HYBRIS

sábado, 22 de junio de 2024

   Hybris es un concepto que se remonta al teatro griego, aludía a los actores que se excedían en su papel, para convertirse en los protagonistas. En la mitología se refería al castigo para los que sobrepasaban los límites de su humanidad y se creían divinos. Prometeo fue castigado con la hybris por robar el fuego a los dioses y dárselo a los humanos, fue encadenado y condenado para que un águila comiera su hígado cada noche. Zeus para vengarse de los Hombres creó a Pandora que abrió la caja de las desgracias humanas . 

   Hybris es la desmesura, la arrogancia de sentirse un dios, de creerse el Elegido. Es la prepotencia, el orgullo desmedido, la soberbia de quien cree que es único, que es especial y eso le da derecho a menospreciar al otro, de tratar de someterlo, de humillarlo. Es la osadía del que tiene el poder y se cree invulnerable e impune. 

   David Owen, neurólogo y miembro de la cámara de los lores en su libro: “El poder y la enfermedad” definió el síndrome de hybris para describir a los mandatarios que imponen su criterio porque se creen infalibles y son impermeables a la crítica. 

   ¿De qué me suena todo esto? 

   En verdad, la Historia es una ruleta que gira sin descanso, que repite incansablemente los mismos pecados, las mismas miserias. No sé si es la edad, pero veo a menudo ese síndrome de hybris. 

   Algunos son seres inviolables ante la Ley, que por un mandato constitucional quedan al margen de la misma y como si descendieran del mismo Olympo son invulnerables a la Justicia. Otros son súbditos aupados al poder que se otorgan facultades de líderes indiscutibles, piensan que son salvadores y no servidores. Son individuos o personajes, que adquieren la facultad de matar y ordenar matar porque se sienten impunes, creen que con ello protegen a su pueblo. Son ajenos a la moral, la guerra no es más que un remedio a los males que ven a su alrededor y que ellos vinieron a erradicar. Destruyen sin miramientos, ejecutan sus planes sin mirar a los ojos de los muertos, para ellos son objetivos deshumanizados. No importa el hambre, la destrucción, la soledad, la orfandad, sólo son efectos secundarios de su medicina. Son ciegos sin escrúpulos, malvados con espíritu mesiánico en que únicamente reconocen su verdad. Cualquier argumento racional es inválido contra su Credo, no hay límites en su acción hasta que consiguen su trono o hasta que se hunden con él y los suyos. Los vemos reunirse rodeados de banderas, con desfiles militares, con niños que les traen flores, haciéndose regalos, imponiendo cruces, medallas, aceptando galardones inmerecidos que pagan los otros, haciendo proclamas de sus virtudes, loando al amigo que quizá en el futuro recibirá el puñal de su mano. No piensan en la Verdad, en los Derechos Humanos, en la infancia destruida. No pueden pensar más que en sí mismos y su ascenso a lo más alto. Son narcisistas peligrosos, seres dañinos. Son amenazas reales para la vida. Están ahí, a veces nosotros mismos los pusimos en su sillón, les otorgamos el poder. Dijeron que eran demócratas y les creímos. Les dimos los votos, le investimos con títulos y cuando están arriba nos convertimos en su diana. Ensucian el entorno, escupen en la mano que les ayudó. Gritan libertad y preparan los grilletes, piden solidaridad mientras roban la caja, hablan de respeto con insultos y ofensas, defienden la mentira con argumentos falaces. Han infestado las tribunas, han poseído los medios de comunicación que fabrican sus mentiras, manejan como títeres las togas para defenderse y sostener sus acusaciones. 

   Me siento rodeado de enfermos, Aznares, Zaplanas, Ratos, Ayusos, Mileis, Putins, Netanyahus, son reencarnaciones de otros que les precedieron y predecesores de los que vendrán si no los remediamos. 

   Némesis es la diosa de la justicia divina, la que hace pagar los daños. Es posible que a cada villano le espere su némesis, pero por si acaso la Justicia Divina es tan ciega como la Humana, queda bajo nuestra responsabilidad derribar a los malvados, evitar que se exhiban, impedir que se aúpen al poder o estaremos irremediablemente condenados a soportarlos. Nuestras armas la crítica y el voto.


IDIOCRATAS

lunes, 3 de junio de 2024

   Los demócratas son una especie evolutiva o involutiva, según se mire. La democracia nació para sustituir a los autócratas, a los tiranos, el gobierno de un líder cuyo mérito era su crueldad para con los enemigos o su ascendencia, divina o pagana pero directamente asignada por nacimiento. Los reyes vinieron a ser derrotados por los aristócratas, el gobierno de los mejores según Platón. Los padres de la patria, patriotas de noble cuna que demostraron no ser más que nuevos reyes. Con la Revolución francesa creímos que nacía la verdadera democracia participativa y el gobierno quedaba en manos del pueblo. Depositamos nuestro voto en manos de los burócratas y en los tecnócratas porque  suponíamos que ellos tenían el saber de manejar los asuntos de Estado y de la Economía, pero han sido de nuevo un fracaso. Cada modelo ha ido creando nuevos espejismos que han resultado ser niebla y desierto. 

   Ahora que la política la administran seres corrientes, algunos sin carrera ni méritos (ni la meritocracia que airean como estandarte puede darles credibilidad), ahora que los simples mortales han ascendido a la cúspide del poder, podemos ver en ellos nuestras propias carencias. Se comportan como idiotas, como títeres de un teatrillo, que no es más que lo que su pueblo les anima a hacer. Nosotros también interpretamos el papel de idiotas aplicados y nos dejamos llevar por los eslogan, la propaganda pagada, las consignas de partido y todo el ruido mediático que acompaña las elecciones y que al final decide nuestro voto.

   Aquí estamos en los albores del triunfo de los que niegan la democracia aupados por los idiócratas que copiamos la Historia pasada como monos adiestrados. Nos auto convencemos que repitiendo el gesto del voto contribuimos a construir un mundo civilizado, pero la realidad nos da de bruces con la verdad, por doquier abundan los abascales, ayusos, trumps, netanyahus, mileis que nos llaman imbéciles mientras sonreímos embobados ante la pantalla y preparamos la papeleta.

Leonard Cohen - Dance Me to the end of Love ...