UBI SUNT?

lunes, 25 de diciembre de 2023

   ¿Dónde están? Qué ha pasado con los valores cristianos que mueven la Navidad. Qué paradoja mayor puede tener el destino para que en los lugares donde el Mesías, nació, vivió y murió por la “Salvación” de las almas de todos los Hombres, se esté cometiendo este sacrílego aquelarre que es la matanza de Gaza. Aquellos lugares llamados Tierra Santa, la ciudad de Jerusalén, Belén o Nazaret, nombres que nos llevan a las raíces de las que bebe la historia de nuestra cultura, ahora están manchados de sangre. Desde el portal ya no puede verse la estrella que guía a los Reyes para adorar al Jesús nacido, ahora sólo se ven las estelas de los cohetes que son lanzados hacia Gaza para arrasarla. Dios debe revolverse en su sillón viendo ese constante brillar de las bombas sus explosiones y sus luces, los fuegos, los gritos de los sepultados bajo los escombros y los que corren despavoridos, en aquella que fue la tierra que eligió para que naciera su Hijo y Mesías. Es posible que Dios ya esté muerto porque no se pronuncia ante tanta barbarie o la vejez lo ha ablandado y no le quedan fuerzas. Si arrasó Sodoma y Gomorra por unos pecadores, qué pasividad muestra ahora con la intolerable crueldad de estos asesinos. Este Herodes contemporáneo, Netanyahu, tiene las manos libres para exterminar a todos los niños de Palestina. Si el mundo no grita basta y le aparta de las manos sus bombas es que Dios está en un coma irreversible y ya nada podrá devolverlo a la vida. Toda esta falsa comunidad de cristianos que adoramos la Navidad, no somos más que hipócritas y cínicos. Adoramos a un Dios agonizante, practicamos un Credo pacato, pusilánime ante las injusticias flagrantes. También Alá debe estar convulsionando, rodeado de sus propios vómitos al ver que sus fieles están impasibles ante la humillación de sus hermanos. Jehová entro en un estatus epiléptico al ver como sus hijos devolvían el odio recibido con más odio y Abraham ya no puede consolarlo y acabó en una depresión profunda. Todos los dioses y sus credos quedan convertidos en basura si sus creyentes no son capaces de reaccionar ante el horror. 

   La Historia nos ha acostumbrado a la maldad, al revanchismo, al crimen fratricida. Ya lo hemos leído muchas veces, pero verlo de primera mano en la historia que nos toca vivir, no sólo con Gaza, los ejemplos son tantos (Sudán, Ucrania...), que superan con mucho los actos redentores de la Humanidad. 

  Hoy en Navidad, después de una buena cena en familia, de los regalos, preparando el resto de días que son estas fiestas, no puedo quitarme de la cabeza los niños hambrientos, sucios, atemorizados por las bombas, por el horror de haber visto morir a tantos. No puedo dejar de pensar en los padres incapaces de protegerlos, impotentes y desesperados porque no ven el final del sádico ataque a su territorio. 

   Me pone triste la Navidad, es todo una farsa. Desde situarla el 25 de diciembre para sustituir una fiesta pagana, hasta su falso glamour, su espíritu de hermandad, los falsos mensajes de Paz y Amor. Es posible que alguna vez lo fuera, pero ahora no es más que un producto de mercado, una competición de luces para crear el “espíritu navideño”, unos villancicos de un empalago irreal, toda esta banalidad en el consumo masivo, …