MONTAÑA RUSA

jueves, 17 de marzo de 2022

   La guerra todo lo envuelve. Bajamos en caída libre en esta montaña rusa de locura. Lo imposible se ha hecho real, lo que nunca pudimos imaginar. Ya lejos del asombro, asistimos hipnotizados al espectáculo diario de la depravación. La perversión que supone el daño al otro. Nada nuevo bajo el sol, pero ahora estallan tan cerca las bombas que nos despertaron de un letargo de ingenua inocencia o de ceguera conveniente. 

   Dijimos, saldremos mejores después del Covid. Ahora ya sabemos la verdad. La humanidad no mejora con las desgracias, las digiere, las olvida, las repite y se sorprende cuando suceden de nuevo. Nos subimos al tobogán de la pandemia con el miedo en el cuerpo, cuando llevábamos varios ascensos y descensos vertiginosos, con el corazón en un puño, agarrados a los barrotes de la vagoneta, dejamos de tener miedo. No es más que una atracción más, el vértigo de la vida. 

   Asistimos al drama de Afganistan como si fuera algo nuevo y atroz, después de haber olvidado Siria o Yemen, después de tanta desmemoria que pareciera que todo fueron sueños de una noche calurosa. La guerra de Rusia es un giro más de este gigantesco gran dragón que es la vida. Caemos en picado y ascendemos en un looping vertical que nos deja boca abajo y nos aterramos de nuevo. Cada historia que cuentan las madres ucranias y sus hijos que huyen dejando atrás a sus maridos, hermanos, abuelos, son un nudo en el estómago por la bajada al abismo de la miseria humana. No cabe en mi cabeza cómo un pervertido demente, puede ignorar el mal que está causando y lo justifica. Es atroz. Pero veo también que otras historias tan brutales como las que ahora nos aterran, ocuparon las portadas y nos movieron a compasión y a la pena más verdadera. ¿Qué quedó de ellas? ¿Llevaremos todas esas cicatrices en nuestro cuerpo o son llagas que curan sin dejar señal? 

   No puedo soportar las imágenes, sólo leo las noticias para no verlas. Sigo en la montaña rusa y empiezo a notar el vómito de tanta caída al vacío, pero me pregunto ¿Esta vez saldremos mejores? ¿Aprenderemos algo? No lo creo. La guerra es un negocio como otro cualquiera, los que las hacen son los ganadores, sólo los pobres las sufren. Subirá la luz, la gasolina, aumentará el presupuesto militar, perderemos la pequeña luz de esperanza que había prendido. Casi nos reconfortará no ser los agredidos por el loco, aunque el miedo siga presente. El mundo es oscuro. No somos los bellos Elfos, más bien nos parecemos a los orcos, pero vivimos el sueño de Frodo en la Tierra Media, en la arcadia del nuevo milenio.