LA CHICA QUE SOÑABA CON UNA CAJA DE CERILLAS Y UN BIDÓN DE GASOLINA

viernes, 29 de mayo de 2020


Ya he tirado la toalla. Pensar que el Parlamento, la Cámara de representación de los españoles es un lugar de diálogo, es una utopía. No es sólo que no hay una intención de buscar salida a los problemas que nos acucian gravemente. Es que la pandemia ha encrespado más si cabe, los ánimos ya caldeados. A los insultos que desgraciadamente cada vez se hacían más habituales en un lugar que yo tenía por respetable y donde los modos eran tan importantes como los contenidos. Ahora se vacía de contenidos y se han perdido los modales. Palabras como miserable, mentiroso, villano, felón y un largo etcétera forman parte del diario de sesiones, que debe semejar más al de un patio de colegio que al de un Parlamento. La calificación de terrorista al padre de un diputado, que se ganó esa calificación por una Dictadura que sentenció de muerte a miles de ciudadanos, me parece obsceno. Como cuando Ortega Smith llamó torturadoras a las mujeres (las 13 Rosas) asesinadas por Franco. Cayetana Alvarez de Toledo no puede acudir al Congreso con cerillas y un bidón de gasolina. Como en el aeropuerto, a la entrada de nuestro Parlamento debería “cachearse” a sus señorías. No se puede entrar con bengalas, palos, navajas y petardos al lugar del Diálogo. Tampoco me gustan los malos modales de chulería, "no cierre al salir". 

No les pagan para eso. 
Lo que más lamento, es que todos estos calificativos que sus señorías atribuyen a sus compañeros de escaño, no son el fruto de un calentón momentáneo que personas ilustres pueden sufrir en una acalorada discusión. Creo que son claramente premeditados, que se llevan escritos y pensados previamente; para acaparar titulares, para tomar posiciones, para hacerse notar dentro de una estrategia política de arrebatar votos a los grupos competidores. Hacer política se ha convertido, no en el arte de buscar soluciones a los asuntos públicos, sino en actuar con el propósito de aumentar el recuento de escaños en las siguientes elecciones en un estado preelectoral permanente. 
En la RAE, Política se define como el arte, doctrina u opinión referente al gobierno de los Estados, pero también como cortesía y buen modo de portarse. Ni lo uno, ni lo otro. No se pretende gobernar, si no evitar el gobierno de la oposición. Respecto a los modos, no merece más comentarios. Esta sobreactuación permanente que busca crear “opinión” o entrar en el debate público, no para abordar asuntos de Estado, sino para denostar al contrario con descalificaciones absolutas, con infamias, injurias, insultos… es lamentable.
Si en este momento, en que el país va a salir en un estado de pobreza importante y nos puede sacar  del primer mundo del que pensábamos que nadie nos podía mover. Si ahora que se necesita una gestión eficaz, una acción de todos para reconducir la situación de miles de compatriotas que van a quedar en la cuneta social. Si en este preciso momento, el patriotismo sólo se va a medir con el trozo de tela de la bandera que uno exhiba como santo y seña de españolidad. Si sus señorías creen, que el pueblo al que representan se va a conformar con sus aceradas respuestas, sus réplicas incisivas, sus chascarrillos ocurrentes o las obscenas acometidas al rival. Si eso va a ser así, me bajo de este carro que sólo lleva al abismo.
El patriotismo se debe demostrar ahora con solidaridad, con cooperación, con empatía, con educación, con gestión eficiente, con aportar soluciones, con no romper el diálogo con bravatas, con inteligencia. Si seguimos en esta estrategia que ahora tenemos, lo único que nos queda por oír en el Parlamento es: “Eso salimos y me lo dices en la calle” y ya tendremos el arsenal completo del lenguaje tabernario.


CIVITA, CIVITATIS

viernes, 15 de mayo de 2020

   Ha pasado el tiempo del confinamiento, de la obligación impuesta. Recuperamos la libertad robada por las circunstancias. Si era necesario o no, lo sabremos en los siguientes meses donde la responsabilidad recaerá individualmente, en cada uno y en sus actos. Hasta ahora, encerrados nos hemos comportado como individuos que buscaban ser sociales. Éramos nosotros pero queríamos ser todos, los muertos nos recordaban nuestra vulnerabilidad (memento mori). Todo individuo se sentía partícipe de la Sociedad, interaccionaba con propuestas, iniciativas… El virus nos había unido, estábamos en guerra contra él, todos juntos. La desescalada va poniendo en evidencia que no hemos dejado de ser individuos. Que cada cual tiene sus prioridades y entre ellas la primera es uno mismo. No creo que se pueda aplicar la misma regla a todos, pero las imágenes nos hablan de comportamientos incívicos, de covidiotas repartidos por doquier. Una sociedad no se mide por su comportamiento ante el miedo, se mide justamente por la conducta ante la libertad. La libertad significa no hacer lo que uno quiere, si no hacer lo que uno debe de forma no impuesta. Kant aludía a la ley moral como una cualidad innata, ineludible y universal, con un imperativo categórico esencial:

   "Obra sólo según una máxima tal, que puedas querer al mismo tiempo que se torne en ley universal."

   Sería algo así como, no hagas lo que no quisieras que te hicieran a ti. Lejos de esclavizarnos, la ley moral nos hace libres. Si nos dejamos llevar por nuestros intereses, seguimos el principio de causalidad de la Naturaleza, nos comportamos como lo haría cualquier otro ser vivo. Cuando seguimos la ley moral nos convertimos en seres con libre albedrío, en individuos con Razón.

   Ese es el cambio fundamental, dejar de ser individuos y ser ciudadanos. Civitas, civitatis (de esa raíz derivan: città, citizens, citizenship, city, ciudad, ciudadano, ciudadanía) individuos que se dan para sí unas reglas, leyes colectivas que deciden cumplir para garantizar la convivencia. Confiere derechos y obligaciones. El problema, es que a diferencia de Kant, creo que no es una cualidad innata del individuo, se adquiere y la hace posible la educación. No la formación universitaria, los doctorados, los masters… la EDUCACION, la que deben impartir los padres, los maestros (ahora y siempre perseguidos por construir mentes libres), la que se adquiere y te enseña la vida. Si no construimos una sociedad basada en la educación, que es empatía, solidaridad, justicia, si no pensamos como ciudadanos, como compatriotas (la política ha ensuciado el término), no saldremos adelante.

   No soy optimista. Además de comportamientos aislados, pero numerosos de conciudadanos que no acaban de ver el peligro real de la situación, están los políticos. Me da la impresión que en este campo la batalla está perdida. Si en una situación de riesgo real para los ciudadanos que representan, no tienen la capacidad de unirse en el fin común de levantar el país, con la que nos va a caer. Si la estrategia va a ser únicamente la de la campaña electoral permanente para desgastar al enemigo, entonces vamos directos al caos.

   El escenario político es tan decepcionante, tan patético, que tengo miedo.

   Si fueran una mano de póker, devolvería todas las cartas.

Remamos. Kany Garcia y Natalia Lafourcade


ÀNGELS

miércoles, 13 de mayo de 2020

   No volia escriure. Esta vesprada he plorat prou com per a no necessitar buidar més el cor, però hi ha tant perquè plorar que estic ací enfront del teclat. M'he adonat amb eixa angoixa, que ningú dels que allí estàvem i dels que no han pogut estar, que no faltava ningú. Mª. Ángeles ha convocat amb la seua absència a tota la família. Ni els majors que se n'anaren davant han deixat de fer-se presents. A ells els plorarem d'altra manera, els acomiadarem desitjant-los un bon viatge i agraint-los el seu esforç per construir-nos. A Mª. Ángeles no la volíem deixar anar perquè ens pareixia massa prompte, lluitàvem impotents contra l'evidència i ho féiem enmig d'esta surrealista distància imposada.

   I malgrat no poder abraçar-se i besar-se, vos he sentit molt a prop.

   Tantes vegades que hem estat junts, tantes vegades que hem pensat que teníem una gran família i mai no ho havia vist tant clar com hui. El dolor ens fa patir, però també ens fa grans, ens fa créixer, fa que els ulls pugen vorer amb claredat els detalls que la quotidianitat ens amaga.

   En sent més Estudiant que mai i ara sé, que mentre un de nosaltres estiga present, ningú mai faltarà.

La Oreja de Van Gogh - Mi Pequeño Gran Valiente