La realidad es la que es. Por más que nos empeñemos en creer que es imposible que un idiota puede alcanzar las más altas cotas de poder, los hechos nos desmienten y nos dan un guantazo con la mano abierta. Piensas, en un país que es un gigante económico y científico, que su líder pueda ser un psicópata es una distopía imposible. Que ese energúmeno nombre como director de la sanidad a un antivacunas, en justicia a un delincuente o como financiero mayor del reino, para eliminar los gastos superfluos, al hombre más rico del mundo es coherente, pero grotesco. Todo parece un vodevil absurdo del teatro de Ionesco, un estrafalario esperpento salido del producto de una intoxicación por LSD, pero no, es la realidad.
Si la Inteligencia Artificial, los medios, los bulos, las campañas de intoxicación han podido abducir a los votantes, no hace más que confirmar que la democracia está acabada. Si los que votan son analfacríticos, si son incapaces de masticar la información y digerirla por sí mismos, el futuro es un probable abismo. Esa obscena realidad la aplauden los amorales: Netanyahu, Putin... hacen palmas con las orejas. Si hasta ahora han sido impunes y se les ha permitido cometer los más atroces atentados contra la dignidad humana, ahora el espectáculo puede ser un circo a cinco pistas. La COP29 en Bakú para discutir el cambio climático, no es un síntoma, en un cuadro séptico terminal. Definitivamente no hay cura, tenemos los días contados. Al menos se venderán más coches eléctricos de Tesla, objetivo sin duda procurar el bien de la Humanidad, no el negocio de Elon.
Puede parecer que los tarados están lejos, pero no, conviven como zombis entre nosotros. Un incompetente negligente como Mazón es nuestro presidente. Él y sus adláteres pretenden convencernos que desde el malvado Averno la AEMET y la CHJ se conjuraron para con silencios cómplices, no avisarles de que el diluvio universal se cernía sobre nosotros. La falta de cobertura en el restaurante o el Ventorro que no dejaba oír nada, impidió que el presidente levantara el culo de la silla. Si dijera que nunca he visto tanta desvergüenza mentiría porque están calcando sus anteriores descalabros, el 11M, el Yak 42, el Prestige, la corrupción llevada a su máxima expresión, los 7291 ancianos muertos en residencias y como no, el accidente del metro de Valencia. Como Monica Oltra decía: "En el PP son más peligrosos por ineptos que por corruptos" y de lo segundo han ido sobrados.
La culpa siempre vive afuera, todo ello fue inevitable, inimputable a la ineptitud de personas que ostentan poderes que no controlan. Le ha faltado decir a Mazón que se tenían que morir igual. No es que atraigan el mal, ni que lo provoquen a sabiendas, es simplemente que son incapaces, porque su ascenso no se debió a ese mantra que repiten de la meritocracia, sino simplemente a la lametrocracia, la propaganda y los intereses. Ahora como entonces, la estrategia es la mentira repetida y amplificada, el reparto de culpas, el desvío de la mirada hacia otros objetivos y por supuesto la promesa de que la próxima lo van a hacer bien. La falta de humildad, la ausencia de escrúpulos con más de doscientos muertos y miles de familias arruinadas provocan una rabia, una desesperante sensación de impotencia contra la insidia. Si no somos capaces de reconocer que estos individuos nunca nos sacarán del lodo, que nos meterán una y otra vez en el fango y nos revolcarán en la miseria mientras comen y beben pagando con la Visa Oro, estamos perdidos.
La esperanza es que el pasado sábado más de 130.000 voces gritaron: Mazón dimisión y a prisión. Después de escucharle en les Corts, espero que convoquen otra para salir de nuevo a gritarle que desaparezcan de una vez por todas, porque el daño que han provocado es demasiado grande para soportar su presencia.