Si ahora no tienes tiempo, déjalo para otro rato. Esto es sólo para los momentos de entrevida.
IMPRESIONES DE BEA
lunes, 6 de mayo de 2013
¿Cómo es posible sentirse tan ajeno a algo?
Cuando llegué a India, ésta fue mi primera sensación. Como llegar a otro planeta. Ni siquiera anatómicamente parecemos iguales, pero lo somos.
Lo somos a pesar de las apariencias. Somos todos seres humanos, cada uno con su propia historia, cada uno sintiéndose único e importante en este mundo.
Al principio la euforia se te apodera. Es un país de gente dulce y amigable que hace todo lo posible por agradar. Saben que has llegado para intentar ayudar y el respeto que muestran llega a ser veneración. El calor humano es algo que abunda. Eso a 8000Km de distancia es algo que también nosotros debemos de agradecer y mucho.
Los saris que llevan la mujeres son preciosos, ellas guapas me sonríen con la complicidad implícita entre las del mismo sexo. Te sientes bien entre ellas.
Los niños, qué ojos, Dios cómo me gustan. Los fotografío a todos, además aquí a todo el mundo le gusta que le hagan fotos, cuantas más mejor. Después se las enseñas y sonríen felices. Es una pasada.
El calor es insoportable y alguien comenta “huele a India”, ya en el aeropuerto. Yo pienso, no huele a nada, sólo a noche de verano. Pero es que no tengo ni idea de lo que me espera. Cuando coges un rickshaw y te lleva a la “ciudad”, entonces te das cuenta: India huele a India. Es un olor ácido, a excremento, a especias, a sudor humano y a humos que exhalan los miles de vehículos que encuentras a tu paso. Caos de tráfico tanto de motores como de animales y personas. No esperes carriles, semáforos, señales o normas no, aquí todo vale. Vigilo el frente, la espalda, los costados, vienen por todas partes en un claxon infinito que te mantiene alerta. Nadie para, todos pasan primero y yo acongojada, sigo a mis compañeros.
El mercado es imposible, contraste, color, calor, olor todo mezclado. Tengo cuidado y miro al suelo a ver si piso lo que no debo. Porque India es un país que acumula restos fecales en cada uno de sus poros, cómo es posible tanto excremento, tanta basura, tanto desperdicio, escombro y putrefacción acumulada. Nadie mueve un dedo por sacarlo de su lado. Da igual que vivan en medio de tanta inmundicia, lo hacen ajenos a ella, como si no existiera, inmunes, descalzos.
La vida diaria en el trabajo empieza a pesar. Comprendo la dificultad para acceder realmente a personas tan distintas, vidas distintas, formación distinta y cultura distinta.
La jerarquía es la religión aquí, ancestral pero vigente al cien por cien. Nadie se atreve, todos quietos, paralizados, bloqueados; sólo uno manda, dirige, da, quita y decide cómo, cuánto, cuando y sin por qué.
Hay que asumirlo, interiorizarlo y practicarlo. Pero es algo que cada día va pesando un poco más, tendiendo en cuenta que ser mujer es un infravalor añadido.
La inequidad sexual está patente en todas partes sin tener que aludir a la violencia de género, que la hay y mucha.La mujer es siempre el actor de reparto, el protagonista es de otro género. Pero eso no impide que las labores más pesadas sean de ellas, mientras sus cónyuges las vigilan tranquilamente a la sombra de un árbol. Es desbordante ver tanta dominación y ellas, tan dóciles, tan sumisas, tan guapas, tan jóvenes pareciendo tan viejas. Porque sí, son guapas pero no hay mujeres maduras, hay niñas que paren niños desnutridos y viejas de 40 años.
Me han llegado a estimar casi 20 años menos de los que tengo. Qué alegría, dirían algunos; pero no es para alegrarse, aquí da pena porque no existen mujeres de 40 años con el aspecto que se debería tener a los 40. Tanto castigo, tanta represión, tanto trabajo provoca que envejezcan prematuramente sin ninguna opción.
Aquí está prohibido decir el sexo del feto a las madres que sólo quieren parir varones y son capaces de interrumpir la gestación si supieran que van a dar a luz una niña. Las niñas son sólo una carga familiar a la que hay que preparar una dote aceptable para casarla pronto y que se vaya a casa de su marido apalabrado con sus suegros y su dote. Allí, desde prácticamente la adolescencia, tiene que servir a su familia política y parir los hijos de un perfecto desconocido.
El hospital donde trabajo es una bendición para la zona. Las mujeres pueden dejar de parir en sus casas y hacerlo allí. Una media de 30 partos diarios. Muchas de ellas no llevan un control adecuado y el único contacto con el hospital es el momento del alumbramiento. Eso es lo prioritario en este momento. La educación sanitaria, la vigilancia antenatal, el tratamiento de la desnutrición y el control intraparto.
El control adecuado intraparto es otro caballo de batalla. La parálisis cerebral infantil es un gravísimo y gran problema aquí. Además, la Fundación es especialmente sensible con estos niños que sin ella no existirían o estarían moribundos en sus casas. Es impresionante visitar el proyecto de niños con parálisis cerebral. Se me vuelve a poner un nudo en la garganta sólo de escribirlo.
Cuando acaricias a alguno, responde inmediatamente cómo diciendo: esto me gusta, dame más. Sonríen y levantan la mirada y yo casi no me puedo aguantar, por favor qué pena tengo. En algunos de los casos sería evitable que estos niños, por lo demás preciosos, nacieran en este estado y estuvieran encarcelados de por vida en unos cuerpos enredados, espásticos, ciegos y sordos.
Da gusto ver a las personas que trabajan con ellos. El ingenio y el trabajo duro y bien hecho, mejora sus vidas. Toda mi admiración para ellos.
Los fines de semana han supuesto una válvula de escape a la olla a presión en la que está mi cabeza. Hemos visitado Hampi, un lugar absolutamente precioso en medio de todo esto. Los templos son impresionantes, la vegetación cambia por completo y se hace frondosa, los cultivos fértiles y los animales bien alimentados.
La tarde está cayendo y hace un calor pegajoso. Tengo ganas de volver mañana al hospital donde vivimos en Kalyandurg. Allí nos dejan tomar la cerveza que allá por donde vayas está prohibida. Yo mataría por una ahora mismo. Además qué lujo, nos han puesto un router y tenemos wifi, podemos conectar con nuestra vida, el whatsapp, mail, facebook. Acceso libre a tu entorno, sabes que te está esperando.
Nos queda una semana de trabajo y regresamos a casa. No me gustaría olvidarme de todo y por eso lo he escrito.
Beatriz Marcos
Beatriz Marcos
LA REVOLUCION PENDIENTE
¿Porqué una revolución, si
todo parece tan apacible?
India es un país dónde cada
cual tiene su lugar, y el dios que eligió aquel espacio para las
personas y las cosas, lo hizo con tanta sabiduría que nada debería
ser cambiado. Bajo el intenso ruido de las calles, el desorden, la
suciedad, se esconde el espíritu del orden, la paz del alma. ¿ O
quizás no?
¿Que se esconde en las mentes de
estos hombres y mujeres? ¿Quién sabe que pensamientos pueblan sus
mentes?¿Viven en paz con su tierra, aceptan aquella imposición del
mundo? Porque a veces pienso que bajo esos rostros conformados, esas
actitudes de amabilidad, de sumisión, viven espíritus turbulentos.
¿Cómo escrutar bajo las miradas? ¿Se puede ver más allá de los
ojos? No sé si podría entender el significado de las palabras que
no se dicen, o ver en los gestos la llamada de auxilio de lo que se
esconde. Puede que en fondo de aquellas pausadas maneras exista un
agitado mar de dudas, un deseo de ser descubiertos en el engaño.
Y aquellos seres más lastimados,
los más débiles, los dalits, los pobres y sobre todo las mujeres
que son en sí mismo una casta inferior ¿Que sienten? ¿Cómo viven
esa condición de marginados? Las mujeres ricas seguro que disfrutan
de un estatus muy superior a los hombres pobres. Y aún así ¿
Sienten la presión de las ataduras que les impone el matrimonio?
¿Qué piensa cuando su marido las golpea? Quizás piense que es su
culpa y se siente responsable, o es posible que una rabia oculta
salga silenciosa por las heridas. La sangre no habla. Toda mujer por
el hecho de serlo es inferior, está supeditada. Su suerte depende de
su familia, de los hombres que siempre estarán por encima de ella.
¿Acaso bajo la mirada sumisa, bajo la aceptación de su condición
de seres de segunda clase exista un espíritu rebelde que espera ser
despertado?
Imagino por un momento a las mujeres de la India con un
alma oculta tras su rostro sumiso. Como el cuerpo de las mujeres
escondido tras los chador y los burkas, con los ojos mirando el mundo
por la rejas de su velo. No puede adivinarse su cuerpo, escondida su
belleza para no provocar a los ojos de los hombres que todo lo
vigilan, como dioses sabios. Pero bajo aquellos vestidos negros que
forman figuras rectas carentes de materialidad. ¿No se esconde una
mujer? ¿No tendrán aquellas mujeres la percepción de su
feminidad? Quiero pensar que sí. Una mujer es más que un cuerpo.
Es un espíritu sabio capaz de criar un hijo, de hacer un hombre,
aunque ese hombre pueda convertirse en su verdugo. Los vestidos
pueden ocultar el rostro pero no pueden cegar la luz de las mentes
que viven en su interior. Por más oscura que sea la tela, por más
tosca, por más oculto que quede el rostro, debajo siempre habrá un
pensamiento. Algo que nadie puede descubrir sin ser revelado.
Veo a las mujeres de la India con
sus alegres saris, de colores chillones y sus caras sonrientes bajo
el burka de su condición de mujer. No sé si lo sufren con dolor o
anestesiaron sus sentidos con la educación segregada y machista.
Ellas mismas son responsables de esa educación que imparten a sus
hijos. Unos hijos que paren con dolor, como nuestras abuelas lo
hicieron, o peor, porque a veces lo hacen lejos de donde pueden ser
atendidas. Ha mejorado sin duda, pero veo en el paritorio el
sufrimiento de quien no puede alegar nada en su defensa, en su ayuda.
Su sociedad aún no ha entendido el valor de las mujeres. Su valor
depende tanto de esos hijos, que necesitan parirlos a cualquier
precio, pero se devalúan en ese trabajo, envejecen, mudan sus caras
de niñas tristes por viejas cansadas.
Esa es la revolución pendiente,
la que convierta a las mujeres en personas. La que dé estatus de
ciudadano de primer orden a quien es el principio. El cambio de valor
de cero a infinito, igual que el hombre. A su lado, a su altura,
compartiendo no sirviendo, sumando esfuerzos. Entonces los hijos
verán a sus madres como madres no como criadas. Entonces los hombres
verán a sus mujeres como sus amadas y ellas dejaran de sentirlos
como sus amos. Entonces los padres dejarán de ver a sus hijas como
una carga para la que tiene que reunir una dote. Porque sólo
entonces el valor de cada uno se medirá por sus capacidades, por sus
oportunidades. Cuando en ésta y otras sociedades se imponga la
lógica de la igualdad, se multiplicarán las posibilidades de
progreso. La revolución debe conseguir erradicar el estigma de ser
mujer. Sólo entonces podrán cambiar los principios de una realidad
equivocada. En todas las sociedades son necesarios cambios pero sin
duda aquí, se debe empezar por esta revolución pendiente.
Esta
semana se publicó en el periódico que en el estado de Andhra
Pradesh se ha decretado que las mujeres no puedan estar en los bares
después de las 10 p.m. para “evitar problemas”.
Todavía hay mucho camino que
andar.
“
Nunca olvides que
la más larga caminata empieza siempre con un primer paso”
(Proverbio
Hindú)
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