ISABEL DIAZ DE VIVAR

domingo, 14 de marzo de 2021

   Convocados los vasallos y amigos, acudieron todos, quien pudo a caballo, quien no en mula. Los que vestían de paño dejaban las alpargatas a los que a pie emprendían el camino. Se llenó la plaza de estandartes, los Aguerridos (de Aguirre) no iban a abandonar a su nuevo Cid. Pertrechados con las armas para defender una vida diferente, forjada al margen de los mandatos del poder, convertirían la capital en un lugar de libertad. Esta era su consigna, liberar Madrid, como otros antes lo hicieron, “¡No pasarán!”. Traían consigo a la prensa afín, que era mucha porque la fama de Isabel había trascendido los confines de la Villa y en todo el Reino se glosaba su cándida hermosura y su elegante porte de viuda. Su discurso acerado sin embargo, despertaba a las tropas y a modo de arenga les movía al combate. Como su comandante Aznar Máximo pensaba para sí: “Hermanos, lo que hacemos en la vida tiene su eco en la Eternidad” y aquellas consignas eran lanzadas por Twitter, anunciadas en Facebook, publicadas con imágenes cautivadoras en Instagram. Nada quedaba al azar, cada paso era medido por valedores que en la sombra dictaban sus discursos y agrandaban su leyenda. 

   Ella rompió todas las regla mostrando su determinación, situándose al frente de sus huestes con la cabeza erguida, desafiante como quien no teme la estocada. La defensa de España, de la Libertad frente al Socialismo radical y bolchevique, le habían infundido un valor que antes moraba en sus más íntimos y recónditos espacios. Sacaba pecho frente a la imposición y decidía que a la muerte de la pandemia, se le enfrentaba a golpe de caña y café en un bar de Chueca o la Latina. Un virus si es que lo era, no sería capaz de doblegar su cerviz. 

   Ahora el Alto Tribunal decidirá si cede al chantaje de las mociones de censura presentadas por los despreciables socialistas, que ganaron las elecciones, pero ignoraban cuál era su sitio, o no. Cualquiera que sea el dictado,  su figura de Campeadora será venerada desde la derecha más moderada, gente de bien, hasta aquellos hombres de Ley que sienten añoranza de los tiempos de Gloria del Imperio. Ella sabrá unificar aquella legitima opción de Ley y Orden. Para ello lo primero desprenderse de todos los que no saben muy bien el lugar que ocupan, aquellos Ciudadanos que transitan un centro difuso, abiertos al pacto con el Demonio o con Dios mismo. Se basta y se sobra con la derecha de Siempre para dirigir el destino de la Villa y Corte. Si el Tribunal Constitucional se atreviera a permitir la Moción de Censura ya se encargarían de hacer ver al mundo como ha cedido a las presiones soviéticas o chavistas. Lucharía a corazón abierto para que los peleles que transitan en la duda hicieran un ejercicio de transfuguismo como el de Murcia. Con eso quedaría demostrado el poder de la Verdad. Si al Alto Tribunal le llegase su Pentecostés y las lenguas de fuego del Espíritu Santo lo iluminasen (como en otras ocasiones), entonces permitiría que se celebrasen las elecciones. Los madrileños el 4 de mayo, como otrora un dos de mayo, demostrarían que son capaces de rebelarse contra la injusticia. Auparían a su Reina, destronando a los infieles y libertinos, manteniendo al mando a los auténticos españoles. Entonces Vox y PP tomarían las riendas de la capital y como Don Pelayo iniciarían la reconquista. Es posible que ya esté pensando en cómo denominaría aquella unión espiritual de la Derecha: VoxPopular, la Voz del pueblo. No cabe de gozo cuando piensa en ello. Sobre su piel siente la cota de malla que le produce una sensación de seguridad y revolotean las mariposas en su vientre, como una Madonna que ha engendrado el cuerpo del redentor. 

   Nada puede fallar, y si por malas artes o engaños, por sortilegios creados en los aquelarres en que los bolcheviques convocan al Demonio, donde la sangre de los niños y los gallos negros se mezcla; si algo entonces pudiera pervertir el destino que el Altísimo le encomendó, entonces su cadáver político se colocaría enhiesto con una escoba sobre su Babieca y el mismo Casado tomaría las riendas del corcel para amedrentar a los infieles. El destierro sería entonces su condena, pero con el honor inmaculado. Pasaría a la Historia de la España, como lo hicieron Agustina de Aragón, Juana la Loca o Isabel La Católica (su heroína). 


         HAUSER - Now We Are Free (Gladiator)