NO EXISTE UN DOBLE RASERO

domingo, 7 de enero de 2024

   A menudo empleamos la expresión de usar doble rasero para situaciones similares en las que el tratamiento es dispar. Es falso, existe un único rasero. La simplicidad es siempre la respuesta más probable en la explicación de un hecho. En estos casos que pensamos que han sido tratados injustamente y no se han aplicado de forma idéntica las leyes, nuestra opinión está sesgada. Sesgada por la lógica. Cabría interpretar que situaciones similares van a recibir tratamientos semejantes. Pero, ¿Quién establece las similitudes? nosotros mismos, con nuestros erróneos criterios. Si en verdad conociéramos el modus operandi, el motor real de las decisiones, probablemente no veríamos la contradicción. 

   Un ejemplo claro es la guerra de Netanyahu y la de Putin. Pensamos que EEUU y Europa está utilizando un doble rasero. Error. Hay un único rasero: la conveniencia, el interés particular. Nos puede parecer deleznable, y en sí, es aberrante que ante un genocidio, la respuesta de los gobiernos sea el silencio o si acaso el cuchicheo de unas respuestas tibias. Pero, “es el mercado amigo” (sic R. Rato). Cuando Putin invadió Ucrania y cometió crímenes de guerra, Europa se puso rápidamente de acuerdo en que se atentaba contra el espíritu europeo, sus valores: la Libertad, la defensa de los Derechos Humanos. Apoyamos medidas en contra de Rusia, contribuimos con nuestra economía a engordar las arcas de los fabricantes de armas (que se han quedado sin stock de misiles), todo por una causa honorable, capitaneados por la potencia que lideraba esos valores, "el valedor de los pueblos oprimidos", América. Ahora nos crea estupor ver como EEUU vota casi en solitario en la asamblea general de la ONU en contra del alto el fuego en Gaza. Parece una contradicción, un momento de ofuscación de Biden ante el impacto de las acciones terroristas de Hamas. No seamos ingenuos, es un acto perfectamente coherente. En su momento Rusia era el enemigo, no por atentar contra los valores “morales” de Occidente, si no porque siempre es conveniente debilitar a una potencia económica rival. Compramos el argumento de los Derechos Humanos y nos sentimos reconfortados por ser tan civilizados, a pesar de pagar la factura con nuestras economías y más pobreza a nuestros pobres. Encarnamos al auténtico pagafantas. 

  Ahora contemplamos con estupor, con el aliento contenido, las miserias, las atrocidades, el inmisericorde bombardeo de la población civil gazatí. Estamos escandalizados de la inacción de los gobiernos ante tal crimen. Netanyahu y su gobierno fascista extermina un pueblo y arrasa su territorio y poco a poco este atentado terrorista va perdiendo espacio en los titulares de los medios. ¿Bochornoso? ¿Doble rasero? No. Es la misma razón la que impulsa los dos comportamientos. La conveniencia política, el interés comercial, la geoestrategia. Al fin y al cabo, que Israel ocupe el territorio que desde hace años controla, asedia, que elimine un pueblo que no representa una papel importante en el mundo, qué más da. 

   Es un retrato perfecto de nuestro cinismo, del credo neoliberal, de los principios del capitalismo, no sé cómo llamarlo, pero sí sé lo que supone. Representa el más absoluto desprecio a los Derechos Humanos, es la representación de la hipocresía, es una muestra de la ceguera colectiva y la irresponsabilidad de los gobiernos. Permitir que no existan unas normas con la que medir la imbecilidad, la maldad, el crimen, las conductas aberrantes en la paz o en la guerra, es dar patente de corso y argumentos a los malvados. Toda esta violencia sembrará el mundo de nuevos integrismos, dará razones a los enajenados para buscar venganzas, la revancha. Permitirá que de nuevo parezca que hay un abismo entre Oriente y Occidente, cuando lo que existe son personas y culturas con idénticos propósitos, vivir. 

  No quiero ni pensar que puede ocurrir si en su rabia, en su enajenación mental Hamas ejecuta a los rehenes. ¿Qué hará Netanyahu, soltar una bomba nuclear sobre Gaza? La destrucción ocasionada por los misiles dicen que equivale a tres bombas de Hiroshima. No habrá rasero para medir el límite de maldad en las respuestas a la bestialidad de los bárbaros. Ya veremos cómo acaba y ya veremos como queda nuestra conciencia cuando Palestina sea un cementerio.

Daniel Barenboim. Ceremonia de los Premios Wolf 2004