NO SÉ SI SI ES SI

domingo, 20 de noviembre de 2022

A ver si puedo entenderlo. 

Se promulga una ley progresista, que está pensada para defender a las mujeres de los agresores sexuales y penalizar esa lacra. Parece que todos estamos de acuerdo en que actos como los de “la manada” son execrables, dignos de individuos podridos de ego, incapaces de ver el dolor provocado. Está claro que deseamos como sociedad acabar con esos actos violentos y miserables. 

Desde el Ministerio de Igualdad se dicta la norma. Irene Montero es su cabeza visible, pero seguro que detrás de la misma hay un trabajo ingente de muchas otras personas. Resulta que una vez legislado, la interpretación de la Ley posibilita la reducción de condenas de los agresores. Reducción al absurdo. Hay sentencias contradictorias, opiniones diversas de distintos jueces.  En celebrar un juicio se tarda años pero en revisar la condena muy poco, incluso antes de aprobar la Ley.

Sin duda hay una grieta en la Ley por la que se cuelan todas esas posibilidades. Pongamos que está mal. ¿Qué problema existe en reconocer que la Ley debe mejorarse para que no se produzcan estas situaciones? Incluso aunque sea sólo para evitar la interpretación de quien busca el resquicio para entrar. No pierde por ello el mérito quien pretendió crear un marco que busca proteger a las mujeres agredidas. Por mi parte el más profundo reconocimiento a quien quiere proteger de la barbarie a las mujeres.

Quienes votaron en contra no lo hicieron porque fuera una chapuza como ahora argumentan, sino por pura doctrina, porque tienen alergia a los conceptos que se mezclan con mujer o feminismo, por puro juego a la contra, porque quienes promueven la norma son para ellos el diablo.  

Aún con eso, acusar a todos los jueces de fascistas cuando no ocurre lo esperado, o cuando al menos es posible haberse equivocado, es una estrategia poco razonable. Juristas machistas, fascistas o simplemente de derechas los hay sin duda, como los habrá de izquierdas, progresistas o ateos. No parece inteligente culpar a un colectivo de los defectos de forma que pudieran existir en la Ley. Es la misma actitud que la Presidenta de Madrid incluyendo a todos los médicos en el colectivo social comunista porque se oponen a unas medidas claramente lesivas para la Sanidad Pública y para la ciudadanía. Pido disculpas por la comparación, el caso de la señora Ayuso no admite comparaciones por su personal idiosincrasia y la visión del metaverso que vive en su cabeza, similar a la que ofrece el consumo de psicotrópicos. 

También está la actitud de los que ya advirtieron del desastre. En el éxito son muchos los que nos apoyaron, en el fracaso muchos los que lo veían venir. 

Que si existe una grieta en la Ley se ha buscado agrandarla y hacerla visible, no me cabe ninguna duda. Es la forma de atacar una figura a la que la ultraderecha que vive en el PP, los que vocean desde Vox y la esencia del nacional catolicismo que pervive en nuestra sociedad, le tienen ganas. Lo hicieron antes con Iglesias. Es probable que las maneras de ambos les han ayudado en su trabajo, pero se han cebado en ellos. No van a soltar la pieza, continuarán insultando y desmereciendo el trabajo hecho, eso es seguro.

Ahora, lo que era un éxito de la Democracia, un paso en la modernización de nuestra sociedad, se convierte en un armamento de los que alientan el desastre, de los voceros del caos. Lo más lamentable es que la izquierda que debería mostrar el orgullo por una Ley progresista, se enreda en discusiones de conmigo o contra mí. Socavar la unidad de la izquierda no hace más que hacer probable que nos gobiernen personajes que me traen recuerdos del franquismo. Todo por mirar en exceso al ombligo de sus propios líderes, en vez de mirar al horizonte de la sociedad.  

Pensar que el Tribunal Supremo va a establecer jurisprudencia para mantener la Ley es un sueño improbable. Si algún tribunal ha demostrado sobradamente su sesgo conservador es este (bueno y también algún otro, para que engañarnos). No va a existir una declaración del TS que permita a Irene Montero no salir dañada en su imagen. La actitud inteligente de la izquierda no puede ser otra que defender la idoneidad de la Ley y si precisa, la reforma de la misma para que no exista posibilidad de interpretación del espíritu de la misma, ,que nos es más que defender a la víctima de las agresiones sexuales.  

“Sólo así, si es si”.

          Roberta Sá, António Zambujo e Yamandú Costa | "Eu Já Não Sei"