EL SILENCIO ESTÁ SOBREVALORADO

martes, 1 de noviembre de 2022

   Hace días que no se me ocurre de que hablar que no sea de la política, de la que no me apetece hablar.

  Pensé, el silencio es una forma de respuesta, un lenguaje. A veces una forma de introspección, de reflexión constructiva, de relajación de este espíritu alterado al que nos predispone la realidad. 

   Leí hace algún tiempo la Biografía del Silencio de Pablo d’Ors. Bien, es verdad que el silencio puede ayudar a serenar el alma, pero me pareció una especie de conversión a monje trapense, no es mi vocación. Soy más de pensar en el Silencio de los corderos. Callar es dejar que opinen otros, es asentir, ser cómplice de lo que ocurre, de tapadillo. 

   El silencio es a veces una estrategia, cuando no se tiene nada que decir, cuando se es un ignorante y prefieres que pase inadvertido. Hemos visto relumbrantes líderes refugiados en el plasma o en el discurso precocinado, en la respuesta no comprometida y sobre todo en: “mi palabra se ha sacado de contexto” cuando lo que se dijo se ve contradicho por la realidad. Otros amagan con decir, pero lo hacen con circunloquios tan complejos que parecen la Sibila del Oráculo. Para todo eso, mejor ¡Cállense! 

   Los hay que hablan sottovoce. Ellos mueven los hilos de la actualidad, son los que manejan a los títeres del mundo. Se les obedece por su poder, no necesitan vocearlo. Tiran la piedra y esconden la mano. Se creen los amos, los verdaderos líderes, pero ignoran que son a su vez marionetas de otros. 

   Los que hablan bajito por humildad suelen ser los verdaderos sabios. 

   Hay silencios que sobrecogen, son el oxímoron ejemplificado del silencio atronador. Casi siempre los silencios que preceden a la tormenta, los vacíos de ruido que acaban en disparo. Los silencios de los malvados suelen ser el tiempo en que planean su perverso plan. Bolsonaro con su silencio mantiene la tensión para que otros vayan creando el clima de terror que ellos maquinan. 

   Está también el silencio de los muertos, el que escuchamos hoy el día de Todos los Santos, aunque con Hallowen lo hemos convertido en un griterío insoportable. Es un silencio fingido porque siguen hablando en el recuerdo, mientras descansan bajo la tierra. 

 Es peor el silencio de los muertos de miedo. Los atemorizados que contienen el aliento porque no podrían soportar ninguna otra desgracia. Prefieren quedarse como están, que empeorar en su condición de víctimas, de pobres. Ese silencio me da lástima, porque tienen razón, son los más vulnerables, tienen todos los puntos de salir perdiendo si levantan la voz, pero a la vez nunca saldrán de su condición de esclavos del miedo si no gritan contra su opresor, contra su verdugo. 

   El silencio total no existe, se ha probado incluso en las cámaras de silencio. Está sobrevalorado su papel. Mis acúfenos lo murmuran y cuando callan, lo dicen mis pensamientos que no dejan de hablar. 

  El silencio es una entelequia. Son más necesarias las palabras. Escuchar, escribir, hablar.