IN ILLO TEMPORE

sábado, 11 de julio de 2020

   La inviolabilidad del Rey me trae a la memoria la infalibilidad del Papa, conceptos que parecen sacados de un incunable pero que permanecen inamovibles en nuestro tiempo por increíble o inaudito que parezca. Estamos inmersos en el infinito mundo del IN. Me siento rodeado de esta partícula minúscula que todo lo ocupaba (no hablo del COVID). Infatigable, inasequible, inamovible, inabarcable, cada nueva idea que acude a mi mente viene precedida de su inmaterial presencia. 

   Una justicia insobornable, inapelable, independiente, incisiva, inclemente, incognoscible, tan ínclita y tan incontrovertible que resulta a veces increíble, incoherente e injusta. 

   La política insustituible pero insufrible. Incólume a veces, indecente otras. Incendiaria las más, infatigable al diálogo las menos. Adornada de insolentes, de inveterados vicios, con insolventes dispuestos a solucionar insolubles problemas. Con discursos inclusivos pero inanes, repletos de invectivas e inmoderados gestos, de incongruentes o inconmensurables falsedades. Incontinentes verbales, algunos intrigantes, intransigentes e inmaduros y aunque pocos, muy relevantes ineptos. 

   Veo patrias indivisibles con fronteras infranqueables. 

   Inmigrantes inmersos en los mares. 

   Independencias indemorables con inductores invisibles. 

   Individuos indignos, indolentes y con un indisimulado egoísmo, que se sienten indiscutibles pese a los indicios de incompetencia demostrada. 

   Retos inalcanzables por comportamientos insolidarios. 

   Información e intoxicación que sustituyen a la inteligencia. 

   Innecesarias mentiras, injurias, inconfesables intereses. 

   Y la inefable infección que nos infesta, infravalorada en sus inicios e infausta en sus resultados. 

  Esperemos ser capaces de inocular sentido común a nuestros insensatos inviolables, para que abandonen inicuos regios intereses. 

   Pongámonos “in itinere” “in memoriam” de nuestros muertos.


         Could you be loved. Bob Marley