MANGANTES Y MAGNATES

sábado, 16 de abril de 2022

   Mangante m. y f. coloq. Sinvergüenza, persona despreciable sin oficio ni beneficio. 

  Cuando la indecencia deja de ser un concepto abstracto y toma cuerpo de realidad palpable, se produce la náusea. Lo podrido de la sociedad emana su efluvio hasta nuestras narices y comprobamos que existe el mal. Los calificativos se acaban, los que les llaman pillos o truhanes, los que apelan a la consabida picaresca nacional, no están más que ocultando que el sistema permite a esta basura cohabitar entre nosotros. No sólo lo permite, sino lo alimenta. Estos personajes salidos de los negocios, del papel cuché, de la alta sociedad, pero de la baja estofa y peor catadura moral, no dejan de superarse en su indigno comportamiento. 

   Los negocios fáciles, los chanchullos facilitados por el dinero ajeno, sin trabajar, permiten a estos indeseables cometer sus fechorías. No tienen excusas, ni perdón. No hay explicación posible a esta indecencia. Si lo del hermano de Ayuso parecía obsceno, saltan a la prensa estos sinvergüenzas con un grado mayor. En los peores momentos del país, luciendo en sus muñecas banderitas, atribuyéndose una españolidad que les pertenece por clase o por derecho divino. Lo peor es que es un suma y sigue a los que los precedieron: Rodrigo Rato, Luis Bárcenas, el Emérito… Cómo acabar con esta rémora para el progreso y la decencia moral de un país. En la crisis económica, en la pandemia, en las guerras, magnates y mangantes se reparten la riqueza que otros pierden. Nunca estuvo en su objetivo mirar por el bien común, sólo las cuentas propias saneadas y a buen recaudo en paraísos fiscales o en sociedades offshore les quita el sueño. 

   En tiempos de penuria los artículos de lujo, coches deportivos exclusivos, yates, relojes de precios desorbitados… cotizan al alza. El tipo este, Alberto Luceño se gastó 60.000 euros en una semana de hotel, mientras morían en los hospitales cientos de personas. Cualquiera de los sanitarios que trabajaba y sufría en esos hospitales, necesita más de un año para ganar ese dinero. 

   Cuando en este infierno de la guerra se habla de penalizar a los magnates rusos, pienso, ¿no sería necesario evitar que los magnates acumularan tanta riqueza innecesaria, mientras sus conciudadanos viven en la miseria? No confío en la Justicia, que suele llegar tarde y trata con guante de seda a estos mangantes, sus delitos se esfuman o prescriben o desaparecen las pruebas. Espero al menos que la sociedad y las empresas recuerden sus nombres para que su suciedad no nos manche de nuevo. 

   Lo dicho cuando la indecencia se hace palpable me llega su hedor, lo malo es que poco a poco te acostumbras hasta al olor de la podredumbre.


Luis Medina