AL BORDE DEL ABISMO...

domingo, 28 de septiembre de 2025

   Es cierto que caminar por el hoy es hacerlo en el filo de la navaja, en un ay constante por la siguiente herida que te infringe la realidad. Desayunamos con los niños asesinados y la destrucción aberrante de un territorio. La naturaleza del hombre es sin duda animal y su animalidad puede que le haya salvado en la evolución, pero es no asumible que a día de hoy podamos admitir a un malvado como referente. Para parar un genocidio seguramente se necesita la violencia, ¿por qué se justifica una y no la otra? Sé que no tiene sentido hacerse preguntas cuando todo parece absurdo con un psicópata liderando al mundo. Nos movemos a impulsos, nosotros, los mercados, los noticieros, según la disparatada amenaza que salga de su boca, el insulto que profiera hacia un colectivo, la idea delirante que pensó esa noche en la almohada o mientras defecaba en su baño dorado. El mundo parece que decididamente se asoma al abismo, cambia el clima y trivializamos su importancia, seguimos por la ruta que marcan los dementes, tanta ciencia para nada. Nos sentimos a salvo de los desastres porque creemos haber tenido la suerte de haber nacido en la Arcadia, a salvo de todo gracias a la Democracia que es nuestra tabla de salvación. Hay veces que ese asidero parece tan frágil como las pateras a mar abierto, es una ilusión una realidad más virtual que verdadera. Cuando el desastre nos golpea y comprobamos que estamos gobernados por incapaces que prometieron la excelencia y no son más que ineptos carroñeros, nos entra el pánico, nos agitamos, insultamos, pero siguen llevando el bastón de mando y mansamente hacemos por olvidar la afrenta confiando en la Justicia. No es ese tampoco un puerto seguro y lo sabemos, vemos como a la sombra de las togas las sogas solo se anudan en los cuellos de los débiles. Togas y sotanas (negro de luto) tienen especial aferencia al poder, van de su mano, conceden su audiencia y su perdón para mutuo beneficio, la simbiosis de la carroña. 

   Qué nos queda cuando nos asomamos a ese precipicio de oscuridad que nos muestra un futuro negro e incierto. Sin duda la educación que nos saca de la animalidad. Es la esperanza de pensar que las aulas son el nido donde se gestará la humanidad y la empatía. Oigo en ellas sin embargo, voces que gritan consignas viejas, aquellas que vienen de los tiempos oscuros de la patria. La feroz ultraderecha se ha infiltrado en sus pilares y va dictando algunas banderas que nos acercan de nuevo al lodo. imponen el olvido de quien fuimos y se erigen, pese a representar nuestro más desolador pasado, en los salvadores y hacedores de un futuro glorioso. Algunos los creen y ya van siendo muchos los discursos del odio que vencen a las palabras de amor. 

   El mundo está lleno de discursos encendidos, palabrería de los que poseen altavoz para dirigir los destinos de la manada. Marcar la diferencia, establecer un orden en el que la jerarquía siempre estará en manos de los patriotas, los nuevos redentores de una fe antigua y demoledora. Apelan a Dios y se alejan de su doctrina, alaban la cristiandad y abominan de sus principios que se basan en el amor y en la fraternidad. La parusía vendrá con jinetes y guadañas. Hay también en estos días de tristeza, silencios atronadores, aquel que las púrpuras invistieron con las ropas de San Pedro, elegido en un cónclave tan mediático como anacrónico, esperando la luz del Espíritu Santo y tejiendo los intereses de la curia, no deja oír su voz, se esconde tras los cristales ahumados del Vaticano. ¿Acaso estará preparando una encíclica en la que excomulgue a aquellos que cometen delitos contra el Hombre, estará hilvanado un discurso que acerque la paz donde existe la muerte? Esa voz que ha sido investida con el poder de representar un credo basado en el amor al prójimo sigue en silencio. ¿No esperamos ya nada de los líderes espirituales? Estamos también en el precipicio de la moral. 

   Miro abajo y es verdad que el fondo es infinito e insondable, la oscuridad no deja ver su final. ¿Arderemos en las llamas o será una caída al vacío del Universo? Vuelvo la vista e intento aferrarme a lo que queda, a las ascuas de lo que fuimos. Como en Pandora, siempre queda la esperanza. La esperanza de las gentes que se levantan y gritan a los gobiernos para que despierten y vean los dramas que no se pueden tolerar. Carreteras cortadas, vueltas ciclistas, ¡Mazón a prisión!, una flotilla de idealistas que se enfrenta a un ejército cruel (Ulises contra Polifemo, David contra Goliat), siempre con la piedra en la honda para gritar: ¡Basta! Basta de asesinatos, basta de negocios sucios, basta de injusticias, basta de olvido. 

   Sólo el arte y la bondad puede salvarnos, cada acto solidario tratará de equilibrar el desorden del Universo, pero seguimos al borde del abismo.

BOHEMIAN RHAPSODY

¡MÁS MADERA!

jueves, 4 de septiembre de 2025

   Como dijo Groucho o Harpo o cualesquiera de los hermanos Marx, que no estaban emparentados con Karl: ¡Más madera que es la guerra! Viene al pelo con la que se está quemando en estos tiempos y en estas tierras. Los incendios todos sabemos que forman parte de los desastres naturales, pero como la DANA, el desastre es más o menos digerible según la gestión del mismo. Parece que no queremos verlo, el PP gestiona a golpe de titular. La previsión es un gasto superfluo, un chiringuito prescindible. Este es su programa y lo explicaron bien. Claro que ahora hay que dirigir el fuego hacia otros, como no, al perro Sánchez y su pérfido gobierno que no ofrece ayuda a las comunidades del PP. Hoy por hoy, es tanta la información, que hasta la desinformación queda desacreditada si se quiere leer. Han desmantelado los servicios de prevención, han tenido comidas, reuniones o vacaciones que no les han permitido calibrar la gravedad de la situación. Su lema sigue vigente: El que pueda hacer que haga, tranquilos que ya buscaremos un culpable. 

   Lo peor de todo es, como decía Mónica Oltra (ya en el paraíso de los desterrados por la Justicia): “Son peligrosos no por ladrones, que lo han demostrado, sino por incompetentes” . La gestión de situaciones como el 11-M, el yak 42, el chapapote, el accidente de metro de Valencia, la DANA. En todos ellos los culpables fueron ETA, las condiciones de vuelo, un petrolero viejo que no ha pagado ninguna indemnización después de tantos años, el conductor del metro (mil años después la responsabilidad era de la gestión, pero sin consecuencias) y la AEMET, nunca los gestores. Sus responsables son los que dan ahora lecciones de moral, exigen continuamente responsabilidades, ninguno de ellos ha asumido el más mínimo error, no han pedido nunca perdón. Los medios, los jueces, garantes de los derechos ciudadanos, de las reglas de la democracia, de la separación de poderes, ni están a la altura ni se les espera. 

   Todo esto ya tendría que haber abierto los ojos de los ciudadanos, pero la ceguera colectiva es el distintivo de esta Era. Estamos viendo ante nuestros ojos un genocidio de una magnitud que nunca hubiéramos imaginado, retrasmitido en directo, con niños asesinados e imágenes difíciles de asimilar por cualquier ser humano que se considere como tal y sólo escuchamos palabras y comunicados (algunos todavía pretenden justificar o difuminar el horror causado), pero las acciones de los gobiernos están ausentes todavía. El gobierno de Israel, bajo el manto de Trump ejerce de asesino, con total impunidad. No falta madera para hacer arder el mundo. 

   Sólo el dolor abre los ojos, la información nos adormece. Los telediarios, las noticias y las imágenes apenas nos estremecen, seguimos en una siesta postpandrial que nos abotarga en nuestros cómodos sillones. Los medios con su equidistancia ejercen de tranquilizante, van administrando las noticias espeluznantes con comunicados que los rechazan y nos sirve de bálsamo. Los gobiernos apoyan sin fisuras a Zelensky, llevamos armamento y acogemos a los refugiados. Sean cuantas sean las víctimas en Ucrania ¿No son demasiados 62.000 palestinos, la mayor parte de ellos civiles y niños para que los gobiernos aíslen al genocida? 

   Hemos perdido la partida, la Democracia es una ilusión y el Humanismo de Europa un sueño pasado por el tamiz de la realidad que se quedó en una fantasía. La separación de poderes en nuestro país produce hilaridad. Lo dice el Presidente y se rasgan las vestiduras. El 23F los tricornios lo intentaron, ahora las togas con sus elegantes puñetas y la seriedad de sus rostros se presenta como la Inmaculada Concepción, sin pecado y sin ningún atisbo de motivación política en sus resoluciones. Anatema quien pronuncie que hay jueces que hacen política encubierta tras la toga, son todos ellos seres angelicales, incorruptibles e imputrescibles, se diría que asexuados y apolíticos desde el momento que aprueban su oposición y quien diga lo contrario miente. Es una afrenta para el Rey que el Fiscal General acuda por su imputación, pero que acudiera con un CGPJ caducado durante 10 años, eso no afrentaba la corona. 

   La locura de Trump, es posible que en EEUU puedan pararla la acción de la Justicia que ha puesto coto a alguno de los demenciales planes del orate de pelo rojo. Aquí el franquismo dejó demasiado bien atadas las cosas. Los locos de estas latitudes quieren hundir barcos de ayuda a los que por motivos de miseria se adentran en el mar, quieren devolverlos sin atender a las garantías constitucionales, esos son los patriotas y no hay ningún tribunal que incoe un expediente por apología del terrorismo. Son inmunes porque están protegidos, se sienten invulnerables. Hablan sin moral ni tapujos, esgrimen argumentos falaces con total naturalidad. Incluso se permiten organizar actos en el Congreso donde juegan con una ironía mal entendida con cosas que no son de jugar y hasta un exmagistrado salido de la misma caverna se transfigura en mujer porque él lo dice y quien le lleve la contraria ya se verán en los juzgados. Ya imagino las sentencias de absoluta neutralidad y ecuanimidad que emitió en su tiempo este jurista. Me pasa con la Justicia como con el clero, la curia y las altas instancias de la Judicatura denigran la labor diligente de miles de cristianos o letrados y jueces, que cada día seguro se dejan la piel y creen en la fe o la profesión que ejercen. Los Tribunales Supremos y Divinos no me generan confianza, sólo temor y algo de urticaria. 

Arde el monte, se queman los entornos que nos hacían ser uno de los países más ricos en
cultura rural, pero sobre todo se queman las ilusiones por acabar siendo

una democracia madura, un país decente.

Llorona. DePedro y Mon Laferte