HIJOS DE PUTIN

domingo, 10 de abril de 2022

   En la vida hay quien nace con estrella o estrellado. Este es un viejo axioma. Ser hijo de Putin o nacer en la cloaca son fruto del azar. El destino, dirán otros, baraka o la funesta mala suerte que envuelve algunos a los que llaman cenizos, agoreros o gafes. Ya con esto podríamos conformar la vida en dos tipos: los afortunados y los pagafantas. 

   Ya sabemos que no es tan simple. Los hijos de put no se conforman con lo que tienen, a menudo les parece poco, los demás les deben la vida como mínimo. Tienen la ventaja que siendo como son hijos de p, no temen dañar, igual ejecutan órdenes siniestras, como ordenan su ejecución. Claro que siempre puede haber un hijo de p más hijo de p que ellos. Ahí se crea un conflicto de hijos de p que finaliza casi siempre con un pagafantas lesionado. Probablemente alguno de los hijos de p sufrirá secuelas sino la misma defunción, pero siempre habrá efectos colaterales sobre los desafortunados que les rodean. 

   En este mundo globalizado el problema ha ido a más. Te encuentras un hijo de p en el otro extremo del planeta, que por su ambición o simplemente porque ese día el desayuno le sentó mal y le da por cagarse en el mundo. Su vecino sufre el ataque de diarrea. Al hijo de p se le pasa, pero vista la oportunidad y siendo como es cada vez más hijo de p, no sólo no le pide perdón, sino le culpa de su gastroenteritis y quiere cobrarse venganza. Cuando una mariposa bate las alas en Singapur, se despierta una tormenta en las Azores. Es el efecto de la entropía, el efecto del mal que desordena los átomos y pone en ebullición la materia. 

  El bien por el contrario tiene más efectos locales que sistémicos, pone en orden algunos átomos díscolos pero no consigue reagruparlos en un conjunto. Así los bondadosos crean felicidad a su alrededor, reparten amor en su entorno, a veces en el caso de los santos transciende su acto y aparecen simuladores que amortiguan el mal que campa habitualmente a sus anchas. Simples manos de cal sobre la negrura del carbón. 

   Hijos de Putin los hay a diestro y siniestro, no negaré que se les puede ver en todas partes. Pero tienen entre ellos energías opuestas que los atraen y suelen confluir en algunos ambientes. La política y los negocios, son punto habitual de encuentro. Tenemos ejemplos numerosos, dictadores que inician guerras en las que mueren otros, corruptos sin escrúpulos enriqueciéndose mientras los paganos morían del COVID, predicadores del mal que se unen a la política para defender lo indefendible (algunos utilizan lenguajes encriptados, manipulando los significados, donde dice violencia machista dicen violencia intrafamiliar, ante la memoria histórica anuncian la reconciliación, el señorito Iván de los Santon Inocentes quiere ser amigo de Paco el cojo siempre que no deje de rastrear sus perdices y de que Regula siga masticando su miseria). Ellos van a lo suyo, los hijos de Putin mentirán como bellacos para que los quieras. Están entre nosotros, abre los ojos y los verás ¿Se arrepienten o se sonrojan? Ni lo sueñes, los hijos de put no tienen conciencia, sacan pecho, presumen, insultan a quien les reprende su acto deshonesto. Vigilad vuestras espaldas cuando estéis cerca de uno de estos especímenes, para ellos la oportunidad de ganar no les impide apuñalar con saña. Para ser hijo de p profesional hay que cursar estudios superiores de insolidaridad, desfachatez, arrogancia y como en Harry Potter ser diestro en las artes oscuras. ¿Son más felices, vale la pena se hijo de Putin? Os preguntareis. Es probable porque ellos están convencidos que hacen lo que deben, los afectados son los que se encontraban entre él y el objetivo, por tanto, en el lugar equivocado. No sienten, no padecen la pena del remordimiento. Generalmente el mal cotiza a mejor precio que el oro, mientras que la bondad se vende barata como los melones en verano. 

   Así que si queréis seguir siendo buenos, felices a ratos, irradiando amor y en paz con vuestra alma repleta de prejuicios y atormentados sentimientos de culpa, allá vosotros. Ya sabéis que el infierno no existe, creo que lo dijo el Papa, luego, no va a haber caldera de Pedro Botero. El purgatorio está en cuestión, yo creo que desaparecerá los próximos años. Así que nos vamos a encontrar todos en el cielo los hijos de puta y los bondadosos, como no sea que allí a uno les repartan ambrosía y a otros les den mierda para comer, no sé para qué esforzarse en ser bueno. Casi estoy por pensar que los hijos de p se las apañarán en el cielo para llevarse los manjares y ¿a que no sabes a quien le va a tocar la mierda? 

   Contra toda esa miseria humana, sólo queda la poesía de las almas nobles y puras, los que atrapan los átomos a su voz y a su melodía, a su impúdica voluntad de despertar a los durmientes. Son el último cartucho para los que nacieron estrellados y no tienen alas para levantarse.

         INVISIBLES - Anna