MALAS COMPAÑÍAS

jueves, 16 de noviembre de 2023

   El problema de nuestros políticos no es tanto la amnistía, el liderazgo, el fuego amigo y sus traidores. El problema que tienen planteado es debido a sus malas compañías. 

   El PP se aventuró con VOX creyendo que ambos conquistarían el poder. No podía ser de otra manera. La derecha unida jamás será vencida, pensaron. Hubo un pequeño error de cálculo. VOX no es la derecha, ni siquiera la ultraderecha, en su competencia con el PP por diferenciarse ante la opinión pública, muestra su verdadera cara que es el franquismo puro y duro. Si caminas con un cojo, dicen que acabas cojeando. Pues bien, por mimetismo, competición o por propia convicción, el viraje hacia la ultraderecha de Feijoo muestra que las malas compañías no son nada recomendables. Es verdad que su simbiosis les ha servido para “gobernar” en muchos ayuntamientos y comunidades, en un desgobierno de intereses particulares. 

   Los dueños de la bandera con todos sus complementos (el escudo, el pollo o el agujero central) no dejan una oportunidad para hacerse notar. El problema es que nunca aparecen anunciando medidas que mejoren la convivencia, pretenden dar la nota, crear controversia, molestar, cuando no eliminar avances sociales (en una política de deshacer lo creado por el "enemigo"). Los pretextos son tan archiconocidos y repetidos que no sorprenden a nadie. Sus compañeros de viaje tratan de justificarlos, desmarcarse sin salirse de la línea, pero es imposible. Estas con ellos o contra ellos, esa es su visión del mundo. Así que el PP se ha quedado sin aliados, hasta VOX lo rechaza. Es lo que pasa si te haces amigo del matón de la clase, que nadie quiere quedar contigo. Todas las puertas cerradas que ha encontrado en su investidura de mentirijilla no son más que una demostración de lo que les espera en los próximos años. De momento la estrategia es patada al balón y a seguir. El PP sólo tienen dos opciones: mantener el statu quo de confrontación total y cuando Sánchez se estrelle lidiar en un gobierno con VOX, dios no lo quiera, o absorber a los ultras e incorporarlos como estaban anteriormente, maquillando su presencia y silenciándola. Para esto segundo ayudará bastante Abascal que carece de liderazgo natural y probablemente de ganas de trabajar, sólo arrastra masas aborregadas tras enseñas de distintos colores y cánticos del Pleistoceno. Animados eso si, por algunos elementos subversivos que también pertenecen a las cavernas como Aznar, Aguirre o Ayuso. 

   En cuanto a Sánchez, puede que de la necesidad haya querido hacer virtud. Obligado por las circunstancias acepta pulpo como animal de compañía. 

   No tengo ninguna duda que la amnistía es una medida tan necesaria como justa. La sentencia del Procés fue producto de la judicialización de la política. Aunque se escandalice la derecha de que se denuncie el lawfare de la política española y se rasguen las vestiduras cuando se nombra al juez García Castellón, la justicia está tomada por la política. La tan cacareada división de poderes es una ficción. Magistrados manifestándose en las puertas de los juzgados, asociaciones de jueces y fiscales manifestando su oposición a una ley que no conocían. Lo del CGPJ es para nota, casi cinco años siendo inconstitucional, no se me ocurre ya qué pueden argumentar para seguir otros cuatro años sin renovación. 

   En fin, incluso admitiendo que cada cual puede tener una idea diferente de la pertinencia o no de la amnistía, de su encaje en la Constitución y todos esos razonamientos que dejo a los ilustrados, lo bien cierto, es que va a ser aprobada por una amplia mayoría parlamentaria que incluye todo el espectro político. ¿Eso le da grado de veracidad? No, pero si legalidad democrática. 

   El problema para Sánchez viene ahora, cuando acabe la batalla de la investidura. Viene el camino del gobierno y gobernar con estos especímenes debe ser especialmente difícil. No por su condición de independistas, cada cual defiende lo que en conciencia cree, si no porque sus acciones vendrán condicionadas por sus intereses particulares. No sólo pienso que Puigdemont es indefendible, diría también que, es imprevisible. La pugna continua por querer parecer el que lleva los hilos del teatro de marionetas, lo convierte en un peligro y un buen día puede hundir el espectáculo. A eso añade una oposición enloquecida, dispuesta a tomar las calles. 

   Sólo queda animar al presidente, ha demostrado saber jugar sus bazas y prefiero un gobierno complicado, a ver a los fascistas sentados en el trono. y al Rey :¡Felipe cuidado que te hacen un Casado! 

   Ya me lo decía mi madre: “mira bien con quien te juntas”.

Rosalia "Se nos rompió el amor". Latin Grammy 2023