LA RIMA DEL METAVERSO

domingo, 12 de enero de 2025

Tememos injustamente al futuro incierto que nos depara la inteligencia artificial. No hay que temer. El reto que la tecnología nos propone, no es más que rimar el lenguaje binario para que no pierda su humanidad. Poner los 1 y los 0 en versos pareados, binarios, de rima consonante o asonante tanto da. Componer cuartetos y tercetos de significado virtual capaces de conmovernos. Siempre quedará algún verso suelto o puede ocurrir un cortocircuito que no precisa más que reiniciar el sistema. 

El metaverso o el multiverso que viven tras las pantallas planas no pueden ser un impedimento para que conservemos nuestras maldades y nuestras virtudes de humanos ya presentes antes de las pantallas de tubos catódicos. No viene el mundo virtual a restarnos, quiere darnos circuitos que aceleren nuestro pensamiento, neuronas extra que permitan un flujo electrónico a través de microchips y condensadores de forma instantánea. Los microsegundos son ya una eternidad. Esa batalla ganada al tiempo puede permitirnos disponer nuestras propias neuronas para crear conceptos,  nuevas ideas a las que la inteligencia artificial es incapaz de asomarse, si acaso plagiar  creando modelos con prediseño. 

El único temor es que confiados en la capacidad de los sistemas y los algoritmos perdamos la capacidad de improvisar, de inventar nuevas palabras, de plantear nuevos problemas. El verdadero riesgo es que nos volvamos incapaces de sentir, de entender el fundamento de lo humano.  

La IA tan temida porque puede sustituirnos, contiene las leyes de la robótica de Asimov: Un robot no hará daño a un ser humano y cumplirá las órdenes de este siempre que no entren en conflicto con la primera ley, protegerá su existencia siempre que no afecte a las leyes anteriores. Visto así, hasta me plantearía sustituir algún humano por la máquina. Imaginemos que algunos gobiernos (se me ocurren varios) dejan de tener un Presidente y lo sustituimos por un robot sujeto a las tres leyes. Eso sería sin duda el inicio de un mundo más justo y más esperanzador. El fallo del experimento no estaría en la computadora si no en su programación. Algún humano se habrá mostrado dispuesto a patrocinar su diseño para que la máquina preserve sus intereses.  Alguien inteligente pero que no está dispuesto a renunciar a sus privilegios. nos hará saber que lo hace por nuestro beneficio.

 Somos inmorales en esencia. Inventamos la moral para poder sabotearla. El poder, el dinero carecen de leyes. ¿No resulta chocante e inmoral que multibillonarios con todas sus necesidades cubiertas, las reales y las imaginarias, conspiren para acumular más poder? ¿Qué son, máquinas estropeadas o robots de diseño diabólico? No es la luz la que recorre sus circuitos sino la oscuridad. Llámale ambición, egoísmo o perversión, pero es más temible que la propia IA. Diría más, el problema de esa nueva inteligencia es que está creada por algunas de estas mentes psicopáticas que no entienden las leyes del robot, no las consideran necesarias porque en realidad son ellos los únicos entes que creen necesario proteger. Esa mentalidad esquizofrénica sólo se da en los humanos. No sé si llegará tan lejos la IA como para necesitar crear una nueva especialidad de psiquiatría robótica para diagnosticar la esquizofrenia digital. 

Nos bastamos para crear el caos, la caída total del sistema sin necesidad de microchips ni circuitos integrados. Ni las máquinas nos salvarán de nosotros mismos.