APOLOGIA DE LA PEREZA

sábado, 3 de noviembre de 2018

   Reivindico la pereza, es una forma de supervivencia. Abrir los ojos cada mañana para ver lo que hay en el mundo me produce hastío. Me dejo vencer por la apatía cuando trato de levantarme. Me quedo un rato más en la cama, cubierto por las sábanas y las plumas del edredón, caliente, lejos todavía de un loco día que vendrá sin poder evitarlo. Allí me sumerjo por un momento infinito en mis sueños, pienso lo qué podría escribir para levantar el ánimo, no se me ocurre nada. Me asomo a las posibilidades y desisto pronto. No soy capaz de volver a escuchar a Aznar o Casado hablando de España, con su título de propiedad en la mano. No resisto elegir entre rebelión o sedición, entre Villarejo o “el lute”, entre el Valle de los Caídos o la Almudena. No vale la pena. ¿Para qué tanto esfuerzo baldío si al final lo que ocurre no depende de mi voluntad o de mi llanto? Las guerras interesadas siguen su curso, imparables. Mueren inocentes en cada esquina de los noticiarios, asesinan a hombres y mujeres por razones espurias, siguen caminando los migrantes pese a mis lamentos, pese a los insultos que lanzo al aire contra Trump.

   Nada es más confortable que la pereza. Ese dulce placer de mecerse en la parálisis, dejarse llevar ingrávido por la vida, sin esfuerzo, acompañando al viento o flotando en la nada. Invoco a los hados para que me conjuren como en los cuentos, quiero cien años de sueño. Como los muertos criogenizados que esperan que la ciencia los reviva. Así dormido y ausente esperar que el mundo se arregle y poder despertar mirando sin temor lo que el día depara. Entonces sin miedo asomarse a las noticias y no encontrar los cadáveres de costumbre. Es posible que mañana tenga fuerzas, pero hoy prefiero no escuchar las procacidades y la bazofia que se vende en la política, prefiero no ver las imágenes que revuelven conciencias, la mía ya está revuelta desde hace tiempo. Taparme los oídos y los ojos no basta, por eso prefiero el aletargamiento que produce la pereza. Me emborracho de su vino que adormece el sentimiento y hace que el mundo desaparezca por un momento.

Lástima que sólo pueda permitirme el lujo de pequeños instantes de pereza. Son como chispas de colores en el oscuro pozo de la cotidianidad.

EXPLAIN THE NIGTH. NOA