AMNISTÍA, AMNESIA Y ANESTESIA

domingo, 10 de septiembre de 2023

   Se escandaliza la judicatura de la posibilidad de una amnistía. Se les eriza el vello, tan fina tienen la piel que no pueden soportar las ofensas a la Constitución. Políticos que fueron otrora líderes se echan las manos a la cabeza, rasgan sus vestiduras y nos advierten de peligros que ellos mismos provocaron. Yo, un ciudadano de a pie, un minúsculo socio de este país, también puedo escandalizarme de la amnesia de la que hacen gala unos y otros. puedo reírme cuando se invoca el espíritu de la Transición, el modélico paso de la dictadura, que parece que fue sólo obra y gracia de los padres de la patria. La transición la hicimos todos, fue posible porque era insoportable un régimen anacrónico y sanguinario en mitad de una Europa que nos llevaba 40 años de ventaja. Fue necesario porque más pronto o más tarde hubiera estallado la sociedad anestesiada por la propaganda fascista. Una sociedad que iba siendo descreída y abrió los ojos a otros horizontes. Fue porque algún economista del Régimen creyó que era más rentable convertirnos en demócratas que seguir bajo la tiranía. Los políticos fueron los mediadores y no cabe quitarles mérito, pero no son los autores, solamente los firmantes. 

   Con todo y con eso, me entran arcadas, tengo espasmos, al escuchar que la amnistía de los políticos catalanes rompe el espíritu de esa modélica transición. Tan modélica que sólo hemos necesitado 40 años para empezar, a traspiés, a recuperar la memoria histórica. Somos el país del mundo con más muertos en las cunetas y amnistiamos a los ejecutores. Algunos de los Padres de la Constitución fueron destacados miembros del franquismo y aceptamos la imposición por el dictador del Jefe del Estado (podríamos haber aceptado pulpo, con sus mismas manos largas). Levantó ampollas que se sacara al dictador de Cuelgamuros, sus monjes falangistas lo adoraban junto al otro cadáver. Idólatras necrófilos, sepultureros, guardianes de los muertos que no querían ni debían estar allí. Amnistiamos a los militares que perpetraron golpes de Estado, no sólo el del 36, también los Tejeros que tuvieron cautiverios de salón y marisco. Indultaron torturadores, ni Billy el Niño llegó a sufrir los rigores de la Ley, muy al contrario, recibió pagas y honores por su maléfica labor. Fue "necesaria" una amnistía fiscal que permitió regularizar el dinero escamoteado a los ciudadanos por los más “patriotas”. Se pudo amnistiar el fraude bancario y pagamos entre todos el desfalco. Gobernantes que no se atreven a maldecir el Régimen o que lo aplauden, claman al cielo y ruegan para que el Dios omnipotente fulmine con un rayo a los que ahora culpan de querer destruir España. 

   Ahora la palabra amnistía no “encaja” en la Constitución, es su condena. Lo dicen reputados juristas que antes vendaron los ojos a la Justicia y ahora permanecen caducados en sus puestos, lo dicen toda la derecha mediática y política, Felipe y Guerra (y otros) tienen ojos en la nuca que sólo les permite ver el pasado, pero no miran al futuro, se ven como el único referente del socialismo. Ellos que entonaron el OTAN NO y acabaron aplaudiendo a Mr. Marshall. Nos queda sólo por oír al dios Aznar, el que olvida que no había armas de destrucción masiva, nos enviará las siete plagas para expiar nuestros pecados (no tardará). 

  Hacen “encajes” de bolillos para explicar lo inexplicable, que quieren los votos de los independentistas pero al minuto los insultan. Dicen que el problema que ellos han alimentado con gasolina política y judicial, ahora no se puede resolver por la vía política. El 1 de octubre los políticos catalanes emprendieron una pantomima, una patochada que consistía en taparse las vergüenzas de sus trapicheos políticos, de su 3% con la bandera estelada. Apelaron a la emoción de un pueblo que ama su cultura y su identidad y los engañaron con un brexit que no eran más que falsas promesas de independencia. No hubo crímenes como antaño, sólo una estafa monumental. El referéndum fue tan ilícito como sus convocantes, pero de ahí a que la cárcel sea el remedio a un problema político hay una distancia. 

   No soy nadie para saber si cabe el perdón en la Constitución, pero si los políticos no saben resolver el problema político de la amnistía, para qué necesitamos políticos. Si después de la amnesia colectiva de estos más de cuarenta años de espíritu de la transición, no somos capaces de reconstruir el roto que causó el referéndum. Si no somos capaces de entender que la multiculturalidad, el plurilingüismo, la diversidad, son una riqueza que nadie nos puede arrebatar. Que el Parlamento y el Senado hablen las lenguas que hablan los españoles, no sólo no perjudica al Castellano, lo engrandece. Eso es hacer una España grande y libre. 

  Cada día este goteo de opiniones y verdades interesadas, de cambios de rumbo y el descrédito continuo de las Instituciones por parte de los políticos va creando una anestesia general. Nos vamos habituando a este clima tóxico de dires y diretes. El Presidente del CGPJ dice que el panorama de la Justicia es desolador, advierte del deterioro de la democracia si no se renueva y se da crédito a la Institución, apela a los políticos a hacer política y como si se hubiera esparcido por la sala un gas anestésico, nadie de los presentes se siente aludido, ni siquiera los mismos miembros caducados del CGPJ. Tan anestesiados estamos todos, que teníamos un cierto temor de tener a los franquistas a la puerta del castillo y ahora los tenemos dentro, tan adentro que cualquier día nos meten en las mazmorras. 

   Qué queréis que os diga, desde mi humilde posición de don nadie, manifiesto que prefiero la amnistía a la amnesia y la anestesia. 

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