ALBERTO LLEVAME AL HUERTO

miércoles, 30 de marzo de 2022

  Que emoción siento, tan próximo el Congreso. Lo hemos cuidado todo al detalle. Las flores, la gaviota, la música, el himno,… Los discursos con su contenido social, su puntito de sarcasmo, su veneno para Sánchez, un guiño a los ultras, sin que se note mucho. La verdad, no son tan malos, es verdad que parecen el enano gruñón vestido de torero, pero tienen buen corazón. Si hasta hace nada lo compartíamos todo, no sé por qué tuvieron que alejarse. Son como los hooligans, tan broncas, pero tan necesarios para animar al equipo. Creo que vamos a hacer buenas migas con ellos, que remedio. 

   Mi Alberto, él siempre tan serio, tan circunspecto y críptico, como buen gallego habla sin decir y dice sin hablar. Claro que eso también tiene un peligro, nunca sabes si viene o si va. Pero estamos tan contentos, como vamos a comparar con el otro, si se lo merendó ésta en dos bocados, no tenía ni media bofetada. No sé cómo pudimos creer en él. Si, ya sé que lo aclamamos como líder, pero eso siempre pasa, nosotros somos hombres de bien, leales, pero si nos tocas España u otras cosas, saltamos.

   ¡Ay! Alberto, que contento estoy. Entrarás en Sevilla como Jesucristo el Domingo de Ramos. No a lomos de un pollino. Tu entrarás con todo el glamur de una estrella. Habrá aplausos, vítores, sobre todo gritos de ¡Presidente!, ¡Presidente! Que se entere todo el mundo que un nuevo ciclo está a punto de llegar. El advenimiento de otro Salvador. Bueno, quizá no es muy afortunado este ejemplo de Jesucristo, que ya sabemos como acabó, pero contigo no va a pasar. Refundaremos, nos convertiremos en la fuerza arrolladora que nuestros acólitos reclaman, devolveremos la Fe a los descreídos. Todo eso del pasado, los papeles que ensuciaron nuestro honor y los traidores que los mostraron se pudrirán. No habrá yates con narcos, ni tesoreros corruptos, ni contratos amañados, borraremos de la memoria del pueblo esa visión distorsionada que dieron de nosotros. Somos ciudadanos honorables y la gente lo sabe, pese a toda la prensa comprada que nos manchó. Resistimos y contigo vamos a alcanzar el cielo, iremos de tu mano hasta lo más alto.

   Estoy tan emocionado, que como buen valenciano tiraría dos tracas, y se iban a enterar en Madrid. Pero a ver si piensan que ha sido ETA y la liamos. Mejor no me llevo los petardos. Si acaso haremos un castillo de fuegos artificiales para recibir a mi Príncipe. Es la flor en el desierto de nuestras penalidades. 

   Ya queda nada, paciencia y afinad las gargantas que habrá que gritar alto y claro que estamos aquí para ganar y expulsar a los okupas.

Esteban G.P. 

ETERNA SOMBRA 

Yo que creí que la luz era mía 

precipitado en la sombra me veo. 

Ascua solar, sideral alegría 

ígnea de espuma, de luz, de deseo. 

Sangre ligera, redonda, granada: 

raudo anhelar sin perfil ni penumbra. 

Fuera, la luz en la luz sepultada. 

Siento que sólo la sombra me alumbra.

Sólo la sombra. Sin astro. Sin cielo. 

Seres. Volúmenes. Cuerpos 

tangibles dentro del aire que no tiene vuelo, 

dentro del árbol de los imposibles. 

Cárdenos ceños, pasiones de luto. 

Dientes sedientos de ser colorados. 

Oscuridad de rencor absoluto. 

Cuerpos lo mismo que pozos cegados. 

Falta el espacio. Se ha hundido la risa. 

Ya no es posible lanzarse a la altura. 

El corazón quiere ser más de prisa 

fuerza que ensancha la estrecha negrura. 

Carne sin norte que va en oleada 

 hacia la noche siniestra, baldía. 

¿Quién es el rayo de sol que la invada? 

Busco. No encuentro ni rastro del día. 

Sólo el fulgor de los puños cerrados, 

el resplandor de los dientes que acechan. 

Dientes y puños de todos los lados. 

Más que las manos, los montes se estrechan. 

Turbia es la lucha sin sed de mañana. 

¡Qué lejanía de opacos latidos! 

Soy una cárcel con una ventana 

ante una gran soledad de rugidos. 

Soy una abierta ventana que escucha, 

por donde va tenebrosa la vida. 

Pero hay un rayo de sol en la lucha 

que siempre deja la sombra vencida. 

Último poema de Miguel Hernández antes de morir secuestrado en las cárceles de Franco, ese dictador que aplaude la extrema derecha y que cubrió de sombra nuestra patria.



         Sting. Desert Rose  
 

MONTAÑA RUSA

jueves, 17 de marzo de 2022

   La guerra todo lo envuelve. Bajamos en caída libre en esta montaña rusa de locura. Lo imposible se ha hecho real, lo que nunca pudimos imaginar. Ya lejos del asombro, asistimos hipnotizados al espectáculo diario de la depravación. La perversión que supone el daño al otro. Nada nuevo bajo el sol, pero ahora estallan tan cerca las bombas que nos despertaron de un letargo de ingenua inocencia o de ceguera conveniente. 

   Dijimos, saldremos mejores después del Covid. Ahora ya sabemos la verdad. La humanidad no mejora con las desgracias, las digiere, las olvida, las repite y se sorprende cuando suceden de nuevo. Nos subimos al tobogán de la pandemia con el miedo en el cuerpo, cuando llevábamos varios ascensos y descensos vertiginosos, con el corazón en un puño, agarrados a los barrotes de la vagoneta, dejamos de tener miedo. No es más que una atracción más, el vértigo de la vida. 

   Asistimos al drama de Afganistan como si fuera algo nuevo y atroz, después de haber olvidado Siria o Yemen, después de tanta desmemoria que pareciera que todo fueron sueños de una noche calurosa. La guerra de Rusia es un giro más de este gigantesco gran dragón que es la vida. Caemos en picado y ascendemos en un looping vertical que nos deja boca abajo y nos aterramos de nuevo. Cada historia que cuentan las madres ucranias y sus hijos que huyen dejando atrás a sus maridos, hermanos, abuelos, son un nudo en el estómago por la bajada al abismo de la miseria humana. No cabe en mi cabeza cómo un pervertido demente, puede ignorar el mal que está causando y lo justifica. Es atroz. Pero veo también que otras historias tan brutales como las que ahora nos aterran, ocuparon las portadas y nos movieron a compasión y a la pena más verdadera. ¿Qué quedó de ellas? ¿Llevaremos todas esas cicatrices en nuestro cuerpo o son llagas que curan sin dejar señal? 

   No puedo soportar las imágenes, sólo leo las noticias para no verlas. Sigo en la montaña rusa y empiezo a notar el vómito de tanta caída al vacío, pero me pregunto ¿Esta vez saldremos mejores? ¿Aprenderemos algo? No lo creo. La guerra es un negocio como otro cualquiera, los que las hacen son los ganadores, sólo los pobres las sufren. Subirá la luz, la gasolina, aumentará el presupuesto militar, perderemos la pequeña luz de esperanza que había prendido. Casi nos reconfortará no ser los agredidos por el loco, aunque el miedo siga presente. El mundo es oscuro. No somos los bellos Elfos, más bien nos parecemos a los orcos, pero vivimos el sueño de Frodo en la Tierra Media, en la arcadia del nuevo milenio.