AMANECE

lunes, 29 de abril de 2019


Tras los nubarrones, a veces sale un día claro.
Tras las elecciones, siempre quedan nubarrones, pero no siempre auguran tormenta.

SENCILLEZ

Y a las noches suceden
los días y a las lluvias
los soles. Y no hay nada
que dure más que espuma
sobre la arena, o relámpago
entre nubes, o música
en los aires, o luz
sobre las hojas húmedas.

Y todo pasa, y nada
que sea nuestro dura.
Todas las cosas llevan
dentro de sí su tumba.
Es preciso caer
malherido en la lucha.
Amar mucho. Sentir
mucho. Mirar la luna
ascender muchas noches
teniendo el alma a oscuras.

Qué palabras nos llenan
entonces de hermosura.
Qué vieja ciencia sabe
desvanecer las brumas.
Cuántos instantes muestran
su evidencia desnuda.
Cómo se encierran todas
las verdades en una.

Mirad: la primavera
ya vuelve. Ya se anuncia
en las yemas del álamo,
en las aguas profundas.
Cielos azules. Vidrios
transparentes. Verduras
inmensas. Lejanías
de playa y humo...

Con la piedras, con el viento 
de José Hierro.




REFLEXIONO Y DIGO

sábado, 27 de abril de 2019

   En mi jornada de reflexión, antes de efectuar, ese que llaman el sacramento de la democracia, depositar el voto, me invitan a la reflexión. 

   Pues pienso y por más que lo intento no entiendo el sistema.

   Veo shows televisivos, cartelería llena de sonrisas e invitaciones al apoyo de sus ideas (algunas más que ideas ocurrencias), discursos llenos de enemigos sin posibilidad de reconciliación, sondeos, charlas de tertulianos que interpretan los sondeos como chamanes o aurúspices prestos a vaticinar nuestro futuro (cada cual con su nefasto resultado).

   Reflexiono y pienso, si con tanto estudio y con tanta elucubración no consigo diferenciar el trigo de la paja, ¿qué será de quien se deje llevar por el instinto o la emoción? ¿Será posible que este sacralizado sistema esté pervertido en su esencia? ¿Que los candidatos sean sólo productos en venta y los votantes puros clientes potenciales a los que hay que convencer de las virtudes del producto? No me extraña que existan tantos indecisos y que los votos queden decididos en los últimos gritos del último mitin, en la última ocurrencia del aparato de propaganda de cada partido.

   ¿No somos capaces de ver lo que son y han sido nuestros candidatos a lo largo del curso político? 

   Yo digo, he visto lo que han hecho, sé como son y aunque tengo dudas, también tengo certezas y miedos. El miedo de que el pasado se haya olvidado, que lo que apenas hace 40 años nos sumió en la negrura del mundo y del tiempo esté presente y vociferante ¿Cuál puede ser el sentido del voto a VOX? ¿El del inconformismo con el sistema? Son antisistemas pero destructivos, no quieren unir ninguna España sólo adueñarse de ella. No escucho propuestas, sólo soflamas llenas de odio al diferente, sus discursos están llenos de enemigos fuera de sus filas a los que hay que eliminar. ¿Qué tipo de sociedad van a construir? La del Imperio de la Ley, la de las glorias del Imperio Español, la del evangelio escrito por sus exégetas sin posibilidad de réplica. Su lírica es antigua, repleta de cánticos trasnochados y palabras altisonantes como la de los poetas y escribas del Generalísimo.

   Al final, mañana, será lo que la Democracia diga, por más que reflexione, oiremos la “voz del pueblo” que habla cada cuatro años y calla para los restos, y aceptaremos su voluntad con RESIGNACIÓN.
    Nos resignaremos a lo que de las urnas emane, aunque debamos pasar los años con la nariz tapada.
    Dios no lo quiera.

……
¡Bendito seas, Señor,
por tu infinita bondad,
porque pones con amor,
sobre espinas de dolor,
rosas de conformidad!...
Será el dolor que viniere
en buena hora recibido.
Venga, pues que Dios lo quiere...
¿Qué me importa verme herido
si es mi Dios el que me hiere?.
….

Resignación, de José María Pemán


Lost On You . LP


Cuando te haces más mayor, más simple, más cuerdo,
cuando recuerdas todo el peligro del que venimos.
Ardiendo como ascuas, cayendo, tiernos,
mucho antes de los días de no rendirse.
Hace años, y bueno, ya sabes.
Haz lo que quieras, si puedes,
porque todo se está viniendo abajo....

When you get older, plainer, saner
When you remember all the danger we came from
Burning like embers, falling, tender
Long before the days of no surrender
Years ago, and well you know
Smoke them if you got them
Because it's going down...


LITERATURA ROBADA

domingo, 21 de abril de 2019

   Es un poema del poemario NAIA de mi hijo, que he leído hoy por casualidad. Domingo de Resurrección. Me ha parecido una oportuna casualidad.


Cristo en la cruz

Las alas abiertas
pues sigo buscando
un lenguaje preciso
entre espigas y pastos.

Busco la postura
exacta del cuerpo,
el gesto imposible
que cierre la herida.

Espero la voz que,
del otro lado del
cielo azul me hable.
Espero el milagro,
su risa lechosa,
como agua de mayo.

Y espero su mano
latente, los dedos
me agarre, me arranque
del suelo y me eleve,
me quite la sombra
y la duda, la nieve
creciente la funda,
los huecos los tape.
Espero y espero
enclavado -a pies
juntillas lo juro-
y temo que nada,
que algo suceda.

LA CUADRATURA DEL CÍRCULO

   Para cerrar el círculo es necesario la continuidad de la vida. Poner en marcha la genética en el sorprendente proceso de la reproducción. Encontrar alguien dispuesto a alojar esos genes y transformarlos en vida.

   Él lo había intentado. No ponía peros a la unión mística, ni a la relación formal, ni al acoplamiento de cuerpos y almas. Ni siquiera habría tenido reparos en una asociación casi comercial, en una transacción de intereses que hubiera dado lugar a una relación. El caso es que estuvo casi a punto de conseguirlo.

   Rebeca había aparecido en su vida de una forma circunstancial, pero desde el momento en que la vio, supo que esa era la mujer que daría continuidad a su vida. Fue un verano, en una de esas tardes tórridas del mediterráneo que aconsejan no salir y quedarse al cobijo de las sombras de la casa. A esa hora, después del mediodía hombres y mujeres se encerraban con el aire acondicionado al máximo, preguntándose quien andaría por la calle a esas horas, con el poniente quemando las pieles y sometiéndolas al despiadado mazazo del sol y el viento caliente que sofocaba la respiración. Él no tenía donde refugiarse en la casa y el parque con las sombras de los plataneros era el lugar más fresco, por así decirlo, del pueblo. Sólo el ruido del agua en la fuente ayudaba a mitigar la sensación de agobio que el sol trasmitía. Allí se iba cada tarde con su cuaderno, donde dibujaba los detalles del entorno. Las hojas de los plataneros y los chopos, junto con los rosales, algún pajarillo que se refugiaba también en la sombra, servían de modelo improvisado a su lápiz de carbón. Captar la luz y las sombras, el movimiento que el aire de solano imprimía a los objetos, como meciéndolos. El sopor de la vida se contenía en aquel movimiento, con su ritmo dulce y cansino.

   Se sentaba en el pequeño rincón que se formaba en la parte norte de la placeta donde estaba la fuente. Allí se sentía resguardado de miradas, los árboles cerraban el cielo con su follaje y parecía ocupar el lugar en el mundo que le correspondía. Lejos de todo. No era muy amigo de las multitudes y cultivaba las amistades como se cultivan las rosas, con mimo, dedicándoles a cada una su momento.

   Rebeca apareció de forma repentina, hizo entrada en escena como una loca. Miraba a cada lado, sin ver, hacia arriba, abajo. No reparó en su figura que parecía la estatua de algún poeta de los que acostumbran a sentar en los jardines. Finalmente paró bajo un ficus imponente al otro lado de donde estaba él. Como la posesa que pareció al principio comenzó a hablarle al árbol, le susurraba al principio, le rogaba, imploraba quizá que diera frutos o que sus flores esparcieran el aroma por el parque. Al cabo de un tiempo se puso a llorar desconsoladamente. Tan tierna y anacrónica era aquella situación que había empezado a dibujarla en su cuaderno y cuando el dibujo estaba casi terminado se dio cuenta que la mujer seguía sentada bajo el árbol llorando. No pudo si no aproximarse. ¿Qué duende la había poseído para que estuviera tan desasosegada bajo el árbol?

   -Mi gato, se escapó y no quiere bajar.

   Él miró hacia arriba y distinguió unos ojos claros mirándolo. Su pelaje gris se mimetizaba con la sombra del follaje. Quedó un tanto defraudado de una resolución tan prosaica del episodio. Trató de consolarla.

   -Bajará, no va a quedarse ahí para siempre.

   Con argumentos como aquel, poco consuelo transmitía. Se sentó finalmente al lado de la chica, en el suelo que ofrecía un cierto frescor reconfortante. El gato los miraba desde arriba.

   Cuando Rebeca se calmó, lo miró de la misma manera que el gato, sin entender qué hacía aquel chico allí. Le dio las gracias, sus mejillas se sonrojaron, no sabía si del rubor de la vergüenza o del calor tras el sofoco del llanto.

   Decidieron sentarse en el banco de él. Le mostró el dibujo, primero se sorprendió de verse en esa actitud de orate, pero después se gustó, parecía la protagonista de un cuento. Miró el resto de dibujos, quedo impresionada y cuando empezaban a surgir las palabras entre ambos, apareció el gato.

   -¿Cómo se llama? –preguntó él.

   -Nunca he sabido ponerle nombre a las mascotas. Simplemente le llamo miso.

   -Llámale fugitiva o libertaria.

   -Es gato.

   -Entonces miso está bien. – Y rieron a la vez por la ocurrencia.

   El gato ya estaba entonces sobre las rodillas de él, había bajado del árbol y se aproximó como hacen los felinos, sigilosamente. Como ninguno hizo el menor intento de rescatarlo de su soledad, había decidido acabar su escapada. A ella le agradó que aceptara tan fácilmente a su amigo. Lo tomó en sus brazos y empezó a acariciarlo y hablarle, reprochándole su actitud.

   Él no podía dejar de mirar la escena, hubiera querido dibujarla, pero no se atrevía. Grabó en su retina la escena, quizá luego la dibujaría en su habitación. Ella con su vestido blanco de tirantes y de hojas verdes.


CUANDO LA POBREZA ENTRA POR LA PUERTA LA RAZÓN SALTA POR LA VENTANA

sábado, 13 de abril de 2019

   Iniciamos el ascenso en medio de un chaparrón, un intenso aguacero que nos despidió como si millones de plañideras lamentaran nuestra marcha. Pero la verdad es que a nadie le importaba, hemos sido como una de esas gotas que caían del cielo en la solución de la gente de Camerún. Cuando el avión empezó a acelerar se oían crepitar sobre la chapa las gotas de lluvia, como balines. Sentimos un poco de miedo, quizá fue la oscuridad, es posible que fuera el cansancio de una semana intensa. Las sensaciones encontradas de la miseria del lugar y la humanidad de la gente que allí trabaja han dejado un poso de tristeza en nuestro ánimo. Lo cierto es que mientras seguimos subiendo no me sentí especialmente feliz. Me asomé a la ventana y contemplé las lucecitas que tintinean desde el suelo, Douala es una ciudad grande, pero de noche no brilla como las ciudades europeas, sólo pequeños grupos de luz dan testimonio de las vidas que abajo se quedan. Tras cada una de esas luces habita una historia y tras cada historia, vidas que contienen algunas alegrías y muchas miserias. Hemos participado de algunas de esas vidas y el resumen de este tiempo sin duda es positivo, pero no se puede olvidar lo que allí dejamos. El avión nos trajo de vuelta a nuestro mundo. Por suerte para nosotros este no es un mundo de privación, el hambre no nos conoce, aquí la enfermedad tiene esperanza, la vida permite sueños futuros y sólo nos queda aprender a soñarlos.

   El camino de ida de Douala a Dschang está lleno de baches, pero se hizo ameno. Hay tanta gente en el camino, todo resulta tan sorprendente y tan lleno de vida que no puedes dejar de mirar por la ventana. Paramos en un puesto de frutas y comimos la mejor piña que se pueda pedir, los aguacates más sabrosos. Fabian, el driver compró dos sacos para la misión.

   Cuando un camino te parezca difícil, piensa que siempre puede ser peor. Así es el que lleva desde Dschang al hospital Notre Dame de la Santé. Menos mal que no llovía, porque subir aquel terraplén con agua debe ser divertido. Iniciado el ascenso, yo al menos, no esperaba que el hospital estuviera tan bien. Nuestra casa era confortable, con un gran comedor y habitaciones compartidas con baño y ducha. Aparte de los edificios y su equipamiento, que como digo no estaba nada mal, el alma del hospital eran sus monjas. Si alguna vez perdiera la Fe en la gente, no tendría más que volver a Camerún y compartir unos días con las monjas que allí conocimos (Sor Pilar, Sor Ángela, Sor Teodora, Anne Marie…) son Siervas de María, pero son las mujeres más libres que pueda conocer. Han renunciado a tantas cosas que sólo les queda el amor. Son buena gente en mayúsculas, y a pesar del lugar en que cada día se levantan, no han perdido su sonrisa y su buen humor. No se entiende el hospital sin sus monjas. Un placer haber trabajado con ellas, mi admiración más sincera a su entrega, a su misión. Las monjas nos cocinaban, no había tocinito de cielo, ni huesitos de santo, pero no faltó la tortilla de patatas y las albóndigas (no sabría decir de qué).

   Trabajamos duro, sobre todo los primeros días. La noche del domingo ya tuvimos una cesárea urgente. La consulta del lunes fue agotadora. Allí vinieron las mujeres que organizamos para la cirugía de los días siguientes. No es fácil sustraerse a la desgracia de aquellos que sabes que no van a tener una solución adecuada como la que acostumbramos a ver en nuestros hospitales. Nos dolieron los cánceres de mama a los que ofrecíamos una cirugía no resolutiva, la quimioterapia o la radioterapia no está a su alcance. Aquella mujer con un cáncer tan avanzado que ni podíamos operar, el dolor y el olor de su enfermedad traspasó nuestra capacidad de soportar lo injusto, pero allí se quedó con su dolor. Nos queda la esperanza de haber ayudado algunas de la mujeres que vimos, a eso nos aferramos, esa era nuestra intención y nuestro deseo.

   Alain el médico que nos acompañó en todo momento también dejó una huella profunda. Nos sorprendió su capacidad para empatizar con las pacientes. Probablemente partíamos de la falsa premisa de que por ser africano respondería a los estereotipos que tenemos de los hombres de África. No es posible conocer a alguien en una semana, pero puedo decir que lo que vi fue respeto, intención de ayudar, capacidad de trabajo, entrega. El machismo está presente en África en grado superlativo, la mujer está lejos de ser un igual, todo ello es cierto. Como lo es que esa misma mentalidad habitaba  entre nuestros abuelos o bisabuelos, y aun persiste en los rincones de nuestra sociedad. Alain estaba por encima del nivel de muchos de nuestros conciudadanos. Tuvo una paciencia infinita, incluso cuando yo estaba ya en ese punto de una consulta en que lo único que quieres es acabar, él siguió explicándoles a las mujeres pacientemente. No contradijo nuestras indicaciones, no creo que todas fueran perfectas, ni pienso que no tuviera preparación para rebatir alguna de ellas. Es un tío inteligente. En alguna de las tardes en que el trabajo nos dejó respirar, sobre todo a partir del miércoles, jugamos a cartas en el comedor. Carmela (la croupier) “inventó” las reglas del CULO, Mario también las conocía y cuando solventaron las diferencias de criterio en algunos aspectos, jugamos como posesos repartiéndonos las presidencias, vicepresidencias, culos y viceculos. Reconozco que yo, que no había jugado a cartas en años me divertí como hacía tiempo. Esas tardes de cervezas, frutos secos y los gritos de ¡¡CULO!! sirvieron para dar color a la noche antes de cenar. Alain que aprendió el juego, no perdió ninguna partida.

   El trabajo y el juego sirvieron para unir a los que allí estábamos, desconocidos reunidos en torno a un proyecto. Mario y Taya gines como Carmela y yo, Rebeca la matrona, Irene y Ariadne las anestesistas. Gente que no se conocía y con la que seguramente nos separan infinidad de cosas, nos unimos como una persona en torno a una idea. Ser felices y vivir un episodio de nuestras vidas en común, trabajando. Les agradezco que fuera tan fácil. Aunque tengo que decir que nunca encontré en los muchos viajes de cooperación a nadie con quien no fuera fácil trabajar.

   El jueves bajamos a la ciudad. A pesar de la lluvia fue un regalo poder pasear por aquel mercadillo repleto de color, olores y barro que traspiraba la esencia de África. De su pobreza, pero también de la grandeza de ver a sus niños y a su gente sonreír, los ojos de los niños africanos son tan grandes que puedes perderte mirándolos. Pasear entre ellos me hace sentir bien. Compramos telas y maderas, nos hicieron gorros para el quirófano. Una visita exprés que fue como las cartas un remanso en la frenética actividad del hospital. Poco más que ver en la ciudad, además de su lago artificial, donde nos encontró el chaparrón.

   Hemos dejado en Dschang personas que han permitido que entremos en sus vidas y hemos obtenido nada más que beneficios. El voluntariado es siempre egoísta, te traes mucho más de lo que puedes dejar. Sin duda el esfuerzo vale la pena. Cuando observo desde la ventanilla del avión las luces perderse y empequeñecer, pienso que en algún momento aquellas luces alumbraron también mi tiempo y hacen que me sienta más vivo. Es un pequeño triunfo sobre la cotidianidad que empaña el cristal de nuestra vida. Pero allí se han quedado las miserias como cuando llegamos, allí siguen las guerras silenciadas, los dictadores sostenidos por el dinero de otros gobiernos interesados, nuestros gobiernos. Tener los ojos cerrados ante la injusticia, no hace que desaparezca. África necesita soluciones que vengan de los Estados, por eso están perdidos. Me duele no poder asumir el compromiso de facilitar el cambio, son necesarios más maestros que médicos. Maestros que los liberen de la dictadura de la ignorancia y maestros que nos enseñen como obligar a cambiar a nuestros políticos para que no mantengan la  cómoda ceguera del status quo.


Depedro - Llorona feat. Fuel Fandango