DE ROGANDO Y CON ELMAZO DANDO

viernes, 31 de diciembre de 2021

   Ahora que acaba el año y en línea con el actual panorama político, quiero derogar. Entiéndaseme bien, no hablo de la Ley mordaza o la reforma laboral de reciente actualidad, ni siquiera de la Ley de Memoria o la Ley Trans, que se quieren derogar sin haber sido siquiera publicadas. ¡Que misterios encierra la política! 
 
   Yo quiero derogar la pandemia que ha subvertido nuestra plácida vida. Acostumbrados a nuestro libre albedrío, nos hemos avenido a cambiar la libertad cabal por estas libertades a medias. La libertad de tomarse unas copas con antígeno incorporado; la libertad de opinar de epidemiología y virología sin más que un master virtual, casi con la misma probabilidad de acierto que los sabios; la libertad de exigir medidas a la vez que nos las saltamos. Quiero derogar la PCR y la vacuna, ya nos hemos hecho demasiadas. Pero lo que en verdad deseo no es abolir, reformar o rebatir. Me gustaría más bien: De rogar (RAE: pedir algo a alguien con gracia o favor). Seguro que esta fórmula que ahora también ha venido a llenar los mensajes navideños apelando a nuestro supuesto sentido común, es más exitosa. De rogar, que a partir de mañana el Año Nuevo traiga nuevas maneras. Más solidaridad, más amor, más empatía, más paciencia. Falta nos va a hacer. Porque ¡Abracadabra, la pandemia ya se acaba! No va a funcionar. 
 
   A ver si de una vez tomamos conciencia de nuestra responsabilidad. Todos los de a pie y los de a caballo. Aquello de “salimos juntos o no salimos” sigue siendo la incómoda verdad, por mucho que la hayamos olvidado. Entre fiestas que salvar, elecciones que ganar, ganas de decir lo bien que todos lo han hecho, andamos aplazando lo inaplazable que es tomar conciencia de un cambio de ritmo, que no tiene porqué ser definitivo, ni radical. Sólo mirar a los lados y ver que existe gente. A ver si entre todos le ponemos el bozal al virus. Derogar las verdades absolutas, pero también las mentiras podridas. De rogar y apelar a eso que llamamos humanidad, que quizás habita en el fondo de nuestro ser, esperándonos. 
 
   Si no, habrá que coger el mazo (no el de los jueces, que ya se sabe que tiene otras funciones), el de la realidad de los muertos que empiezan a crecer y que van contando en voz bajita para que no nos asustemos, el mazo de los contagios contados y sin contar por falta de pruebas, que sobrepasa con mucho las olas previas. El mazo de la realidad que permanece oculta porque cerramos los ojos 
 
   Queremos barra libre, pero quien la tiene ahora es el virus que corre como el vino en fiestas. Elige: ¡La prosa o la vida! A la prosa no tiene por qué faltarle poesía,tu verás. 
 
   ¡Feliz Año Nuevo!

         Estamos al final de la pandemia, ya casi no quedan letras