CIVITA, CIVITATIS

viernes, 15 de mayo de 2020

   Ha pasado el tiempo del confinamiento, de la obligación impuesta. Recuperamos la libertad robada por las circunstancias. Si era necesario o no, lo sabremos en los siguientes meses donde la responsabilidad recaerá individualmente, en cada uno y en sus actos. Hasta ahora, encerrados nos hemos comportado como individuos que buscaban ser sociales. Éramos nosotros pero queríamos ser todos, los muertos nos recordaban nuestra vulnerabilidad (memento mori). Todo individuo se sentía partícipe de la Sociedad, interaccionaba con propuestas, iniciativas… El virus nos había unido, estábamos en guerra contra él, todos juntos. La desescalada va poniendo en evidencia que no hemos dejado de ser individuos. Que cada cual tiene sus prioridades y entre ellas la primera es uno mismo. No creo que se pueda aplicar la misma regla a todos, pero las imágenes nos hablan de comportamientos incívicos, de covidiotas repartidos por doquier. Una sociedad no se mide por su comportamiento ante el miedo, se mide justamente por la conducta ante la libertad. La libertad significa no hacer lo que uno quiere, si no hacer lo que uno debe de forma no impuesta. Kant aludía a la ley moral como una cualidad innata, ineludible y universal, con un imperativo categórico esencial:

   "Obra sólo según una máxima tal, que puedas querer al mismo tiempo que se torne en ley universal."

   Sería algo así como, no hagas lo que no quisieras que te hicieran a ti. Lejos de esclavizarnos, la ley moral nos hace libres. Si nos dejamos llevar por nuestros intereses, seguimos el principio de causalidad de la Naturaleza, nos comportamos como lo haría cualquier otro ser vivo. Cuando seguimos la ley moral nos convertimos en seres con libre albedrío, en individuos con Razón.

   Ese es el cambio fundamental, dejar de ser individuos y ser ciudadanos. Civitas, civitatis (de esa raíz derivan: città, citizens, citizenship, city, ciudad, ciudadano, ciudadanía) individuos que se dan para sí unas reglas, leyes colectivas que deciden cumplir para garantizar la convivencia. Confiere derechos y obligaciones. El problema, es que a diferencia de Kant, creo que no es una cualidad innata del individuo, se adquiere y la hace posible la educación. No la formación universitaria, los doctorados, los masters… la EDUCACION, la que deben impartir los padres, los maestros (ahora y siempre perseguidos por construir mentes libres), la que se adquiere y te enseña la vida. Si no construimos una sociedad basada en la educación, que es empatía, solidaridad, justicia, si no pensamos como ciudadanos, como compatriotas (la política ha ensuciado el término), no saldremos adelante.

   No soy optimista. Además de comportamientos aislados, pero numerosos de conciudadanos que no acaban de ver el peligro real de la situación, están los políticos. Me da la impresión que en este campo la batalla está perdida. Si en una situación de riesgo real para los ciudadanos que representan, no tienen la capacidad de unirse en el fin común de levantar el país, con la que nos va a caer. Si la estrategia va a ser únicamente la de la campaña electoral permanente para desgastar al enemigo, entonces vamos directos al caos.

   El escenario político es tan decepcionante, tan patético, que tengo miedo.

   Si fueran una mano de póker, devolvería todas las cartas.

Remamos. Kany Garcia y Natalia Lafourcade