para llegar a la más absoluta Nada. Todo cambia para quedar igual, sino peor. Y lo más triste es que esta monótona secuencia de maldades nos acaba ensordeciendo los oídos. Ahora estamos todos con los Afganos. ¿Hasta cuándo? Es posible que necesitemos un mes o quizá más, pero el cansino martilleo de la brutalidad de los talibanes nos encallecerá el alma y dejará de ser noticia. Los Sirios lo saben, tras diez años de guerra nadie se acuerda de ellos, Bashar al Assat está a punto de ser reconocido como un dictador imprescindible para mantener la paz. Por mucho que haya masacrado a sus ciudadanos, acabará sentándose en la ONU e incluso se atreverá a dar discursos de Hombre de Estado. Los haitianos también saben de qué hablo, se han quedado ahora sin foto, tras el desastre del 2010 en que el mundo se volcó en su ayuda, seguían igual de miserables (la corrupción malversó su futuro), ahora el nuevo terremoto se ha quedado sin portadas. 

   No recuerdo el discurso que dió el Presidente americano cuando llevó tropas a Afganistán, "era inevitable para salvar la democracia mundial y la Paz en mayúscula". Es posible que lo hiciera el mismo presidente que se sentó en las Azores junto con los dos corifeos. Ellos se erigieron en los líderes que salvarían el mundo de las armas de destrucción masiva que nunca existieron. No sólo no nos salvaron, sino que sembraron las semilla del odio que ya se removía en la Tierra. Dos billones de dólares después, veinte años más tarde, qué discurso puede hacer un presidente que no sea: “Que Dios les proteja, nosotros no sabemos”. 

   Aznar y su bigotito también puso un pie sobre la mesa para hacerse ver, juró y perjuró que las armas existían y ellos nos librarían de los villanos (podrían haberse puesto al menos un traje de mallas como los superhéroes). Además de la guerra de Irak (por cierto, ¿Habrá vuelto la Paz a ese rincón del mundo? Porque no se oye nada), también envió soldados a Afganistan como respuesta al Mal. ¿Cuántos grandes hombres han unido su destino a Afganistán? Que le pregunten a Federico Trillo (el mismo que no reconoce su nombre en los papeles de Bárcenas), debería recibir la medalla militar al más nefasto e ignominioso trato al Ejército. La muerte de 62 militares en un cochambroso avión subcontratado, la bochornosa repatriación de sus restos mal identificados fue parte de nuestra contribución a esta misión fracasada. 102 militares españoles muertos en total y 19 años de trabajo allí y seguimos como al principio. 

   Ahora nos hemos implicado todos en la honrosa pero pírrica repatriación de afganos. Nos queda la espina de que debemos hacer algo por las mujeres afganas abandonadas a la sinrazón de esos bárbaros que pretenden sepultarlas bajo un burka. ¿Y a las mujeres malienses, a las marroquís, las Senegalesas…? las que llegan en patera cada día, acaso no huyen de dictadores similares, del hambre, de la miseria. Los hombres, los niños, las niñas ¿no merecen acaso el mismo trato? Al final todas son vidas destrozadas por la ambición de otros. 

   Nosotros firmaremos manifiestos, mantendremos el compromiso verbal de salvar a las mujeres afganas (si puede ser sin que nos pidan esfuerzos personales, estamos muy ocupados en nuestros problemas), pero al final serán sólo buenas intenciones. No sé si es cinismo o defensa personal. 

   Como en las preces de la misa cristiana pediremos: “por las mujeres afganas, roguemos al Señor” y contestaremos a coro: “Te rogamos, óyenos”


         KONGO. Come with me now