LAS HORAS MUERTAS

lunes, 24 de noviembre de 2025

   Esta mañana a las 5 he cogido el vuelo de D’jamena a Casablanca, aquí estoy sólo en medio de la multitud, dejando pasar el tiempo para el enlace que lo tengo a las 16.40. Tiempo muerto que como no tengo para leer, escribo. He estado viendo fotos de las tres semanas. Las puestas de sol, el orfanato, le Bon Samaritain. Puedo decir que en conjunto es una experiencia fabulosa. ¿lo he pasado bien? Si, bien y mal, casi al mismo tiempo. Pero si es verdad que encontrar allí cooperantes que te introducen en el mundo nuevo de la realidad chadiana es una enorme ventaja. Ayer fuimos al mercado artesanal a comprar cosas. Es un espectáculo el regateo, te dan una cifra desorbitada que rechazas y dicen: discutamos. La reduces a la mitad y empieza el juego. Al final si te lo venden es que han ganado dinero, pero se encuentran objetos maravillosos. Por la noche cenamos en un libanes con cierto estilo. Tiene un reservado que es como un pub con música, barra y luces de colores, ambiente para el ligue de los que van entrando, muchos de ellos blancos de edad digna de no ser revelada con chicas jóvenes negras. No es necesario que diga más. Los chadianos son altos y nada feos, en las fotos que tengo con los estudiantes, parezco un enano. Las chadianas tienen tipazo, caminan rectas con sus vestidos envueltos y son en general guapas mientras la juventud se mantiene. Pasados los años digamos los 30-40 tienes que restar diez a lo que parecen representar. La pobreza y los hijos hacen envejecer mal. La población es pobre o muy pobre o simplemente miserable, pero hay algunos de ellos que tiene el poder adquisitivo de los blancos y visitan como ellos el libanes y otros garitos de igual pelaje. Como podéis adivinar representantes de consulados, embajadas, diplomáticos, militares afines al régimen, ministros, agregados, incluso representantes de ONGs. 

   Cada cual vive su vida y la mayoría la sufre. La ciudad es un caos de circulación con las motos invadiéndolo todo, carreteras mal pavimentadas, llenas de baches y calles sin pavimentar que son de tierra con socavones y montículos entre los que se acumula la mierda. Las motos son el método más fácil para moverte, los clandom, así los llaman. Bajar al centro desde el hospital 1000-1500 FC unos dos euros. Es un verdadero espectáculo, recorrer las calles. 

  Paso por la puerta del hospital para ir a mi paseo diario por el rio y saludan, Dr. Roberto, no pasas desapercibido nunca. Normal con pocos blancos entre el negro paisaje. A la vuelta del paseo que hemos hecho juntos varias veces Camino y yo, volvemos por Walia. No he podido hacer ninguna foto porque te juegas el tipo, no les gusta. Pero es un espacio lleno de chabolas de madera y hojalata, sin orden con suciedad y agua estancada por todas partes. El gobierno supongo que opina que eso es lo normal, unos al libanes y otros al fango. Nos miran pero nunca se han metido con nosotros, caminas sorteando clandoms y bicicletas, entre nubes de polvo, perros, cabras y gallinas sueltas, picoteando en los desperdicios que se amontonan. 

En el río conseguí hacerme amigo de los que llevan las canoas y hemos hecho un par de paseos en canoa por el lago (pagando claro, unos 2000 FC por persona) al atardecer, me ven y me saludan, no les importa ya que les haga fotos en los paseos, aunque hay que ser cuidadoso. 

   En fin, visto desde la distancia que cada vez va a emborronar más los momentos malos y dar luz a los buenos, sé que ha sido una buena experiencia, que con los años cada vez me cuesta un poco más.

Sidecars - Everest

LOS OJOS TRISTES DE LAS MUJERES

   Hay algo que es invariable, las mujeres que están en el hospital, casi no miran a los ojos, hablan en voz muy baja, casi imperceptible, hacen pequeños gestos como respuesta a las preguntas. Sus ojos están siempre tristes. Son como pájaros atrapados en una trampa. Tienen miedo y razones para tenerlo. Las veo en la sala de dilatación con dolor, no gritan, pero se agarran al barrote de la cama, se desencajan las caras, saben que hay un largo trecho hasta el parto. La sala de dilatación es compartida, dos espacios de 4 camas separados por el pasillo, no hay cortinas, cuando vienen las madres están allí todas juntas. Los ojos de todas ellas son tristes. La sala de partos no es menos desoladora, sin alma, no hay dibujos, ni fotos, ni vinilos con paisajes, sus paredes lisas verdes, de verde intenso, no invita a la esperanza. También hay dos espacios separados por un tabique, pero comunicados. El potro (al que nunca llamo así porque no me gusta, siempre digo silla de partos, aquí merece ese nombre) es una silla de partos antigua, con un hule negro fácil de limpiar, sin perneras. Tras el parto se levantan y vuelven andando a su cama. Incluso cuando están ingresadas y tiene a su hijo o hija que está bien, pasas visita y siguen con esa mirada llena de miedo. A veces les pregunto si están contentas y me dicen que sí, le digo sonríe y esbozan una sonrisa. 

   Algo que me impresiona sobremanera son los niños muertos, no puedo acostumbrarme, se me encoje el alma de pensarlo. No lloran a los niños muertos, seguro que están rotas de dolor, marcadas por la muerte de su hijo, pero no lloran, asumen, bajan la cabeza, entristecen más lo ojos y callan. Forma parte de las posibilidades, quizás algunas piensan que así lo ha querido dios, no lo sé. 

   Pero no son así las mujeres en África, las veo también en la calle y saludan a los amigos, se chocan manos, sonríen, ríen, se burlan de las cosas que les dicen los chicos, coquetean. No son diferentes a otras mujeres, en España o en cualquier parte del mundo supongo. A pesar de su miseria que se percibe por sus ropas, por los bultos que llevan sobre sus cabezas o los hijos amarrados a la espalda, se le ve diría que felices, al menos las jóvenes. Las estudiantes de enfermería del hospital igual que los estudiantes de medicina, se les ve la diferencia en los vestidos pero exhiben los mismos ritos, las mismas cosas de gente joven que vemos en nuestras calles. 

   El hospital crea un clima de tristeza que se introduce por los poros y trasciende el alma, corroe a las personas, deprime el espíritu. No se pueden hacer hospitales hospitalarios, acogedores, supongo que no y menos en África donde parecen más hangares de sufrimiento, almacenes de dolor, con paredes de cemento y armazón de hierro, toldos para la lluvia y jardines entre los pabellones que pese a que algunos tiene flores el polvo les ha quitado el brillo y la alegría. 

   El otro día, estando en la habitación empecé a oír gritos, gritos ensordecedores, desesperados, desgarradores. Había muerto una niña de unos cuantos años, no lo puede saber y su madre con sus tías, su familia gritaba desesperadamente por el pasillo mientras la llevaban al depósito, me daba incluso miedo asomarme a verlos, porque imaginaba lo que era, ya lo había visto antes. Insoportable. La triste realidad paralela que se vive en estas tierras, nosotros metidos en la burbuja de jabón y azúcar no somos conscientes de que de alguna manera todos somos responsables de lo que ocurre en otros mundos, no de forma individual, pero si colectiva. 

   Ya veis, hoy me ha dado por el drama, el gran drama de la vida. Escribirlo y visitar el rio me cura parte de las heridas.

   Viajar es crear, retienes en la memoria y la retina imágenes y experiencias que debes luego modelarlas para poder contarlas

LO CASUAL

jueves, 20 de noviembre de 2025

   La vida puede entenderse como una sucesión de acontecimientos guiados por el azar. También como algo predestinado, algo que ocurrirá porque está en tu sino, el destino, a él se acogen los estoicos ante la incapacidad de cambiar el futuro. En cambio, otros creen que todo sucede como fruto de nuestras decisiones y nuestra actitud, somos entones responsable de aquello que tenemos y de lo que carecemos, nada es casual sino más bien causal. 

   Todo es falso y cierto a la vez, las decisiones que tomamos marcan nuestro futuro sin duda, pero no es menos verdad que la suerte o la desgracia a veces aparecen de repente para romper un camino que podía llevarnos a la felicidad o al abismo. Si estaba escrito por un dios o una suerte de predestinación me cuesta creerlo. 

   Lo que percibo con seguridad que hay hechos que marcan el destino. Nacer en Chad o en un entorno de pobreza extrema te hace víctima de un futuro que no puede prometer mas que miseria. La gente que aquí nace, no tiene ninguna posibilidad. Nos marca el distrito postal, nos marca el lugar del mundo, la familia, el entorno y nada de ello es fruto de una elección personal. Si existe un dios que coloca a cada cual en un punto arbitrario del tablero es un psicópata, si no hay más que azar es una perversión de la vida misma. 

   Cada día en el hospital llegan mujeres con distintos problemas. Los embarazos son una carga que sólo las mujeres soportan. La mayoría con muchos hijos, si es que su naturaleza se lo permite. Muchas de ellas sin un marido que las respalde, con una familia que las ve sólo como criadoras. No sé de qué trabaja la gente, veo casas de pésimas condiciones, sin agua y sin luz las mas de ellas, cuando hay luz, va y viene, hasta en el hospital ocurre. Veo tienduchas en la carretera o en bajos de aspecto siniestro y mísero. Venden lo que producen otros, principalmente en China y Asia, ellos no producen casi nada. La mayoría baratijas, poco deben ganar sus dueños, porque poco tienen los que compran. Las enfermeras por ejemplo cobran 80.000 Francos Cefa (unos 130 euros al mes), ellas al menos tienen un trabajo remunerado y seguro. Al hospital llegan los pacientes y antes de cualquier atención (una ecografía, un análisis, una visita…) debes pasar a pagar lo que vale. Si no pagas no te ven. Parece cruel, pero si no lo hacen, nadie pagaría y el hospital cerraría por falta de fondos, el gobierno sólo aporta dinero por proyectos. Mantienen además la Universidad de Medicina y la Escuela de Enfermería. Enfermeras y estudiantes forman parte de los recursos humanos (en general, chicos y chicas muy espabilados). El que es ahora Jefe de Ginecología, fue alumno nuestro en 2010 (algo quedó de lo que hicimos, quiero pensar). Una ecografía vale unos 5000 FC (8 euros) un análisis de sangre 2000FC (3 euros), un parto 25.000FC (40 euros), si hay que hacer una cesárea, hay que hacer firmar el consentimiento al marido o si no lo hay, a su familia, la madre no firma, pero además tienen que ir a abonar la cesárea antes, 100.000FC o quizá un poco más con la medicación (65-70 euros). En la farmacia les dan una caja con todo lo necesario para la cirugía, hilos de sutura, gasas, medicación para la hospitalización. No se puede empezar hasta que no lo traen. La familia lo piensa y entre tanto, esperas. Cuando ya hay tomada la decisión de una cesárea, hace horas que puede que debería haberse hecho porque llegas cuando te avisan las matronas, pero hay que esperar posiblemente otra hora a que todo esté preparado. Las que llegan con condiciones de extrema urgencia, el aviso es inmediato, pero igualmente hay que esperar el pago o ponerse a hacerlo mientras van a pagar (unos lo hacen y otros no) cada medicamento que recetas pasan a la farmacia y lo abonan, es la familia quien lo trae antes de ponerlo en el hospital. Imaginamos a la enfermera con sus 80.000 FC que paga una casa, un alquiler nada barato de un antro, la comida de ella y sus hijos, el teléfono (todos tienen teléfono, Airtel se hace de oro) una moto de fabricación china o trasporte público: vanettes atestadas de gente… cómo afrontar estos gastos extraordinarios. Ahora me pongo en el sitio del que trabaja en la tienducha o mal trabaja en cualquier oficio no imaginable. A veces deciden irse sin hacer lo indicado, un aborto que había que legrar o situaciones aún peores, simplemente se van. No sé qué ocurre después con ellas. 

   Así que a esos que aún piensan en la meritocracia porque han nacido en una familia que les abre todas las puertas y engrasa sus estudios, aquellos que piensan que están ahí en la cumbre porque se lo han ganado a pulso, a los que desprecian a los pobres porque son ladrones, sucios... a los que creen que por derecho divino pueden disfrutar de sus comodidades sin considerar que hay mundos de mierda paralelos, a los que no tienen compasión de quien arrastra la miseria como una condena a perpetua, a los que se sienten ganadores, multimillonarios, grandes emprendedores, listillos o aprovechados pero justifican sus ganancias con su brillante inteligencia capaz de engañar a los demás, a los ilustres ignorantes, los papas de sus propias teologías, los creadores de contenido y couchers, los influencer, los paletos neandertales que pegan o insultan a los pobres, negros o inmigrantes, los que piensan que debemos soportar estoicamente los males que dios nos ha dado porque son una prueba para entrar en el paraíso, a los que compran y venden armas, los que ordenan las guerras, los que las utilizan en su beneficio haciendo caer en un infierno mayor aquellos que ya se consumen en la indigencia, a todos ellos que se vayan a la mierda. 

   “Henry Morton Stanley (embajador de Leopoldo II de Bélgica que encontró al desaparecido David Livingstone): La civilización nunca parece tan atractiva como cuando uno está rodeado por la barbarie; y sin embargo, la barbarie nunca me parece tan sugestiva como cuando estoy rodeado de civilización”


LA DISTANCIA

   La distancia da perspectiva, da visión panorámica como la que se ofrece al montañista la cima. Permite mirar hacia lo lejos. Se puede tomar aire para repasar lo vivido, ver errores y faltas, ausencias. Permite cerrar los ojos y pensar en lo que posees y no viste cuando lo tenías cerca. Saborear la importancia de las pequeñas cosas, los detalles que olvidamos mientras el segundero corre. Ese instante o esa eternidad pasajera ayuda a replantear el futuro o darle forma desdeñando lo superfluo. Tras el ascenso a la cima o tras llegar al destino inicias un proceso de creación propio, la acumulación de recuerdos, emociones, sonidos y experiencias que se quedan en la memoria o en la retina y que requieren tu propia modelación para poder ser contados. 

   Parado desde la cumbre se puede otear como un vigía el horizonte por donde el sol salió y desentrañar el punto donde se pondrá. En la soledad de la lejanía se siente el frío de la ausencia. Nada sustituye lo que quedó atrás. Incluso en la vorágine del trabajo no deja de sentirse la presencia lejana de los tuyos. Dicen que la distancia es el olvido, pero no es cierto, la distancia llama al recuerdo constantemente, te hace dependiente de las imágenes que quedaron grabadas en la memoria emocional.

   La distancia proporciona tiempo, que como el espacio es plástico, deformable, maleable. El tiempo necesario para la introspección, para regalarse a uno mismo y luego ofrecerlo a tus amigos y amados. Pero la distancia produce nostalgia, echar de menos lo cotidiano, desear abrazar a los próximos. La distancia te regala nuevos aires, saludables momentos y tristezas pegadizas que necesitan ser frotadas con fuerza para desprenderlas de la piel. En esos luminosos días que sucede lo novedoso y se eriza el vello de la emoción, crees que fue bueno tomar el camino y recorrerlo, pero el dolor acecha siempre tras las sombras para sorprenderte cuando estabas distraído con la nueva realidad. No tiene piedad y no mide el impacto, ni siquiera es consciente de a qué órgano alcanzará. La vida es ciega no trata de dañar ni agradar, lo que sucede es simplemente casual. 


“Viajar es descubrir que todo el mundo se equivoca. Cuando uno viaja, tus convicciones caen con tanta facilidad como las gafas; sólo que es más difícil volver a ponérselas en su sitio” 

        Aldoux Huxley


EL RIO QUE NOS LLEVA

jueves, 13 de noviembre de 2025

   Como el rio Congo que nos sumerge en el corazón de las tinieblas de Joseph Conrad o la infructuosa búsqueda de las fuentes del Nilo que emprendió Livingston. Como la metáfora de la vida en las coplas a la muerte de su padre de Jorge Manrique o la obra de José Luis Sampedro que titula este capítulo, los ríos han sido siempre fuente de literatura. No es que la mía lo pretenda, pero los ríos marcan el paisaje y lo construyen. Son alegoría de la vida, quizá porque son agua, el elemento hacedor de la vida. En la fuente de la Piazza Navona se representan los cuatro grandes ríos: El Nilo, el Ganges, el Danubio y el Rio de la Plata representando lo cuatro continentes. En la plaza de la Virgen de Valencia preside su ágora la fuente del Turia con las ocho acequias que riegan la huerta y el cuerno de la abundancia. 

   Un rio es el sistema arterial y venoso de las ciudades, las baña y les aporta lo necesario y recibe a cambio sus desechos. Pareciera un ser inerte, indolente, que se limita a pasar sin involucrarse con las vidas de los que lo comparten, pero no es así, los ríos definen a los Hombres y ellos al rio. Ambos son simbióticos y antagónicos, ambos confluyen y divergen, se aman y se ignoran, pero no se pueden evitar. Ambos son parte del cambio entre ellos mismos. Decía Heráclito de Éfeso: “ningún hombre se baña dos veces en el mismo rio, porque no es el mismo rio y él mismo no es el mismo hombre” El agua que corre buscando el mar, hace que cada instante el rio sea otro, adquiera nueva identidad, aun conservando su apariencia. Lo mismo le pasa a quien llega a sus aguas, somos distintos cada segundo que pasa, nuestras aguas también corren hacia el infinito o la Eternidad como nos gusta creer. 

    El río Chari no aparece entre los grandes ríos, ni figura entre las maravillas del mundo, pero aseguro que su puesta de sol es una de las más bonitas que haya visto y que su recuerdo es uno de los motivos que me ha hecho volver. El puente sigue con su tráfico endiablado e incesante con rabia de vida, pero el agua parece mansa y cuando el sol de la tarde la baña adquiere el tornasolado brillo iridiscente que va cambiando conforme el sol desciende, entonces se recortan en sus aguas las canoas y sus ocupantes, los árboles sumergidos por la crecida. Voy a verlo cada tarde a las cinco, cuando la luz empieza a ser rojiza. En Chad no se pueden hacer fotos, está prohibido sin pedir permiso y es peligroso, pero la otra tarde bajé hasta donde estaban las barcas y les pedí si podía hacerles fotos, por supuesto me pidieron dinero y acepté. Iba con Javier mi compañero y nos propusieron dar una vuelta por el lago que se forma en un lateral del río y aceptamos. Les di 5000FC (unos 7-8 euros) que a ellos les parecieron un regalo y a mí una miseria para disfrutar de ese momento impagable. Ahora cuando me ven pasear por la orilla me dicen si quiero dar otra vuelta. He quedado para el martes con Camino y Sabrina, dos cooperantes que están con nosotros en el Hospital. Las canoas son de una madera endeble donde permanentemente entra agua y van achicando, me mojé los zapatos y el pantalón. Al principio me daba un poco de miedo, pero conforme nos alejábamos y hacía fotos, se me venían las lágrimas. Definitivamente ya no saludo al rio como los días de antes, ahora puedo hablarle. 

   Del hospital debo contar pocas cosas porque como podéis imaginar hay más desgracias que las que yo puedo digerir, pero cuando miro el Chari se me pasan algunas penas.

  

“El río Congo es un curso de agua tan poderoso que llega a espantarte. Es tan hermoso como temible, tan dulce como salvaje. Es un río humano, un río con alma, el río que más se parece al corazón de los hombres, porque alberga en sus aguas las fuerzas de lo maligno junto a los latidos de la ternura. Es tan humano que da miedo.” 

Javier Reverte: Vagabundo en África

EL PUENTE NO TIENE CULPA

sábado, 8 de noviembre de 2025

   Hoy he cruzado le pont etroit en moto, de paquete claro, aquí conducir una moto o un coche es muy arriesgado. Tampoco se puede ir con cualquiera, hay algún motorista conocido que nos hace de taxi. Me gustaría pasearlo a pie, pero no nos lo recomiendan y en cualquier caso nunca de noche y solo. Hemos ido a le marché, el mercado general, no para turistas. Aunque tampoco creo que haya muchos turistas en esta zona. Iré más adelante al mercado de artesanía que si es un poco menos cutre. 

   El puente se cruza con motos, bicicletas y personas en ambos sentidos, sin ninguna línea divisoria, ni aparente orden. Huele a humo de motocicletas, le han robado el olor al puente. Por debajo fluye con bastante corriente el rio Chari, inmenso caudal de más de cincuenta metros de ancho. Todo ello con un sol abrasador, a 37º grados en el mes de noviembre. 

   La ciudad es un completo caos de suciedad en las calles, polvo, ruido, bajos con tiendas que igual venden alimentos que al lado venden gasolina. No he podido ver ni un solo edificio con unas mínimas condiciones que se parezca a una casa. Es la periferia, el hospital está en el barrio de Walia que es el barrio más pobre al otro lado del puente, pero cruzar el rio no garantiza entrar en el orden. Mañana iremos en moto de nuevo, iremos a misa en la Catedral. Al menos por ver el centro de la ciudad, no espero grandes avenidas asfaltadas flanqueadas por lujosos edificios. Al menos hace 15 años no era así. 

   La llegada al mercado se percibe olfativamente pronto, no hace falta quitarse el polvo de la nariz. Es un recinto cerrado que empeora el aroma, aunque estar a cubierto del sol después del viaje se agradece. Como hemos ido en dos motos, Javier y yo, uno de los conductores, Rome, se queda al sol vigilando las dos motos y Abdel nos hace de guía. Perderse en el mercado debe ser una de las peores experiencias. Imposible orientarse, son pasillos de tierra de un metro con otros que se cortan a derecha e izquierda, repleto de tiendas. Móviles , alimentación, droguería, tabaco, vestidos, telas… Mi objetivo era comprar alguna tela, los estampados africanos son preciosos, la mayoría impresos en Nigeria, pero hay que tener cuidado porque también los hay hechos en China. No compensa tanta penuria para llevar a casa un Made in China. Alrededor del mercado la suciedad se acumula: plásticos, restos de alimentos… junto a las tiendas que venden pollos que enganchan a las motos por las patas con manojos de dos o tres. Seguramente alguno de esos pollos son los que nos cocina Ali (el cocinero), pero habitualmente se disimula bastante bien con el guiso. Hoy la lasaña no ha sido su mejor plato, pero de momento no he tenido retortijones. Ayer viernes hicimos como cada viernes el aperitivo antes de cenar con los de aquí. Traje una botella de wisky JB que compré en el aeropuerto de Casablanca y jamón serrano de Mercadona (era como una especie de impuesto revolucionario al novato), el jamón fue víctima rápidamente, el wisky aguantó hasta después de la cena. Yo me dedique a la cerveza (Gala, se llama la chadiana), no me gusta el wisky. En el aperitivo ellos aportaron cacahuetes, muy ricos. 

   Esta tarde al ponerse el sol he ido como casi todas las tardes a ver el rio y su trasiego infinito de gentes, me han robado las siluetas que se recortaban a contraluz, hay una tapia de chapa que separa la carretera del nuevo puente que está a punto de ponerse en circulación, me queda ver el ajetreo moverse por el puente reflejado en las aguas del rio que pasa indiferente a todas las historias que lo cruzan, una suerte para él. El rio es indolente con sus criaturas, se mueve por su cauce o lo traspasa según las circunstancias sin pararse a pensar en los que habitan los márgenes (hay epidemias de cólera cada temporada de crecidas en el barrio de Walia), embarra sus vidas, destruye sus sueños, pero no es su culpa, es una criatura que obedece las leyes de la Naturaleza, de eso ya sabemos mucho en nuestra tierra. 

   Ya ha pasado una semana. 

“Los Hombres construimos demasiados muros y no suficientes puentes.”

El río no tiene culpa | Alejandro y María Laura & Greenpeace