NEGACIONISMO POLÍTICO

miércoles, 22 de septiembre de 2021

   Casado, Egea, Cuca Gamarra, Pablo Carbonell, todos a coro niegan a Pedro Sánchez como negara Pedro a Jesús, no hasta tres veces antes de cantar el gallo, si no siete veces siete. Un triste teatro que consiste en no rebatir, no aportar. La estrategia es tirar del caballo al jinete, cabalgan con lanza en ristre y yelmo ajustado, portando como palafreneros a la rancia estirpe del caudillo. Nunca dieron por legítimo a tal caballero y se aferran al no, al nada, a que todo está mal, al váyase señor Sánchez que tan bien le resulto a su bigotudo mentor. Cuando no se tienen argumentos, se posee la fuerza de negarlo todo sin atender a razones. Noes redundantes ante la subida del salario de los pobres, noes clamorosos a la intervención sobre los oligopolios eléctricos y sus ganancias, no vergonzoso a la renovación del poder judicial, no en el parlamento, no en Europa, no en Catalunya, no en cualquier recoveco que la negación resuene. Hacer del No un eco perpetuo, un retumbar de tambores, un grotesco eructo, un pedo esperpéntico, un grito al viento de poniente. Negar lo evidente, decir que no existe, desdeñar lo cierto o lo probable, incluso lo discutible debe ser censurado sin tratar de rebatirlo. Anegarse en el fango del insulto y la descalificación. Sus noes se amplifican en las ondas y en las linotipias, altavoces de la mentira interesada que siempre existieron, la verdad carece de crédito, la falsedad cotiza al alza. Es posible que consigan derribar al gobierno, que las urnas los aúpen y entonces negaran lo que hicieron. De Vox nada se espera, sólo ver el espectáculo vergonzoso que cada día llevan al Parlamento, burlándose de la institución. El diputado (juez en excedencia)  llama “bruja” a una diputada que defiende a las mujeres que se acogen a la Ley del Aborto. Quemarían en la hoguera a todos aquellos que consideran indignos de ser españoles (muchos de nosotros, como el general que quería fusilar a 26 millones). Niegan el derecho a opinar y pensar, quieren imponer la Ley del miedo. Los talibanes viven entre nosotros. 

   Estos negacionistas permitirán que el virus del fascismo nos azote de nuevo y sólo existe una vacuna, la educación, la cultura, la crítica.