HORTICULTURA

viernes, 30 de octubre de 2020

   

   “Yo tengo mi buena cantidad de defectos; soy pasional, pero en mi jardín hace décadas que no cultivo el odio porque aprendí una dura lección que me impuso la vida; que el odio termina estupidizando , nos hace perder objetividad frente a las cosas” 

Pepe Mújica.

    Este hombre es para mí un referente moral y su despedida me duele como si lo conociera y se hubiera ido un amigo. 

   Cada cuál puede cultivar su huerto con lo que quiera. Puede plantar el odio y acabar idiota. Cada cual tiene posibilidad de abonar con estiércol y regar con mentiras la pequeña parcela de su mundo. Las semillas que depositamos en la tierra nos devolverán su fruto. Quien planta miedo que no espere compasión. El que desee sembrar violencia recibirá las pedradas de la vida, no se puede disparar con balas y recibir flores (salvo las de la sepultura). Somos libres de repartir el dolor que emana del egoísmo, pero cuando nos devuelvan el cambio no esperemos gratitud. 

   En este tiempo tormentoso quiero plantar en mi huerto hierbabuena, para que nazca la solidaridad de sus brotes y perfume de menta mis días. Salvia para dar valor al desesperado. Me hare infusiones de tomillo para vencer mi cobardía. Valeriana que me deje dormir con la conciencia tranquila. No faltará en mi jardín la saponaria que lave la suciedad que corrompe, regaré con agua abundante los establos de Augías y añadiré lavanda para que no se posen las polillas. La camomila blanca y amarilla me hará más fácil la digestión después de cada telediario, con jengibre evitaré la náusea y la Tila calmará mis nervios. Con caléndula y Aloe curaré las heridas. En el solsticio de verano, por San Juan, recogeré las flores del hipérico, nada como su aceite cicatriza los golpes de la vida (como bálsamo de Fierabrás). No faltará en mi huerto el romero ni el orégano, porque su olor me devuelve a la tierra mojada. Vahos con eucalipto y un té caliente para cuidar mis pulmones, de la Covid y de las palabras rasposas que asoman a mi garganta. 

   Cada cual que haga lo que quiera, pero yo pienso plantar mi huerto, aquí en Benifaraig. Lo regaré con mimo de la acequia de Moncada, aunque las aguas bajen turbias. No sembraré las semillas del odio porque no quiero acabar estupidizado mirando como el mundo se rompe en pedazos con los brazos cruzados.