En estos tiempos de I+D estamos decididos a invertir en nueva tecnología. El Ministerio de Transición Ecológica y el de Innovación (si no están se les espera) apostarán por investigar una máquina del tiempo. Se acabaron los problemas. Que se avecina, por ejemplo, una nueva ola del Coronavirus, enviamos un emisario al pasado y advertimos del peligro.
Al principio encontraremos algunas reticencias. Sabemos que los ciudadanos que nos preceden o sea nosotros mismos pero un poco antes, son decididamente más tercos y poco dados a los cambios. Crédulos puede ser, pero no de personajes que vienen del futuro, ellos son muy suyos o nosotros muy nuestros, que ya no sé bien de quién hablo.
Bien, pongamos por caso que llega este Hombre del futuro con noticias del infausto devenir que nos acecha y consigue convencer a los medios de comunicación y con ello los gobernantes. Finalmente los ciudadanos ceden ante una verdad indiscutible. Arduo trabajo el del primer aventurero temporal. Primero porque si tras la desintegración y la recomposición atómica no queda mermado de capacidades, encontrará una Sociedad reticente. Alguien debe ser el primero y asumir esa contrariedad. Los sucesivos viajeros irán encontrado un caldo de cultivo más favorable, ya se habrán acostumbrado en el pasado a esas intromisiones temporales que traen catástrofes evitables y eventos adversos futuribles.
La duda, es si en ese mundo paralelo pretérito acabarann creyendo y asumiendo la responsabilidad de evitar los males que se ciernen, cuando el emisario regresa, se encontrará una nueva realidad donde lo que tenía que ocurrir no ocurrió y nadie le cree. Alguno incluso pensará que se trata de un falso profeta que pretende sacar rédito con sus fakes news, un agorero impenitente que hay que apartar.
Aunque, es verdad que los inventores de la Máquina del Tiempo sabrán que el emisario regresa del pasado. Pero, y si viendo las infinitas posibilidades del invento quieren vender su franquicia a empresas, que diría yo, farmacéuticas o industriales (sus viajes podrían inocular en el pasado necesidades, enfermedades para las que ya tuvieran preparadas soluciones tecnológicas, tratamientos), entonces ningunearían al viajante y este acabaría rechazado por todos.
No sé, no acabo de ver que la dichosa máquina acabase aportando muchas mejoras.
Pensándolo mejor, por qué viajar al pasado, siempre aburrido, obsoleto y oscuro. Cuando dispongamos de esa fabulosa máquina que el Ministerio del Tiempo ya estudia, lo ideal es ir al futuro. Allí no se pueden cambiar acontecimientos adversos, pero en esa nueva realidad dimensional habremos dejado atrás a todos los ineptos conocidos, imaginaos: políticos, jefes, incluso nuestra propia ineptitud sería olvidada. Decididamente sólo necesitamos la máquina con marcha hacia delante. Podemos contarles a nuestros hijos porque decidimos hacer lo que hicimos y ya no tiene remedio, aunque no les demos soluciones, les damos excusas válidas. Veremos avergonzados a los dirigentes que se empeñaron en aferrarse a la idea del cortoplacismo. En ese futuro lleno de nuevas tecnologías de las que seremos ignorantes, podremos dedicarnos a la Historia o a la narración realista del pasado que todo el mundo admirará por veraz.
Tengo dudas, no me veo en un Futuro como el que nos espera. Casi mejor me quedo en casa. Como mucho, si finalmente el invento se convierte en realidad, me ofrezco voluntario para volver a mis 17.
No admito más opciones. No pienso arreglar nada, pero volvería a vivir los mismos errores ( quizás alguno quitaría).
Por situarnos, hoy es el día 21 del año 2021 del siglo XXI