ET IN ARCADIA EGO

lunes, 18 de enero de 2021

   Desde aquí, subido al pedestal de la impotencia, quiero ser breve. 

      Mientras caminamos plácidamente en esta nueva Arcadia, en este mundo feliz construido sobre sueños dementes y embebidos del poder de ser los elegidos, veo pasear junto nosotros la oscura dama orgullosa de su porte, ajena a los quejidos de los murientes. 

   Las plañideras se asoman a los altavoces y gritan maldiciendo en vano su nombre. Casandras condenadas al silencio que rompen sus gargantas inútilmente. 

      Los herederos del desastre contarán la verdad si no han quedado ciegos o mudos. 

    Mientras tanto, corramos con la lira en nuestras manos intentando rimar odas con olas, ignorando el abismo que se abre a nuestros pies. 

   Nadie soñó nunca que hubiera monstruos en el Paraíso.


DIALÉCTICA

miércoles, 6 de enero de 2021

   No es tan importante el diálogo como la escucha. El sentido real de una conversación, de un debate, de un discurso, es que exista un receptor interesado y atento. De nada valen las grandes palabras sin un objetivo en su diana, sin un oyente. Contemplamos a diario los diálogos de sordos que se suceden en los medios y en la vida diaria. Esta pandemia por ejemplo, gastamos mucho esfuerzo en elaborados discursos, estudiados consejos, advertencias, todas ellas repletas de lógica y buen tino, pero no conseguimos nada. Hablamos y hablamos, nos gusta oírnos o quizá nos sentimos obligados a hacerlo. Es nuestro deber realizar ese esfuerzo de enseñanza de nuestra ley, nuestra verdad. Olvidamos que primero necesitamos que alguien esté interesado en conocerla o si acaso, que despertemos su interés en ella. 

   El mundo está en constante diálogo. La televisión, la radio, internet, están llenos de opiniones, de debates y argumentos de expertos (o supuestos expertos) que conocen cada paso que debemos dar. Pero el resultado de tanto esfuerzo es escaso. Cada cual está más pendiente de sus propios principios que de las peroratas de los oradores que nos rodean. Los razonamientos ajenos, son tanto más válidos cuanto más se acercan a los nuestros, los argumentos de los demás no son importantes. Nos hablan y no oímos, aparentamos atender mientras dialogamos con nosotros mismos. Eso lo vemos a diario en la política, pero también en la calle. Somos más monologuistas autosuficientes que esforzados dialogantes. Es lo que hay. 

   Es necesario cambiar el rumbo para entenderse, dar un paso del diálogo hacia la dialéctica con el fin de llegar al conocimiento. La filosofía, perdida entre las ciencias, intenta alumbrarnos en el camino hacia la sabiduría. 

  Dejar que el oyente escarbe en el significado trascendente de las ideas y llegue a sus propias conclusiones (Dialéctica Platónica). 

  La duda no sólo es razonable, sino legítima, sentencia Descartes en su discurso. “la duda es el principio de la sabiduría” ('dubium sapientiae initium'). 

  El Idealismo y el Existencialismo defendieron la Libertad del Hombre, la subjetividad. “No hay una verdad eterna”, “la verdad es subjetiva” (Hegel). La Razón evoluciona con el conocimiento, a través de la transformación de los opuestos tesis y antítesis, que se resuelven en una forma superior sintética. Por tanto, dejemos que el Hombre se enfrente a sus propias dudas, que plantee sus tesis y debata consigo mismo, sólo él es capaz de escucharse. 

   Yo personalmente elegiría el método socrático. La “mayéutica” de maieutiké (técnica de asistir los partos). Hacer parir el conocimiento a través de las preguntas. 

    Dejémonos de discursos, de arengas y del exceso de información a que nos someten las noticias. Hagamos las preguntas concretas para hacernos entender.  ¿Cuántos muertos estás dispuesto a soportar? ¿Cuántos de ellos en tu entorno? ¿Y de estos, cuántos en tu propia familia? ¿Es más importante la riqueza que la salud? ¿A qué puedes renunciar para evitar que ambas se pierdan? ¿Importa más tu libertad que la libertad colectiva que incluye la tuya propia? 

   De nuestras dudas y nuestras certezas se alumbrará un nuevo conocimiento, una conciencia de Sociedad imprescindible para poner fin al caos. 

   No es que yo sepa las respuestas (soy un dudador), pero dejémonos de pláticas e interroguemos nuestra conciencia. Abandonemos la tutela permanente de los gobiernos e interroguemos a nuestro ego. ¿Qué queremos ser y que estamos dispuestos a sacrificar por ello?


   . "Sería la más completa burla al mundo si el que habría expuesto la más profunda verdad no hubiera sido un soñador, sino un dudador. Y no es comprensible que nadie pueda exponer la verdad positiva tan excelentemente como un dudador; sólo que éste no la cree. Si fuera un impostor, su burla sería suya; pero si fuera un dudador que quisiera creer lo que expusiese, su burla sería ya enteramente objetiva; la experiencia se burlaría por medio de él; expondría una doctrina que podría esclarecerlo todo, en que podría descansar todo el mundo; pero esa doctrina no podría aclarar nada a su propio autor. Si un hombre fuera precisamente tan avisado que pudiese ocultar que estaba loco, podría volver loco al mundo entero".

Sören Kierkegaard.

 

         ¡La Famille Beliér. Louane. Je vole