MI OMBLIGO Y YO

viernes, 1 de abril de 2016

Seguimos en tiempo de ombliguismo político, basado en la táctica de hacer creer que se está dispuesto a renunciar con el propósito de acercar posiciones. Postureo inane si no se acompaña de hechos.Nadie pide renuncias a principios fundamentales, ni capitular o rendirse incondicionalmente. La sociedad no exige la entrega total en brazos del contrario, pero el tiempo exige pacto, entendimiento, cesión y diálogo.

Es posible que tengamos los políticos que nos merecemos, cada cual pendiente de su propio ombligo, de los intereses de partido, de las encuestas, de los comentarios en twitter o de las tertulias políticas, de los titulares, de los slogans. Al fin y al cabo son como nosotros, haciéndonos selfies y publicando en instagram los momentos íntimos de nuestra vida.

Pensamos que para progresar hay que realizar cursos de autoayuda o de coaching, que tenemos que desarrollar capacidades de liderazgo, leer libros que nos permitan descubrir nuestro propio yo interior. Somos triviales pero nos creemos el centro del Universo, ¿Qué esperamos entonces de ellos? Somos la sociedad del Gran Hermano, una parodia de personajes que se creen su papel de protagonistas. Pero no somos más que motas de polvo en el Universo, rodeados de infinitas partículas, cada una con su propio ombligo y cada una con sus problemas.

La única forma de progresar no es crecer como individuos, es crecer como sociedad, como conjunto. No sólo en el reducido ámbito de nuestra ciudad, comunidad o país, es imprescindible ver el mundo a través de los demás, ponernos en su lugar, descubrir el otro yo, no nuestro yo interior. Sólo cuando seamos capaces de vernos en los ojos de los otros se pondrán en marcha los mecanismos internos que nos hacen mejores, más humanos.

En medio de todos los decepcionantes acontecimientos que vivimos en nuestra actualidad, un video me ha conmovido y emocionado profundamente, el video de el viaje de su vida de Unicef. Ponerse en la situación de los vulnerables nos hace vulnerables, pero a la vez nos engrandece. Ojalá acciones como esta consigan despertar al dormido que habita en nosotros y dejemos de hacernos selfies para hacer fotos de grupo.