¿Porqué una revolución, si
todo parece tan apacible?
India es un país dónde cada
cual tiene su lugar, y el dios que eligió aquel espacio para las
personas y las cosas, lo hizo con tanta sabiduría que nada debería
ser cambiado. Bajo el intenso ruido de las calles, el desorden, la
suciedad, se esconde el espíritu del orden, la paz del alma. ¿ O
quizás no?
¿Que se esconde en las mentes de
estos hombres y mujeres? ¿Quién sabe que pensamientos pueblan sus
mentes?¿Viven en paz con su tierra, aceptan aquella imposición del
mundo? Porque a veces pienso que bajo esos rostros conformados, esas
actitudes de amabilidad, de sumisión, viven espíritus turbulentos.
¿Cómo escrutar bajo las miradas? ¿Se puede ver más allá de los
ojos? No sé si podría entender el significado de las palabras que
no se dicen, o ver en los gestos la llamada de auxilio de lo que se
esconde. Puede que en fondo de aquellas pausadas maneras exista un
agitado mar de dudas, un deseo de ser descubiertos en el engaño.
Y aquellos seres más lastimados,
los más débiles, los dalits, los pobres y sobre todo las mujeres
que son en sí mismo una casta inferior ¿Que sienten? ¿Cómo viven
esa condición de marginados? Las mujeres ricas seguro que disfrutan
de un estatus muy superior a los hombres pobres. Y aún así ¿
Sienten la presión de las ataduras que les impone el matrimonio?
¿Qué piensa cuando su marido las golpea? Quizás piense que es su
culpa y se siente responsable, o es posible que una rabia oculta
salga silenciosa por las heridas. La sangre no habla. Toda mujer por
el hecho de serlo es inferior, está supeditada. Su suerte depende de
su familia, de los hombres que siempre estarán por encima de ella.
¿Acaso bajo la mirada sumisa, bajo la aceptación de su condición
de seres de segunda clase exista un espíritu rebelde que espera ser
despertado?
Imagino por un momento a las mujeres de la India con un
alma oculta tras su rostro sumiso. Como el cuerpo de las mujeres
escondido tras los chador y los burkas, con los ojos mirando el mundo
por la rejas de su velo. No puede adivinarse su cuerpo, escondida su
belleza para no provocar a los ojos de los hombres que todo lo
vigilan, como dioses sabios. Pero bajo aquellos vestidos negros que
forman figuras rectas carentes de materialidad. ¿No se esconde una
mujer? ¿No tendrán aquellas mujeres la percepción de su
feminidad? Quiero pensar que sí. Una mujer es más que un cuerpo.
Es un espíritu sabio capaz de criar un hijo, de hacer un hombre,
aunque ese hombre pueda convertirse en su verdugo. Los vestidos
pueden ocultar el rostro pero no pueden cegar la luz de las mentes
que viven en su interior. Por más oscura que sea la tela, por más
tosca, por más oculto que quede el rostro, debajo siempre habrá un
pensamiento. Algo que nadie puede descubrir sin ser revelado.
Veo a las mujeres de la India con
sus alegres saris, de colores chillones y sus caras sonrientes bajo
el burka de su condición de mujer. No sé si lo sufren con dolor o
anestesiaron sus sentidos con la educación segregada y machista.
Ellas mismas son responsables de esa educación que imparten a sus
hijos. Unos hijos que paren con dolor, como nuestras abuelas lo
hicieron, o peor, porque a veces lo hacen lejos de donde pueden ser
atendidas. Ha mejorado sin duda, pero veo en el paritorio el
sufrimiento de quien no puede alegar nada en su defensa, en su ayuda.
Su sociedad aún no ha entendido el valor de las mujeres. Su valor
depende tanto de esos hijos, que necesitan parirlos a cualquier
precio, pero se devalúan en ese trabajo, envejecen, mudan sus caras
de niñas tristes por viejas cansadas.
Esa es la revolución pendiente,
la que convierta a las mujeres en personas. La que dé estatus de
ciudadano de primer orden a quien es el principio. El cambio de valor
de cero a infinito, igual que el hombre. A su lado, a su altura,
compartiendo no sirviendo, sumando esfuerzos. Entonces los hijos
verán a sus madres como madres no como criadas. Entonces los hombres
verán a sus mujeres como sus amadas y ellas dejaran de sentirlos
como sus amos. Entonces los padres dejarán de ver a sus hijas como
una carga para la que tiene que reunir una dote. Porque sólo
entonces el valor de cada uno se medirá por sus capacidades, por sus
oportunidades. Cuando en ésta y otras sociedades se imponga la
lógica de la igualdad, se multiplicarán las posibilidades de
progreso. La revolución debe conseguir erradicar el estigma de ser
mujer. Sólo entonces podrán cambiar los principios de una realidad
equivocada. En todas las sociedades son necesarios cambios pero sin
duda aquí, se debe empezar por esta revolución pendiente.
Esta
semana se publicó en el periódico que en el estado de Andhra
Pradesh se ha decretado que las mujeres no puedan estar en los bares
después de las 10 p.m. para “evitar problemas”.
Todavía hay mucho camino que
andar.
“
Nunca olvides que
la más larga caminata empieza siempre con un primer paso”
(Proverbio
Hindú)