QUINCE MIL KILÓMETROS Y UN MAR DE DESEOS

martes, 24 de julio de 2018

   Lejos, muy lejos, demasiado lejos, o quizás no. Tan cerca como el corazón alcance, a un paso de la imaginación. Con WhatsApp un segundo, apenas lo que tarda en caer una lágrima. La fotografía te aproxima al instante en que se tomó. Todo sucede con el vértigo de lo inmediato, pero a la vez, tan lejos…

   ¿Quién puede saber el futuro, quién quiere desear conocerlo? Para qué si sucederá lo mismo. Dejar hacer al tiempo, sólo desear profundo, respirar el aire que respiran, compartir su espacio a veces y otras dejar que el mar lo llene.

   Su tierra es también ahora nuestra, su música, su cultura, todo es ahora más próximo pese a la distancia. Nada nos pertenece, pero ya formamos parte de este lugar, tanto como ellos de nuestra vida. Imposible separar el amor. El espacio y el tiempo pierden sus magnitudes cuando se mide en sentimientos. Las distancias fueron necesarias para marcar objetivos, para crear puntos de referencia, pero no significan nada para la medida del recuerdo, no valen para mensurar el alma, de nada sirven.

   Las palabras pueden atravesar el océano como palomas mensajeras, ellas llevarán los besos y los abrazos en volandas.

   Una cigüeña erró el camino y nos dejó el mayor regalo a quince mil quilómetros. Todo y Nada. A una cuadra del cariño o a una miríada de los sueños inalcanzables. El más bello de los presentes nos fue entregado por mensajería al otro lado del mundo. Lejos, tan lejos que parece ahí al lado, al doblar la esquina. ¿Cuántos kilómetros caminarán nuestros pies para cogerlo? ¿Cuántas veces surcaremos el cielo subidos a otros pájaros mensajeros? Tantos como nos deje el destino, tantos como la vida nos lo permita. El mundo se hará pequeño para nosotros, el mar un charco tras la lluvia. Ojalá podamos verla crecer, ojalá el dios de las pequeñas cosas nos conceda el deseo de tenerla cerca. Saltar de un brinco el espacio que nos separa será a partir de ahora el motor que mueva nuestras vidas. Somos lo que soñamos, somos lo que deseamos y ahora nuestro sueño está también al otro lado del océano, a quince mil kilómetros de proximidad.