EL QUE TENGA OÍDOS PARA OÍR, QUE OIGA

domingo, 3 de julio de 2022

   Tengo una duda existencial, hay tanto material para deprimirse con la actualidad que pensaba que era mejor no afrontarlo. Tengo un sentimiento de desazón que no acabo de quitarme de encima. Aunque prefiero caminar con una duda que con un mal axioma (Javier Krahe). No digo que la OTAN no sea una estructura a la que debamos o no pertenecer, yo me crié con el grito de OTAN NO, BASES FUERA, pero el mundo es el que es y soy consciente de que existen guerras y bandos. Al final, o perteneces a uno, o eres el de la clase al que todo el mundo pega. Aunque no quiero pecar de ingenuo. Todos los fastos que hemos visto donde parece que ocupábamos un espacio central en el mundo, sólo son una pose. La OTAN es al fin y al cabo una estructura militar y la guerra un negocio. El socio capitalista del negocio ya lo conocemos y por mucho que se empeñen en decir que es una estructura de defensa, incrementar el gasto militar no parece la mejor estrategia para la Paz, más bien lo contrario. Es un Juego de Tronos. Pero en realidad lo que más desazón me produce es compartir bando con los fascistas. Que voten SI al unísono PP y VOX me pone los pelos de punta y hace que me ponga en mi casilla de salida, como Felipe: “de entrada OTAN NO”. Los sabios dicen que rectifican, quizá por eso después de defender este principio, tras ganar las elecciones entonó el: “Donde dije digo, digo Diego” y fuimos miembros plenos de la estructura y ahora celebramos los 40 años (esa cifra siempre me recuerda la dictadura). Defenderemos el flanco norte y flanco sur, todos los flancos. No lo dudo. ¿Pero cómo? ¿A porrazos como los que administramos a los migrantes? 23 ó 37 muertos, son demasiados muertos para decir “Está bien resuelto”. Parece que no hemos aprendido de los muertos en la playa del Tarajal. La inmigración será un problema complejo, pero no puede resolverse sin dejar de ser personas. Nos mostramos generosos con los ucranianos que huyen de esta guerra miserable y nos sentimos bien. Los malienses o los sudaneses huyen de conflictos similares, pero para ellos no hay tanta comprensión, pese a que para llegar al monte Gurugú, han pasado un infierno (a los afganos, por supuesto ya los hemos olvidado). Las mafias no son las responsables (son los malditos bastardos), la responsable es el hambre, el desigual reparto de la riqueza en el mundo, las políticas depredadoras de Occidente sobre África y Asia, los gobiernos corruptos, el “puto liberalismo” que ya me cansa oírlo en la boca de los que creen que significa: “cada palo que aguante su vela y tonto el último”. 

   Entre tanto desacato siempre hay un cómico que me anima a escribir, la gran Ayuso: 

  “Veo sorprendente que, por ejemplo, que puedas cambiar de sexo o que puedas abortar al margen de tus padres y que no puedas optar a becas de bachillerato o Formación Profesional si tus padres tienen un nivel adquisitivo u otro y que, por tanto, tu esfuerzo, tu mérito y tu superación, no cuenten”

   Como dice Javier del Pino, Aznar y Ayuso ya no me producen repugnancia sino indiferencia, el oírlos es puro masoquismo. Pero atentos, habla con parábolas como si de se tratara del Elegido, un Iluminado por la Gracia que viniera a leernos el futuro. Es un oráculo, Sibila, la gran profetisa que nos anticipa el devenir. El que tenga oídos para oír, que oiga. Si no es bastante desatino mezclar el cambio de sexo o el aborto con las becas al estudio, el final del párrafo es para escandalizarse. Nada es casual. Ahora que el Tribunal Supremo americano está ilegalizando el aborto, se van creciendo aquellos “demócratas” que nunca lo fueron. Ahí está Mayor Oreja, discípulo o maestro de Aznar exhibiendo músculo y lo más rancio de la Iglesia, aquellos que todavía no han pedido perdón por la pederastia, rasgan sus vestiduras y son los defensores de la vida. 

    En el mundo los fascismos están avanzando, ningún derecho adquirido está a salvo. Atentos a las parábolas.

   La segunda parte del oráculo aún es más aterradora. Viene a decir, los hijos de los adinerados también merecen becas, que culpa tienen los chicos. Es decir con dinero de los impuestos paguemos becas a los que tienen posibilidades de pagarse sus estudios, por supuesto apoyando su educación en un buen colegio privado. Nada más lógico, las becas para quien no las necesita, esa es la tierra prometida, la nueva libertad.

   Como no, también habrá que contribuir al copago de los seguros privados de aquellos que no quieren sufrir los inconvenientes de una medicina pública empobrecida. 

   Defienden los “liberales” el concepto de meritocracia, como estrategia de progreso.  El que no llega a ser lo que se propone es por vago, por desidia. Legitima el mérito de los ricos por ser ricos, a los pobres en su pobreza. Esa es la cultura de las castas que añoran. No es que no crea en la cultura del esfuerzo, supone un gran esfuerzo y un mérito labrarse el camino, crecer en el escalón social, pero pienso que todos no parten con las mismas oportunidades. Quien nació pobre o sus padres no tienen recursos lo tiene infinitamente más difícil y por eso requieren de la solidaridad social, del reparto justo de la riqueza y los impuestos. Ese es el espíritu de la democracia y del propio Cristianismo.

   No me los tomo a broma, me dan tanto temor sus discursos, como la sordera de la sociedad que los alienta y los hace crecer. 

  Tras ilegalizar el aborto en España, acabaran dando becas para las que quieran ir a abortar al extranjero. 

  «El que tenga oídos para oír, que oiga». Cuando se quedó a solas, los que lo rodeaban y los Doce le preguntaban el sentido de las parábolas. 

  Él les dijo: 

  «A vosotros se os ha dado el misterio del reino de Dios; en cambio, a los de fuera todo se les presenta en parábolas, para que “por más que miren, no vean, por más que oigan, no entiendan, no sea que se conviertan y sean perdonados”». 

  Y añadió: 

  «¿No entendéis esta parábola? ¿Pues cómo vais a conocer todas las demás? El sembrador siembra la palabra. 

Mateo 13:18-23, Marcos 4:14-20 y Lucas 8:11-15. Parábola del sembrador.