AQUÍ Y AHORA

domingo, 18 de octubre de 2020

   Queramos o no, tenemos las circunstancias que tenemos y son tan cambiantes, tan impredecibles que no podemos pedir que nadie nos diga cómo vamos a planificar el futuro más cercano. Pero sean las que sean estas circunstancias, estamos. 

   Vivimos un momento inquietante, porque ante nosotros se abre un abismo. Una realidad que no es en absoluto optimista, a la crisis sanitaria se ha unido una crisis social que tiene visos de ser duradera. De la crisis de liderazgo político prefiero ni hablar. Nos esperan tiempos complicados, mucha gente va a estar en situaciones de vulnerabilidad que no hubiéramos creído ni por asomo hace unos años, incluso hace unos meses. 

   Como sanitarios en la primera ola fuimos aplaudidos como héroes. Por desgracia entonces nos enfrentamos a una pandemia sin información y sin medios y muchos de los trabajadores sanitarios pagaron un precio alto. Ha habido demasiados muertos. Pero precisamente por esto, porque nosotros representamos los que de momento seguimos a flote, debemos replantearnos nuestra suerte y nuestro lugar. Aquí y ahora. No necesitamos aplausos para hacer nuestro trabajo, necesitamos respeto, confianza en nosotros y por nuestra parte disposición a aportar nuestro esfuerzo en acabar con esta pesadilla. Si las circunstancias son adversas, si los dirigentes son incompetentes, si los medios son limitados, si existe un miedo natural a resultar dañado, lo que no podemos es tirar la toalla. No únicamente por los demás, sino sobre todo por nosotros mismos. Hacer bien lo que hacemos es nuestra obligación, pero además el cambio de actitud debe ser hacer bien lo que sabemos, pero disfrutando de ello. Motivarnos para buscar la felicidad en nuestro trabajo. La emoción es contagiosa como el virus, las neuronas espejo imitan lo que vemos (bostezamos cuando vemos bostezar, imitamos patrones de conducta y belleza…). Se trata de que nuestro hábito sea buscar esa felicidad y hacerlo también a través del trabajo. Es posible ilusionarse, cambiar el chip de que todo va mal, por el de voy a mejorar lo que pueda. En ese objetivo no están sólo los pacientes, estaremos también nosotros. El burnout es una crisis entre las expectativas creadas y la realidad. La realidad es la que es, pero nosotros estamos aquí y ahora para que la nueva expectativa sea mejorar nuestra forma de mirar al mundo. Si actuamos no como héroes, si no como supervivientes decididos a que este horror desaparezca, no sólo evitaremos caer en la depresión, si no que haremos más feliz nuestro entorno y con ello nos resultará más fácil seguir sintiéndonos más humanos. 

 

         Matt Simons - Catch & Release.